La obsesión por hacernos pruebas diagnósticas
En el mundo sanitario hay mucha gula. Azuzados por el miedo, la incertidumbre u otras razones personales, se genera un afán por hacernos pruebas, por prevenirlo todo, por buscar los tratamientos más caros y exclusivos.
La gula es uno de los pecados capitales. Los que caen en ella no pueden refrenar su apetito por todo aquello que produce placer al paladar. En el mundo sanitario, también hay mucho deseo, mucha gula. Azuzados por el miedo, la incertidumbre u otras razones personales, se genera un afán por hacernos pruebas, por prevenirlo todo, por buscar los tratamientos más caros y exclusivos.
La periodista Marta Cámara ha publicado esta semana un artículo que recomienda 8 pruebas diagnósticas. Tras leerlo, me surgen sentimientos encontrados. Infiero que ha hecho un trabajo de documentación concienzudo y ha llamado a muchas puertas para redactarlo. Pero, ¿son las puertas adecuadas?
La periodista contacta con clínicas privadas, Sanitas, Vitaldent, Hospital Quirón, Clínica la Milagrosa de Madrid y con la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (una de las más financiadas por la industria farmacéutica). Parece que las fuentes no son muy diversas ni objetivas, ningún profesional sanitario público.
El artículo aconseja hacer análisis de sangre anuales a personas sanas, mamografías a mujeres sanas por debajo de 40 años, estereometrías, revisiones variadas, hormonas.... En fin, un menú gourmet apto para paladares delicados. Me recuerda algo a aquella promoción que regalaba scanner de cuerpo entero. Te hacían un chequeo y te regalaban radiación para varias décadas...
No hay evidencia científica que sostenga estas recomendaciones. No hace falta consumir tantas pruebas diagnósticas para estar sano ni el hacerlas nos previene de nada. Habitualmente, lo que conseguiremos es convertirnos en falsos positivos, la prueba detecta algo y nos obliga a hacer más pruebas. Más negocio para la clínica privada, más efectos secundarios para nosotros.
Los periodistas sanitarios tienen una obligación con la sociedad. No deben informar con falsedad, sesgos o con informaciones tendenciosas que induzcan a conductas que no son beneficiosas para la ciudadanía.
Si no queremos morir de gula sanitaria, necesitamos informar de otra manera. La información sobre salud ha de ser equilibrada y de buena calidad. En caso contrario, el empacho está servido.