Ciencia en España: cada día más vieja y más pobre
Recientemente me decía John Ellis, uno de los físicos más importantes del mundo, algo que me dejó de piedra: aseguraba que en su país, Inglaterra, los físicos son los terceros profesionales mejor pagados, por detrás de médicos y abogados. "¡Igualito que aquí!", no pude por menos que exclamar.
Manifestación por la ciencia. |ROSA M. TRISTÁN
Ayer, una amiga expresaba su indignación porque su sobrino, una joven promesa de la Biología, cogía por la tarde un avión con destino a Suecia. Apenas unas horas antes, otra se quejaba de que su hijo, que se llevó el Premio Nacional de Jóvenes Investigadores con 14 años, lleva ya un año viviendo en Suiza, y casi no le ve.... Una tercera me recomendaba ver el documental En tierra extraña, de Iciar Bollaín, porque resulta que muchos de esos guantes desparejados que aparecen perdidos en Escocia, en Australia o en Berlín son ingenieros, químicos, licenciados en Ciencias Ambientales...
Gentes necesarias. Personas que a menudo acaban utilizadas para otra cosa, recicladas, quizás en la basura de un trabajo que poco tiene que ver con los años dedicados a formarse. Y sin embargo, cuando leo el último informe de Comisiones Obreras sobre el personal del CISC (Consejo Superior Investigaciones Científicas) compruebo que la tendencia va a ser a peor, irremediablemente. Y al repasar las cifras del presupuesto para I+D que ha elaborado el Gobierno para 2015, certifico que hemos renunciado, o mejor dicho, que han renunciado por nosotros, a ser una sociedad del conocimiento.
Recientemente, en Starmus Festival, me decía John Ellis -uno de los físicos más importantes del mundo, que trabaja en el CERN en busca el origen de la materia- algo que me dejó de piedra: aseguraba que en su país, Inglaterra, los físicos son los terceros profesionales mejor pagados, por detrás de médicos y abogados. "¡Igualito que aquí!", no pude por menos que exclamar. Él se sonreía. También Stephen Hawking dijo en Tenerife que la ciencia es la que nos ofrecerá las respuestas que no tenemos y que no se puede renunciar a apostar por ella. Y el Nobel Robert Wilson puso el ejemplo de su país: "En los laboratorios donde yo trabajaba se contrataba a gente buena, se les formaba y luego se esperaba a ver si hacían hallazgos importantes. Si damos a la gente recursos para hacer cosas, éstas saldrán", aseguraba.
El Nobel de Física Robert Wilson en Starmus Festival. |R.M.T.
Pero yo solo constato renuncia en los últimos informes que he recibido. El de CCOO (Analisis y valoracion CCOO-CSIC) concluye con el dato de que hay 4.000 investigadores menos desde 2011 en el CSIC, la mayor institución científica del país. Casi peor, si acaso, es que de sus 744 profesores de investigación, 317 tienen más de 60 años (139 incluso más de 65), que ninguno tiene menos de 40 y tan solo 78 no ha cumplido los 50.
Entre los científicos titulares, una escala más baja, de 1.1432, apenas 136 no superan la frontera de los 40. La situación se repite en casi todas las categorías, para al final concluir que un 5% son jóvenes, en su más laxa acepción del término, pues para cuando pasan de esa categoría, la mayoría pintan canas y lo normal es tener una familia en marcha y una hipoteca en el horizonte. ¿Podríamos así aspirar a tener un Premio Nobel de 51 años, como el de Medicina de este año?
El estudio destaca también que muchos técnicos de laboratorio están adelantando sus prejubilaciones a los 63 años, hasta el punto de que multiplican hasta por tres las previsiones que se tenían (¡¡un 80% más!!), lo que no resulta nada extraño dada la incertidumbre que planeará sobre las jubilaciones en cuanto pase el año electoral. Total, que aún siendo optimistas, al final de 2017 el CSIC habrá reducido el número de sus investigadores entre un 11%, y un 12% su personal técnico de laboratorio. Por cierto, para este año se anuncia que se cubrirán un 50% de las vacantes, eso sí, sólo entre los investigadores. El otro 50% desaparece, mientras se congelan o reducen los programas de formación o similares (es decir, los Ramón y Cajal, los contratos de formación posdoctoral, las becas...).
Pero la situación del CSIC, cada vez más viejo y desvencijado, mientras los jóvenes, hijos y sobrinos y conocidos de mis amigos se van largando, tiene mucho que ver con lo que el Gobierno hace cada año con nuestros presupuestos, porque nuestro es el dinero público que manejan. Y resulta que este Gobierno vende que aumentan los presupuestos un 4,24% respecto al año anterior (cuando apenas subieron un 1,3%). Pero al leerlos con detalle se desvela que de los 6406 millones de euros totales, resulta que lo que sube son los llamados "fondos financieros". Es decir, los préstamos que deben pedir los investigadores, que casi nunca piden porque, como con todos los créditos, hay que devolverlos. Total, que lo que ocurre es que el sistema científico no solo no gana respecto a 2014, sino que pierde SIETE MILLONES DE EUROS, como señala COSCE (analisis_urgencia_COSCE_Proyecto_PGE2015) en ese reciente documento.
Eso sí, los 267 millones de aumento, en forma de créditos, parece que van casi en su totalidad a la investigación industrial militar, que ve incrementar sus fondos hasta un 64%. Es dinero, como recuerda CCOO en su análisis (PGE 2015-avanceCC-OO), que va a empresas que fabrican armamento y que luego venden al Ministerio de Defensa, que a su vez acumula deuda pública que pagamos todos.
Por contra, para el Plan Estatal de I+D+i, que financia los proyectos de investigación, se presupuestan 347 millones (297 millones descontando las becas), lo mismo que hubo para este año. Se olvidan que ya en 2013 se demostró que el mínimo necesario eran 420 millones. En 2014, se ha completado esa cifra con anticipos reembolsables que provienen de fondos europeos FEDER y a los que no todos pueden acudir. "¿Por qué reinciden en los números?", se preguntan en el sindicato.
Bien es cierto que el PP no quiso firmar el Pacto por la Ciencia hace menos de un año, lo que da idea de su compromiso con la investigación civil, pero los investigadores no son tontos y es difícil engañarlos con cifras que dan una impresión muy distinta a la realidad.
Y mientras, así vamos..., perdiendo hijos, sobrinos, amigos y conocidos que se convierten, a menudo, en guantes sueltos, sin la otra mano, que es la cercanía de los que no les quieren lejos. Lo peor es que no volverán.
@Rosa M. Tristán
Este post fue publicado inicialmente en el blog de la autora