‘Terapia de grupo’ con los médicos en huelga en Madrid: “Si todos somos rojos, ¿cómo gana Ayuso?”
Tras más de una semana de encierro y siete de huelga, médicos y pediatras alzan la voz: “Si la Atención Primaria acaba muriendo, que se sepa que estuvimos aquí protestando”.
Son poco más de las cuatro de la tarde de un miércoles en Madrid. Llegamos a la sede de la Asociación Vecinal Manoteras, en el norte de la capital, sin saber exactamente qué vamos a encontrar. Por fuera, el edificio ya da alguna pista, con pancartas contra los recortes y por la sanidad pública. Al entrar, todo está más claro: seis personas con bata -cinco mujeres, un hombre- nos reciben entre piezas de fruta, botellas de agua, café y, de nuevo, carteles y lemas como “nuestra dignidad mueve montañas” o “destrucción programada de Atención Primaria”.
Son médicos de familia y pediatras que cumplen una semana de encierro -ahora algo más- en este centro social de barrio, y siete semanas de huelga en la Atención Primaria de la Comunidad de Madrid. En este tiempo ha habido intentos de diálogo y muchos frenos por parte de la Administración, además de desplantes, enfriamiento, una tregua, nuevos planteamientos, vuelta a la tensión… y ahora las conversaciones en punto muerto, a falta de respuesta de la Consejería de Sanidad a las solicitudes de reunión del comité de huelga.
El encierro por turnos en Manoteras es la penúltima bala de los médicos para visibilizar su situación. Se confiesan agotados después de años trabajando al límite y de estas semanas quebrándose la cabeza. El hecho de ver cómo en otras comunidades autónomas los médicos de Primaria están alcanzando acuerdos antes incluso de llegar a la huelga los desmoraliza aún más, pero les hace reafirmarse en la necesidad de no levantarse de la mesa. Este último encierro añade cansancio físico a sus espaldas, pero también les está permitiendo reencontrarse con compañeros, aunar esfuerzos, darse ánimos y aliviarse psicológicamente. “Esto es una terapia de grupo”, reconocen.
“No desconectamos ni medio segundo al día”
Porque no están bien. “Es estar las 24 horas del día pensando y elucubrando, no desconectamos ni medio segundo al día”, cuenta Elena Castresana, médica de familia en el centro de salud Mar Báltico, en el norte de Madrid. “Dormimos fatal, estamos raca-raca, raca-raca. Trabajo más que cuando voy a trabajar, y encima perdiendo mucho dinero. Esto es duro”, admite.
“Estamos en un momento de incertidumbre y expectativas”, dice Juan Machado, pediatra del centro de salud Miguel de Cervantes en Alcalá de Henares. “Te levantas todos los días con la expectativa de que esto acabe de una vez, y no llega ese día”.
El comité de huelga acaba de registrar un nuevo escrito para la Consejería de Sanidad solicitando una reunión para reanudar las negociaciones. Ahora han decidido que van a registrar una carta así todos los días para tratar de hacer presión. “¿Dónde se ha visto una huelga en la que el trabajador tenga que convocar a la patronal?”, plantea Elena Castresana.
“Hay que mantener la huelga, no podemos seguir así”
Tras el aparente bajón anímico, surgen las reivindicaciones y el reafirmarse en su causa. “Hay que mantener la huelga, no podemos seguir así”, afirma con rotundidad Sara Lacón, médica de familia del centro de salud Juncal de Torrejón de Ardoz. Piden que la Administración se siente y negocie para llegar a un acuerdo “real” que “solucione los problemas reales que tiene la Atención Primaria desde hace tiempo”.
El comité de huelga y los médicos ya han mostrado sus cartas: reclaman un plan de choque -que estiman en 42 millones de euros- para incentivar la contratación en Primaria y aplicar un complemento retributivo al turno de tarde, a lo cual, insisten, ya se comprometió por escrito la Administración en sendos acuerdos de 2007 y 2020, y que los médicos nunca han visto aplicados.
Son 42 millones, recalcan, dentro de un presupuesto de 9.789 millones de euros, la partida que destina la Comunidad de Madrid a la sanidad. Esa inyección de dinero sería “simplemente para que llegue mayo y no nos salgan huyendo todos los residentes de la especialidad”, apunta Mar Noguerol, directora del centro de salud de Cuzco, en Fuenlabrada, que se incorpora más tarde a la conversación junto con otras compañeras. Se trata, dice Noguerol, de “aliviar un poco a los centros que están con la mitad de la plantilla”.
Según datos de AMYTS, sólo 20 de los 219 jóvenes que terminaron este año su residencia de medicina de familia en Madrid han decidido quedarse a trabajar en un centro de salud de la región. Y de los 79 residentes de Pediatría que han acabado el MIR en la comunidad este año, sólo uno ha decidido coger plaza en la Atención Primaria madrileña. Más escalofriante aún: en el último año, la Comunidad de Madrid ha perdido 251 pediatras.
Las asociaciones médicas calculan que un millón de madrileños, de los cuales 200.000 niños, no tienen médico de familia o pediatra asignado en la región por las plazas que están sin cubrir de manera estructural.
“Este es un punto de inflexión”
Dicho de otra manera, el problema no es nuevo, pero parece que es ahora cuando la situación ha llegado a un punto de no retorno, con el éxodo de médicos y residentes, con la sobrecarga generada durante y después de la pandemia, con la burocratización de la consulta, con la cantidad de jubilaciones (y prejubilaciones) previstas para los próximos años…
“Antes hicimos más cosas [para reclamar], pero tal vez este es un punto de inflexión”, admite Juan Machado. “Estamos tan al fondo que, o hacemos algo, o paramos la pelota ahora, o nos vamos a quedar haciendo mínimos para los restos: consultas masificadas, con profesionales que faltan, con gente que no te va a suplir, y que no va a venir nadie detrás de ti a coger tu consulta. Vamos a terminar haciendo las consultas de los años 80, donde entrabas y te daban un número”, describe el pediatra. “Nosotros no queremos eso”.
“Si esto acaba muriendo, que se sepa que estuvimos aquí”
Elena Castresana matiza. “Antes de la pandemia estábamos luchando por no volver a los cupos de los 80; después de la pandemia, por lo que luchamos es por la sola supervivencia de la Atención Primaria”, afirma. “Antes era que no queríamos cupos; ahora es, que esto sobreviva aunque sea con cupos”.
Después de estas semanas de huelga en la que se ha puesto de manifiesto la falta de interés de sus interlocutores por alcanzar un acuerdo, los médicos confiesan perder la esperanza por momentos. “Aunque al final no consiguiéramos nada y siguiéramos igual de mal que ahora, necesitamos alzar la voz”, reconoce Marta Castelo, médica de familia del centro Federica Montseny, en Vallecas. “Necesitamos decir: ‘Estuvimos ahí protestando, y no quisimos colaborar con esa manera de hacer medicina’”, prosigue. “Si acaba muriendo la Atención Primaria, que se sepa que estuvimos aquí”.
Su compañero Juan coincide con ella: “Es algo que hay que hacer independientemente de los resultados, y que tiene que ver con la dignidad de la profesión. Tenemos que estar aquí”.
“A veces, detrás de un ‘póngame paracetamol’, hay mucho más”
Insisten los médicos en que su trabajo les “encanta”. “Otra cosa es que no nos gusten las condiciones en las que lo hacemos. ¿Nos quejamos de que tenemos cinco pacientes en cinco minutos? Sí. Queremos un cambio. Por eso estamos aquí”, resume Elena Castresana.
Ana Sánchez Sempere, médico de familia y directora del centro de salud Gandhi, incide en esta cuestión. “Cuando viene un paciente a tu consulta viene por algo; tienes que tener tiempo para preguntarle, para escucharle, dejarle que te cuente. A veces, detrás de una consulta de ‘póngame paracetamol’, hay mucho más”, explica. “Con menos de diez minutos no podemos explorar a un paciente y llegar a un diagnóstico”, dice.
Sara Lacón cuenta que ella suele llevar “hora y media de retraso en las consultas” porque necesita escuchar a sus pacientes, igual que ellos necesitan que ella los escuche. “El otro día vino una chavala de 16 años que sufrió abusos sexuales. Estuve con ella y con su madre más de media hora. No podía ser menos”, zanja.
“Nosotros entendemos a los pacientes, y ellos a nosotros también. Pero a ninguno nos entiende la Administración”, añade Elena Castresana. “Todos estamos luchando por lo mismo”.
El problema, entre otras cosas, es que los médicos ya no tienen “tiempo”. Para atender en condiciones a sus pacientes sin “despacharlos”, para seguir formándose y actualizándose, para realizar tareas de prevención, revisar historiales de pacientes, hacer atención a domicilio…
“Intentamos llegar a todo, a nuestra costa”, recalca Juan Machado. “¿Entonces por qué la gente sigue teniendo una semana de espera cuando pide cita en el médico? Porque faltan médicos. ¿Y por qué faltan médicos? Porque no quieren lo que tenemos nosotros. Es así de claro, nos dicen: ‘No voy a hacer lo que estás haciendo tú’. Y tienen razón”, resume el pediatra, en referencia a la ‘huida’ de los médicos de familia y pediatras que realizan su residencia en Madrid pero, a la hora de escoger destino, deciden que no pueden quedarse con las condiciones que les ofrece la comunidad.
Los médicos en huelga tampoco ocultan que les escuece ver cómo en el resto de comunidades autónomas (Aragón, Extremadura, Andalucía) sus colegas han llegado a acuerdos con la Administración estos mismos días, sin tener siquiera que llegar a la huelga.
“Lo que vemos es que esos compañeros se sientan con las autoridades administrativas a solucionar esos problemas”, recalca Juan Machado. “Aquí llevamos siete semanas de huelga, siete días de encierro, y si te he visto, no me acuerdo. La diferencia es cualitativa. No sólo el volumen de problemas, sólo tenemos que ver el deterioro que tenemos con respecto a los interlocutores. Siguen sin querer sentarse. Esto no se ha visto en la vida”, se queja.
Por otro lado, apunta Ana Sánchez, a los médicos ya no les valen compromisos ‘vacíos’ de mejora, después de años de “incumplimientos sistemáticos” (los de 2007 y 2020), que hacen que a la hora de firmar un acuerdo el comité de huelga exija “una serie de garantías”: “Cómo van a llevar a cabo esas medidas, qué dinero van a invertir, de dónde lo van a sacar”.
En el puñado de reuniones que ha mantenido el comité con la Administración en los dos últimos meses, a ninguna ha asistido el consejero de Sanidad, Enrique Escudero, pese a los llamamientos del comité, y pese a que sí es él quien concede después las ruedas de prensa para informar a los medios sobre las ‘negociaciones’. Por descontado, tampoco ha acudido la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, que también dedica pública y notoriamente críticas a los médicos en huelga.
Los médicos dicen no sentirse mínimamente respaldados por su ‘patronal’. Citan, por ejemplo, el caso de la tramitación de las bajas. Mientras que a finales de año los medios publicaron que desde enero los médicos de familia, por Real Decreto, dejarían de gestionar las bajas laborales si la incapacidad del trabajador había sido atestiguada en la consulta de otro especialista, en Madrid los médicos de Primaria recibieron un aviso el 5 de enero por parte de la Gerente Asistencial de Atención Primaria, amenazando con “consecuencias disciplinarias” si se negaban a hacer estas bajas. Y ello, pesar de que el Real Decreto 634/2014 indica justo lo contrario, y de que los médicos de familia están también amparados por la Organización Médica Colegial.
“Es la cuadratura del círculo. [La Administración madrileña] no sólo está ‘prevaricando’, sino que si tú cumples la ley, si no les haces el juego, te sancionan”, denuncian los médicos. Les duele, además, que las advertencias de la Gerente llegaran precisamente cuando los sanitarios daban una tregua a la huelga durante la Navidad. “La voluntad de negociación que tienen es: al que levante la cabeza, se la bajo”, lamenta Marta Castelo.
“Están queriendo acabar con nosotros”
Berta Hidalgo, médica de familia en el centro de salud Estrecho de Corea, va más allá. Sostiene que “el problema de la falta de sanitarios es generalizado en muchos países”; en cambio, en Madrid, “están queriendo acabar con nosotros” de forma activa, dice. “Da la sensación de que les molestamos, de que somos incómodos. Y entonces pueden decir que somos unos vagos, que no queremos trabajar, que somos unos peseteros, que somos liberados sindicales…”, enumera. “Ninguno aquí somos liberado sindical”, aclara Hidalgo.
Y sin embargo, lamenta Mar Noguerol, “la presidenta [Díaz Ayuso] sigue diciendo que hacemos la huelga por motivos electoralistas”.
Ana Sánchez Sempere, por su parte, prefiere tomárselo con ironía. “No me explico cómo gana ella en Madrid las elecciones cuando resulta que todos los médicos somos unos rojos, los taxistas son rojos, en la universidad son rojos, a los que les han hundido la casa por el Metro en San Fernando son rojos…”, cita. “Si son todos rojos, que alguien me explique cómo gana, a ver si va a haber tongo”, se pregunta.