Sánchez y Feijóo protagonizan un debate bronco, con interrupciones y sin apenas propuestas
El líder del PP sobrevive pese a lanzar datos falsos frente al presidente del Gobierno, que no logra imponerse como esperaba a su rival.
Un debate bronco, sin apenas propuestas, lleno de reproches de sobra conocidos entre Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y líder del PSOE, y Alberto Núñez Feijóo, presidente y candidato del PP. Un debate ruidoso, agrio, plagado de interrupciones y en el que los moderadores se vieron sobrepasados por el excesivo ímpetu de ambos contendientes.
El cara a cara entre los dos candidatos presidenciables en Atresmedia fue una decepción para el elector que esperaba encontrar en alguno de ellos alguna propuesta con la que decantar su voto. Si de algo ha podido servir el debate, ha sido para que cada uno reafirmara su postura. Poco más.
Ya desde el primer bloque, dedicado a la economía, se pudo ver cuál iba a ser la tónica del vis a vis entre Sánchez y Feijóo. Con un líder del PP mucho más firme de lo esperado en este arranque, lanzando datos a diestro y siniestro, errando en la mayoría de ellos, sí, pero efectista en su estrategia ante las interrupciones de su rival, que negaba sin parar: "eso es falso", "no es cierto", "es mentira", repetía.
Ante la falta de verificación de tamaña cantidad de cifras lanzadas por el candidato del PP, Sánchez trataba de defenderse como podía, reiterando las medidas tomadas por su Ejecutivo y reprochando a su rival que no se acordara de la guerra de Ucrania a la hora de hablar, por ejemplo, de la inflación.
Feijóo atacó con sus clásicos en materia económica: además de la inflación, sus dudas sobre la realidad de los datos del paro, el PIB prepandemia y la deuda pública, con la que se ha hecho un lío al asegurar que hay que medirla "en términos cuantitativos" y no por el PIB. Por criticar, el dirigente del PP ha criticado hasta la excepción ibérica, llegando a asegurar que "la UE la va a derogar".
Sánchez parecía incómodo en este bloque, hasta el punto que Feijóo le ha llegado a preguntar, "señor Sánchez, ¿qué le pasa hoy?".
Más en su salsa se sintió al hablar de políticas sociales y de violencia de género, asunto al que Feijóo contestó hablando de la no investidura de López Miras en Murcia y con la ley del 'sólo sí es sí'. Nada de sus socios en muchas comunidades y municipios, la ultraderecha de Vox, que niega la violencia machista y apuesta por políticas que arrinconan este problema.
Sánchez sacó su vena indignada, molesto por los pactos del PP con la extrema derecha, que vehicularon la crítica del jefe del Ejecutivo.
Como el asunto había calado ya sobre cualquier bloque previsto, Feijóo sacó una de sus bazas: un documento para acordar con el PSOE un pacto para dejar gobernar a la lista más votada.
A la pregunta de uno de los moderadores de si se compromete a no hacer vicepresidente al líder de Vox, Feijóo ha contestado muy a la gallega: no, si no necesito sus votos. Es decir, instando al PSOE a hacerle presidente si gana las elecciones.
Después, el debate se ha embarrado aún más. Feijóo ha sacado a ETA y hasta ha recordado a Miguel Ángel Blanco. "Lo de Miguel Ángel Blanco", ha dicho, "le acompañará en su biografía". Golpes duros y bajos, poco esperados de un dirigente que se dice moderado.
Tampoco a Sánchez se le ha visto como se le esperaba, pese a que ha contraatacado recordando una frase de su rival poniendo en duda la autoría del 11-M.
Mucho pasado y poco futuro en el cara a cara, que no ha cambiado en los siguientes bloques, donde hemos oído la cantinela que se escucha diariamente en los mítines e intervenciones públicas de ambos: que si el sobresueldo de Feijóo, que si el Falcon, que si Pegasus. Y muchas afirmaciones completamente distorsionadas que el espectador ha sido incapaz de discernir por la cantidad de ruido en el ambiente.
El único momento de tranquilidad han sido los minutos de oro. Sánchez ha asegurado que "el PP no va a acabar con ETA porque ETA no existe" pero que sí puede acabar con la subida del SMI, la reforma laboral, las políticas de igualdad, los derechos LGTBI o la ley de eutanasia. Ha sacado pecho de su política económica y ha aseverado que "el 23 de julio no nos jugamos la alternancia, nos jugamos si España continua avanzando o se mete en un túnel del tiempo tenebroso que a saber dónde nos lleva".
Feijóo, por su parte, ha dicho que no quiere ser presidente "de cualquier forma" y ha pedido a la ciudadanía que vote "masivamente, directamente, para acabar con bloqueos y bloques que atenazan". "Los extremos saben bloquear, pero no saben gobernar ni gestionar", ha asegurado.
El líder del PP ha prometido ser "un presidente de fiar". "No voy a mentir", ha agregado antes de comprometerse a "escuchar los problemas" y "cumplir" con sus "compromisos". "Pretendo ser un político útil", ha añadido.
Así ha concluido un debate tosco, manchado por el ruido y ensordecido por el barro que de poco ha servido a quien se ha asomado con la esperanza de encontrar claridad en las propuestas.