Sánchez buscará en el Congreso el apoyo de sus socios al plan de rearme europeo con matices a la etimología del proyecto
El presidente del Gobierno enfrenta la tarea de explicar la posición de España con Sumar y los partidos a la izquierda del PSOE en contra del plan de Ursula von der Leyen y con un PP ávido de ruptura en el Gobierno de coalición.

Decía Nathan Paulin, uno de los mejores highliner del mundo, que su mayor temor, como en los despegues, es el del primer paso en una cuerda floja suspendida a cientos de metros de altura y percibir que no ha asegurado el amarre que le salvaría ante una hipotética caída. Como Paulin, Pedro Sánchez inició hace unos días un complejo ejercicio equilibrista sin la certeza de haberse anudado a la cuerda. El presidente del Gobierno comparece este miércoles ante el Congreso para informar, según Moncloa, "sobre la situación geopolítica actual" y "la visión de España sobre esta coyuntura". De fondo, el plan de rearme europeo de Ursula von der Leyen que obliga a todos los países de la UE a acomodar un buen puñado de arena para completar la cifra de 800.000 millones de euros. Un proyecto al que se oponen tanto Sumar, socios del PSOE en el Gobierno, como el resto de las fuerzas políticas de la izquierda parlamentaria.
Mientras en Europa PP y PSOE se muestran convencidos de que no hay alternativa al plan propuesto por la presidenta de la Comisión Europea y su "momento de fuerza para la paz", en España la realidad es bastante más alambicada. El gran dilema de Pedro Sánchez es cómo contentar las pretensiones de Von der Leyen sin que ello conlleve la espantada de sus socios de coalición, también de investidura. Todo ello con el Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo ávido de heridas incurables en el Ejecutivo.
Durante los últimos días, Sánchez ha desvelado cuál será su línea discursiva. De acuerdo con la necesidad de reforzar la defensa europea, el presidente del Gobierno busca introducir un debate sobre continente y contenido. "No me gusta el término rearmar, es una aproximación incompleta al desafío que tenemos por delante", dijo la semana pasada tras la reunión del Consejo Europeo. Está mucho más cómodo con la denominación "SAFE" que Ursula von der Leyen ha elegido para el instrumento financiero mediante el cual la Comisión movilizará 150.000 millones. "Es un matiz importante que se aproxima a cómo nosotros vemos esta cuestión", afirmó Sánchez.
Desde Sumar, sin embargo, y a menos de 48 horas de su comparecencia, han querido dejar claro que no ven el asunto como un debate "nominal". Este lunes, la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, emitió un comunicado en el que señaló que "no se trata de cambiar una palabra" sino de "cambiar todo un proyecto europeo". "El plan de rearme que presentó Ursula von der Leyen no es una simple cuestión léxica, no es nominal. Es un proyecto que impugna la concepción de Europa basada en el bienestar social, el trabajo, la paz y la seguridad globales", defendió antes de asegurar que su idea de seguridad es "profundamente distinta" a la de la presidenta de la Comisión Europea.
El mensaje de Díaz llegó además pocos días después de que Sumar y los partidos a la izquierda del PSOE votaran en el Congreso a favor de una moción del BNG que instaba al Gobierno a oponerse al plan de rearme europeo. Más allá de ligeros matices respecto a la posición con la OTAN (si bien la moción pedía salirse de la Alianza Atlántica, Sumar prefiere hablar de reforzar un proyecto europeo desvinculado), Sánchez comprobó cómo quienes lo auparon a la Presidencia se posicionaron frente a un proyecto que los socialistas han hecho suyo en Europa.
Además de una línea discursiva de Díaz cada vez más rígida con sus socios en el Gobierno, otros partidos como Izquierda Unida, que está en el Congreso bajo el paraguas de Sumar, han avisado al presidente con contundencia. La responsable federal de Organización y Área Interna de IU, Eva García Sempere, advirtió a Sánchez de que no permitirían "ambigüedades". Compromís incluso ha anunciado que retirarían su apoyo al Gobierno si el PSOE buscara los apoyos del Partido Popular para cumplir con las expectativas europeas respecto al gasto en Defensa.
Sánchez intentará apaciguar los ánimos con la defensa de una idea de seguridad diferente, acaso matizada, a la de Von der Leyen y los países del Este de Europa, sobre todo los fronterizos con Rusia. El presidente del Ejecutivo quiere trasladar la reflexión de que es posible garantizar el cumplimiento del plan de rearme europeo sin la necesidad de que ello suponga... Rearmarse. Hablará más bien de tecnología. "Lo diré la próxima semana – dijo Sánchez tras el Consejo Europeo –, las amenazas que tiene el sur de Europa son algo diferentes a las que tiene el Este de Europa, más ataques híbridos en lugar de ataques físicos. En nuestro caso son ataques que tienen que ver con la ciberseguridad. Lo que tenemos que hacer es mejorar nuestras capacidades de ciberseguridad, la lucha contra el terrorismo, la inestabilidad en el Mediterráneo, todo lo que tiene que ver con la emergencia climática, las conexiones satelitales, la computación cuántica o la inteligencia artificial. [...] Cuando hablamos de seguridad y defensa, hablamos de tecnología, y en muchas ocasiones de tecnología de doble uso, porque los drones que pueden fabricarse en Europa pueden utilizarse en caso de conflicto, pero también en la lucha contra los incendios o en la prevención de emergencias climáticas".
Pero aparte de la pretendida huida del lenguaje belicista, todavía está por ver si Sánchez abordará el lugar del que saldrá el dinero para financiar el aumento del PIB en Defensa (se ha comprometido a llegar al 2%), aunque nada apunta a que el presidente vaya a utilizar esta comparecencia para desglosar el gasto militar. Como con los Presupuestos, el objetivo de Sánchez es el de estudiar las posibilidades reales que tiene el Gobierno de contar con el apoyo de sus socios. Luego, el dinero. Y, al final, el miedo a tener que recurrir al Partido Popular, que asiste desde la grada a la expectativa de una acentuada grieta en la coalición progresista. "¡Larga vida a la caída!", decía el equilibrista Nathan Paulin en una suerte de consigna aventurera.