¿Por qué aparca el Gobierno la contrarreforma del aborto?
Si el proyecto de ley no sigue adelante es momento de euforia por la victoria, pero también es momento de exigir responsabilidades políticas. Con su anuncio y tramitación, el Gobierno ha generado un gran conflicto social, así como una enorme inseguridad y angustia en las mujeres.
Hace poco más de dos años publiqué un post en este mismo blog que titulaba "El ministro que no amaba a las mujeres", en referencia a la misoginia que llevaba implícita la presentación de la contrarreforma del aborto por parte del PP y su Ministro Gallardón. Considero que el amor, tanto en lo público como en lo privado, implica relaciones de igualdad así como el reconocimiento de la libertad y capacidad de decidir de las personas a quienes se ama.
El sábado nos despertamos con el anuncio de que el Gobierno está pensando aparcar su proyecto de ley, ese que impide a las mujeres decidir sobre su maternidad. Podríamos preguntarnos si es que el PP ha dejado atrás su misoginia y la respuesta sería sencillamente NO. A lo largo de estos años de democracia, la derecha de este país ha tenido que aceptar algunos avances previamente conquistados. Eso sí, cada éxito nos ha costado sangre, sudor y lágrimas. Además, con cada victoria hemos tenido la certeza de que no podemos bajar la guardia, porque cualquier excusa servirá para volver atrás.
Podríamos poner muchos ejemplos; sucedió con el divorcio y ha ocurrido con el matrimonio igualitario, permitido después de ser denostado y hasta recurrido en el Tribunal Constitucional. Lo mismo podríamos decir de los derechos del Estado del Bienestar. En este momento la defensa de los grandes sistemas públicos forma parte del discurso teórico de la derecha, si bien demasiado a menudo se cuestiona su eficacia con falsos argumentos. La realidad es que tanto la educación, la sanidad, los servicios sociales y el sistema de pensiones se encuentran maltrechos tras la aplicación de recortes que tienen una finalidad claramente ideológica, reducir el Estado e incrementar las desigualdades.
Si seguimos leyendo la información que nos daba el diario El Mundo, los motivos del Gobierno para parar su proyecto de ley están claros: sus estudios concluyen que la contrarreforma del aborto ha sido muy perjudicial para los intereses electorales del PP. Y esto es lo que ha generado su conflicto interno. Quienes miran al electorado concluyen que no les interesa perder el apoyo de la mayoría de la sociedad. Quienes defienden que esta contrarreforma de la ley del aborto no es oportuna no están pensando en los derechos y libertades de las mujeres, sino en sus posibilidades electorales.
Si en los próximos días podemos celebrar una victoria de la sociedad española frente a la derecha, no es gracias a la buena voluntad de quienes siguen defendiendo una sociedad desigual, ni a esos barones o baronesas exclusivamente preocupados por su poder. La victoria se la debemos a todos esos hombres y mujeres que han llenado las calles, en manifestaciones tan importantes como El Tren de la Libertad, a las organizaciones feministas y al feminismo de este país, a las organizaciones sociales y sindicales, a los y las profesionales de la sanidad, de la justicia, de la psicología, del trabajo social, de la cultura y el cine, del periodismo, al movimiento feminista internacional que hizo propia nuestra batalla. Se lo debemos a la movilización ciudadana, y también a algunos partidos - especialmente el PSOE - que llevó esa voz al Parlamento y a todas las instituciones públicas.
Si el proyecto de ley no sigue adelante es momento de euforia por la victoria, pero también es momento de exigir responsabilidades políticas. Con su anuncio y tramitación, el Gobierno ha generado un gran conflicto social, así como una enorme inseguridad y angustia en las mujeres. Y no podemos olvidar que ha dañado profundamente a quienes desde su actividad profesional hacen posible el ejercicio de un derecho. Con esta propuesta se ha atacado a este país, a nuestra imagen exterior y a nuestra convivencia. De todo esto es necesario que dé cuenta el Gobierno.
Y, sin lugar a dudas, es momento de reprochar a la derecha española el daño que hace a la democracia cuando se ubica en el lado más extremo de la derecha europea. Es muy duro saber que sólo con sangre, sudor y lágrimas podremos conseguir pequeñas victorias en defensa de derechos y libertades previamente conquistados. Resulta lamentable que en pleno siglo XXI el PP y su Gobierno sigan batallando contra los derechos de las españolas, sin respetar y, por supuesto, sin "amar a las mujeres".