En la peluquería: lo que decimos vs. lo que pensamos
Tal vez te sientas identificada (o identificado) con alguna de estas situaciones. Tal vez eres una de esas personas que, como yo, no tienen tanta suerte como otras en este injusto mundo y aún no han encontrado una peluquería donde corten bien el pelo.
El otro día me pegaron un buen corte de pelo. El resultado no fue precisamente el que esperaba. Como británica que soy, la experiencia me recordó a esos problemas tan británicos que tenemos, como por ejemplo, que se ponga a llover siempre que tendemos las sábanas, lavamos el coche o compramos salchichas (es algo matemático); también somos asquerosamente educados al hablar, cuando en realidad estamos pensando algo muy diferente. Tal vez te sientas identificada (o identificado) con alguna de estas situaciones. Tal vez eres una de esas personas que, como yo, no tienen tanta suerte como otras en este injusto mundo y aún no han encontrado una peluquería donde corten bien el pelo. (Si tienes una peluquería que sí es de confianza y, aun así, algo de esto te resulta familiar, lamento ser la que te lo diga, pero tal vez deberías buscarte otra persona que te corte el pelo...)
Imagen: Pixabay
¿Cuándo fue la última vez que te cortaste el pelo?
Lo que decimos: "Esteee... ¿hace tres o cuatro meses quizás?"
Lo que pensamos: Hace ocho meses. Igual más. Mea culpable.
¿El agua está bien?
Lo que decimos: "Sí, ¡estupenda!"
Lo que pensamos: Es un géiser/cubo de hielo (elegir opción según proceda) pero a ver cómo te lo digo aquí concentrada en no romperme el cuello en esta silla.
¿Cuánto quieres que te lo corte?
Lo que decimos: "Sólo un poquito, por favor, que me lo estoy dejando largo" *la definición de poquito equivale a poner el pulgar sobre la primera falange del dedo índice*
Lo que pensamos: ¿¿A ti te parece que esos mechones de pelo que caen al suelo son un poquito??
¿Y a qué te dedicas? ¿Vas a algún sitio este verano? Qué locura de tiempo, ¿no?
Lo que decimos: "Soy [insertar profesión], voy a visitar [insertar destino vacacional]. Sí, el tiempo está loco".
Lo que pensamos: Por favor, déjame cerrar los ojos y disfrutar de un momento de tranquilidad...
(Nota: durante mi última estancia en la peluquería, mi peluquero me informó de que tanto calor le da sueño. Tal cual. ¡El pobre! Pero si tienes sueño, ¿por qué te acercas a mis orejas CON UNAS TIJERAS?).
Imagen: Pixabay
¿Te apetece un café?
Lo que decimos: "¡Sí, claro!"
Lo que pensamos: Si tan solo me dejaras salir de esta postura de esfinge para poderme beber el café... La galletita sí la puedo coger, por eso no te preocupes.
¿Alguna vez te cortas tú misma el pelo?
Lo que decimos: "Qué vaaaaaaaa".
Lo que pensamos: Sí. A menudo. Con las tijeras del pescado.
Entonces, ¿quieres el pelo como Penélope Cruz?
Lo que decimos: "Sí. Igualito que en esta foto."
Lo que pensamos: Soy muy consciente de que no va a salir bien y de que me hace falta más que un pelado para parecerme a Pe.
¿Qué opinas?
Lo que decimos: "¡Está PERFECTO!"
Lo que pensamos: Vaya mierda.
Pero llegado el momento nunca decimos lo que pensamos. Madre mía, ¿te imaginas? En vez de eso, suele ocurrir lo siguiente:
- Respondemos: "Bueno, necesito lavarlo y peinarlo a mi modo, ya sabes".
- Saludamos al resto del mundo con un "Ya sé que mi pelo está horrible, no hace falta que digas nada".
- Llamamos a la peluquería desde la protección de nuestro hogar para decirle que no nos gusta el pelado. Si alguna vez nos atrevemos a volver, lo hacemos con la cabeza gacha y con la esperanza de que sea rápido, indoloro y que el resultado sea mejor que la última vez, con ese aspecto de fregona con el que me dejaron.
Ahora, si me lo permitís, voy a por las tijeras del pescado para quitarme esta lengua de vaca de la frente...
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Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Diego Jurado Moruno