Un viaje sin fronteras por los Pirineos Sur...
Pirineos Sur camina ya hacia el cuarto de siglo, sobreviviendo a las crisis económicas, los IVA desproporcionados, los recortes y las previsiones meteorológicas que parecen jugar en contra, pues rara vez se cumplen. Y lo hace porque quienes lo idearon sabían que tenían dos ases en la manga.
Decenas de cajas se acumulan en el escenario. No han pasado más de 15 minutos desde que Mark Knopfler hizo el último punteo con su guitarra, y ya todo está empaquetado para seguir ruta, mientras las 5.500 personas concentradas en el escenario de Lanuza, del Festival Pirineos Sur, van saliendo tareando las notas de Local Hero, la última de las míticas canciones con las que encandiló a una audiencia talludita que estaba rendida antes de la primera nota.
Desde luego, uno de los conciertos del verano. "Mire, me he traído todos sus discos, a ver si me los firma...". "Pues yo traigo un libro". Ilusiones infantiles en adultos que llevan meses con la entrada en el bolsillo. La luna, las montañas, el escenario sobre el embalse, las estrellas, ese ligero frío tan de agradecer en este julio abrasador...
Pirineos Sur camina ya hacia el cuarto de siglo, sobreviviendo a las granizadas inesperadas, las crisis económicas, los IVA desproporcionados, los recortes y las previsiones meteorológicas que parecen jugar en contra, pues rara vez se cumplen. Y lo hace porque quienes lo idearon sabían que tenían dos ases en la manga: un lugar de belleza excepcional y una identidad, ligada a las músicas de raíz, las ajenas a las circuitos más comerciales y más ligadas a la tierra, al agua, a los pueblos y a las culturas, que la han ido forjando.
Este año, en el Festival Pirineos Sur, en el recoleto Valle del Tena y a pocos kilómetros de Francia, las fronteras se han difuminado un año más poniendo en evidencia que el arte no sabe de mapas ni de aduanas. Un arte que este año ha arrastrado a un 40% más de público que la pasada edición, hasta la fecha de escribir estas líneas, gracias a un cartel en el que brillaba desde antes de su comienzo Knopfler, pero también Calle 13 y, desde luego, Noa y Lila Downs.
Ante Knopfler, como no podía ser menos, el público se rindió sin reservas, tanto cuando interpretó sus canciones más conocidas con Dire Street como cuando presentó dos de las composiciones de su último disco, Tracker (2015). Pero a la noche siguiente también lo hizo, eso sí, con menos audiencia, ante la fiestera Amparo Sánchez, luchadora y feminista, y la mexicana Lila Downs, que traspasó el límite fronterizo natural que son los Pirineos para llevarnos a México cargados de Balas y Chocolate, como se titula su más reciente trabajo.
Pero Pirineos Sur no es sólo una programación de conciertos con grupos más o menos conocidos. Es una cita cultural en la que venir a descubrir grupos que pueden resultar nuevos a nuestros oídos, como los argentinos Perotá Chingó, cuatro jóvenes que hacen gira europea en su autocaravana y que nacieron en Internet hace apenas tres años...
Decenas de jóvenes a mi alrededor cantando con ellos todas sus letras fue la mejor prueba de que hoy alcanzar el éxito tiene otras autopistas globales que se escapan de las grandes discográficas. "¿Qué es Perotá Chingó? Nuestro Hakuna Matata, nuestra sonoridad", señalaban en la rueda de prensa de presentación de su concierto en Sallent de Gállego.
Y en los días siguientes, continúan los nuevos descubrimientos, que culminan el próximo fin de semana con la música de otras fronteras, que llega de los Balcanes con el compositor Goran Bregovic (día 31 de julio) y su banda, y desde el Magreb con la marroquí Nabytla Naan y la aragonesa universal Carmen París (día 1 de agosto).
A la vez, el Festival Pirineos Sur es un espacio para tomar conciencia, como se pudo ver en días pasados en la Pantalla del Sur con Territorios Inexplorados, una muestra de vídeoarte palestino con la que artistas de ese país inexistente retratan, desde su particular mirada, la vida de su pueblo en medio de un conflicto que no acaba. "Quizá el arte es la única manera de cambiar las cosas", señala su comisario, Iuri Lench, responsable del festival Madatac de vídeoarte.
Esta semana, la programación corre a cargo de Guadalupe Arensburg, con una muestra de Cortos Fronterizos que no dejan indiferente a nadie. Como no lo hace esta cita anual que, año tras año, queda fijada en la agenda de las citas que no se pueden perder: porque la cultura no necesita pasaportes.