Los Oscar más justos de la gala más injusta
La siguiente frase es tan habitual en medios especializados como en el comedor del trabajo, esperando que se caliente la comida en el microondas: "Yo creo que van a darle el Oscar a DiCaprio, que ya es hora". El premio se mide en términos de política, homenaje o publicidad, antes que en base a la calidad.
Cuando se trata de los Oscar, el concepto de premio adquiere unos matices insospechados. Es habitual leer y oír predicciones sobre los ganadores basadas en multitud de variables salvo la excelencia. Si entendemos que el galardón más importante de la industria del cine debe premiar aquellos trabajos que brillan por su dificultad, originalidad y maestría, nos estamos equivocando de ceremonia.
La siguiente frase es tan habitual en medios especializados como en el comedor del trabajo, esperando que se caliente la comida en el microondas: "Yo creo que van a darle el Oscar a DiCaprio, que ya es hora". Un medio especializado quizá no use esas palabras exactas (o quizá sí), pero la idea es la misma: el premio se mide en términos de política, homenaje o publicidad, antes que en base a la calidad.
El caso de DiCaprio viene al pelo. El Renacido es una gran película en la que el actor realiza una interpretación digna de una nominación. Nadie lo duda. Pero la idea de que merece el Oscar porque lleva haciendo buenos papeles sin premio durante 20 años no debería ser siquiera una variable. Y si no, que se lo digan a Kevin O'Connell, que lleva 20 nominaciones y cero Oscars; claro, que es sonidista, no el prota de Titanic.
Sin embargo, es culpa de los Premios de la Academia que la gente hable en esos términos de su forma de entregar galardones.
Otra sentencia habitual es que a un actor no le van a dar más Oscars porque ya tiene dos. O tres, que alguna vez se les ha colado alguno. ¿En serio es ése un dato a tener en cuenta para decidir un ganador? En el momento en que eso empieza a ser una norma, cualquier consideración es válida para entregar estatuillas.
Esto ocurre sólo en el caso de las celebrities más sonadas (actores y directores), porque ahí tenemos a Emannuel Lubezki, ganando su tercer Oscar en tres años consecutivos, y a nadie le parece raro. O a John Williams con cinco en bandas sonoras, aunque lo que resulta extraño en su caso es que no tenga 10.
La última gala de los Oscars podría ser la gala más justa a la que nos hemos enfrentado en los últimos años. No sólo han abandonado la idea de elegir una favorita y reventarla con los principales premios, sino que han ninguneado a Brooklyn, una película que con los años causará perplejidad por haber estado siquiera nominada.
El reparto de mejor película, guión y director entre Spotlight (las dos primeras) y El Renacido (Iñárritu de nuevo) rompe con una de esas afirmaciones de microondas: que el premio a mejor director va ligado al de mejor película. El apabullante éxito de Mad Max ha sido sensato: sólo se ha reflejado en galardones técnicos.
En el caso de los actores y actrices, la elección de los ganadores ha hecho que los Oscars casi parezcan unos premios de verdad. Y el premio a la mejor película de animación para Del Revés, acompañado de una nominación a una categoría general como es la de guión original, demuestran que, esta vez sí, el jurado ha visto las películas.
He dicho que la última gala podría ser la más justa. Pero no lo afirmo porque parece que, en realidad, han intentado compensar algo: la polémica de los actores negros. El comentario de microondas por excelencia en los días previos a la ceremonia fue: "Igual no hay negros nominados porque no han hecho buenas películas". La clave está en que sí las han hecho, y hay nominaciones ocupadas por películas mediocres.
Straight Outta Compton no es una película que merezca un Oscar, pero Brooklyn le ha quitado una nominación que, al poner una cinta junto a la otra, resulta incomprensible. Ninguno de los actores de la película de F. Gary Gray ha recibido una nominación, mientras hemos visto circular a un Matt Damon que ha hecho una de las interpretaciones más flojas de su carrera.
Pero siendo sinceros, Straight Outta Compton no era la gran ignorada: el verdadero ninguneado de las nominaciones ha sido Idris Elba por Beasts of no nation, papel por el que ha ganado y ha sido nominado a los principales premios que se entregan antes de los Oscars.
Veremos, no obstante, si en los próximos años se cumple la predicción de Chris Rock: que quizá se nomine a más actores negros cuando les ofrezcan mejores papeles, porque que Leonardo Di Caprio sea el favorito durante años es más sencillo si te ofrecen papeles de Oscar.