Rubén Sánchez: "Hay una potente maquinaria de bulos que busca llevar al poder a ultraderechistas"
Entrevista al secretario general de FACUA es autor del libro 'Bulos. Manual de combate': "Ha habido una confusión entre lo que es desmontar las mentiras de alguien peligroso y apoyarlo".
Se ha convertido en uno de los principales altavoces de los consumidores en España como secretario general de Facua. Rubén Sánchez (Sevilla, 1974) acaba de lanzar su nuevo libro, Bulos: manual de combate, en el que cuenta su experiencia personal haciendo frente a la desinformación desde las redes sociales, pero también en los tribunales.
Aunque desde la organización suele hacer frente las desigualdades que los ciudadanos viven por parte de empresas eléctricas, financieras, supermercados y compañías aéreas, entre otras, también ha sido objetivo de un importante número de ataques personales que han desembocado en 25 victorias en juicios.
Algunas de esas sentencias han sido pioneras a nivel mundial. La Justicia obligó al presidente de Ausbanc, Luis Pineda, a publicar el fallo durante 30 días en Twitter, actual X, y, en otra ocasión, a colocar carteles con otra sentencia por haber puesto por Sevilla anuncios de 'Se busca' con la cara del actual secretario general de Facua.
Los bulos no son una cosa de los últimos años, en el libro hablas de lo que hizo la Alemania nazi ¿Crees que no hemos aprendido de los errores del pasado?
Los bulos son discursos muy fáciles de penetrar en la población, se viralizan fácilmente y se encuentran con una población que es poco crítica, que no se para, o lo hace poco, a la hora de valorar la veracidad de determinados mensajes. Son bulos que nos llegan por WhatsApp o difundidas por pseudomedios y personajes que los difunden para provocar determinados efectos a nivel político.
Dices que es “imposible” hacer frente a todos y cada uno de ellos. Pero ¿qué es lo que se debe hacer para combatirlos?
Un ciudadano no puede hacer frente a todos los bulos que le llegan. Eso no tiene capacidad de hacerlo ni un profesional de la comunicación que se dedique exclusivamente a eso. Es inviable. Lo que sí puede hacer es, en aquellas informaciones a las que le presta atención, aprender a digerirlas para descubrir total o parcialmente bulos. Existe el papel activo para combatir los bulos. Desde que en las redes compartas un mensaje de alguien que es referente que desmonta un bulo a que tú mismo lo puedas desmontar. Si consideramos que los ciudadanos podemos ser un ejército contra los bulos en esta guerra contra la desinformación, cualquier persona puede ser un soldado, compartiendo un mensaje de alguien que haya sido capaz de desmontarlo.
La victoria de Trump y el uso que ha hecho Elon Musk de X es uno de los últimos reflejos…
Es un reflejo de la tendencia en la que hay redes sociales que manipulan el algoritmo para que fomenten determinados contenidos que representan desinformación y silencie a los que desmontan esas mentiras. Un algoritmo que se convierte en un fraude y se pervierte el modelo de comunicación porque las reglas de juego ya están viciadas. También hay personas que tienen más difícil combatirlos en algunas redes como en X. Eso no significa que haya que abandonarla. Sabemos que lo tenemos más difícil, pero abandonar ese campo de batalla es permitir que el enemigo venza. Todos los que están en X no son creadores de bulos. Hay muchas víctimas de ellos que necesitan que haya gente y medios de comunicación que los desmontemos.
Ha logrado 25 sentencias favorables. ¿Puede ser la manera para hacerles frente?
En 10 años, han sido 25 sentencias y, dentro de ellas y fuera de ellas, todavía sigue habiendo 14 causas abiertas. Sólo tengo tres causas dónde hay recurso, la inmensa mayoría son nuevas. Si somos víctimas de un bulo por parte de un medio de comunicación, podemos ejercitar el derecho de rectificación. Pero luego están las demandas por intromisión y legitimar el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen. Es una justicia costosa. Si pierdes, te puedes llevar una condena en costas. Es difícil para un ciudadano sin grandes recursos económicos.
A mí me provocó un enorme endeudamiento durante años. Estuve en números rojos. Gracias a que mis padres me prestaron varios miles de euros y con eso pude mantener un nivel de vida razonable. La justicia no es barata y hay que tener mucha paciencia. Luego está la vía penal por injurias y calumnias. Tengo abierta una causa contra Vito Quiles, que estoy esperando a ver si la jueza le manda a juicio. Tengo la satisfacción personal de decir que no tengo ni una sola condena. Tengo 25 victorias judiciales. Alguna causa la he perdido siendo yo el demandante, pero nunca me han ganado en los tribunales.
También cuentas la lucha que has mantenido contra Luis Pineda, presidenta de Ausbanc. ¿Cómo han sido estos 13 últimos años?
Mi bautismo de fuego en esta guerra contra la desinformación fue frente a Luis Pineda. Hubo dos procedimientos judiciales que emprendí yo contra él y otros dos de Facua y los ganamos. Dos de las sentencias fueron pioneras a nivel mundial. La primera que le gano provocó que tuviese que publicar durante 30 días consecutivos en Twitter que estaba condenado. La última, que le gana Facua, tuvo que publicar el contenido del fallo en este caso, en carteles en las calles, como había hecho con carteles con mi cara y la frase 'se busca'.
Me sirvió para ver cómo, a través de la justicia, se pueden lograr sentencias que tienen repercusión pública y, en determinados casos, provocar que tu reacción al bulo y el éxito tenga más repercusión que el bulo en sí. Esto se consigue en pocas ocasiones. Hay más gente en España que sabe que yo le gané a Luis Pineda en los tribunales por mentir sobre mí, de la que conoce cuáles fueron las mentiras que vertió sobre mí. Son casos muy excepcionales.
Detrás de todo esto, hay un daño personal. ¿No ha habido ningún momento en el que hayas pensado en tirar la toalla?
A nivel personal, por supuesto. Muy especialmente en los primeros años. Esto me ha costado lágrimas, lágrimas de mi familia. Ver Sevilla llena de carteles con tu cara llamándote delincuente provoca una angustia para la persona que lo sufre, más allá de leer lo que se había publicado en medios y redes sociales, por si salía una nueva difamación. El daño es incalculable. La indemnización económica que puede representar la reparación del daño, no compensa.
Es algo con lo que me he acostumbrado a vivir, con ataques reputacionales por parte de una enorme lista de ultraderechistas. De hecho, de las 14 causas abiertas, 13 son contra ultraderechistas que han difundido difamaciones contra mí. Pero lo que he pensado con esas embestidas más duras en de dónde vengo. Vengo de una familia que sufrió la represión del franquismo. Tengo un bisabuelo que está en una cuneta y un padre al que le pegaron durante varios días en una comisaría franquista de Sevilla. Yo veo lo que vivió mi familia y me planteo que esto sólo es un ataque moral y reputacional. No es nada en comparación con lo que hicieron y no me veo tirando la toalla.
Porque buscan imponer un relato que es falso a costa de la persona afectada...
Cuando se lanza un bulo, busca un daño reputacional, una difamación contra una persona, partido político o institución. El objetivo es hundir al enemigo. Luis Pineda me decía en redes, 'dimite de Facua y se acabó'. Lo verbalizaba de una forma muy clara. Quería destruir a otra organización de consumidores y hundir al adversario, para que se retire de lo que está haciendo.
También tienen por objetivo el hundimiento económico. Me ha ocurrido con el juez Serrano, de Vox. Se dedica una y otra vez a ponerme demandas judiciales. Ha impulsado cinco causas, casi todas por la vía penal, y lo que busca no sólo es la victoria judicial, sino erosionarme económicamente. Obligarme a tener que estar contratando abogados y procuradores para que me defiendan. En el caso del juez Serrano no lo ha conseguido. Ha perdido todas las causas.
Ha habido representantes que han logrado un escaño en base de desinformación. ¿Qué opinión tienes de lo que ha logrado Alvise en los últimos meses?
El libro es un manual de combate de bulos basado en mi experiencia. Hay personajes que cuando empiezan a lanzarlos y a popularizarlos. Va creciendo y se va viralizando su discurso de odio, hay que pararle los pies, emprendiendo acciones legales, pero también desmontando públicamente sus mentiras. Muchos tuiteros han hecho eso con Alvise desde 2020, pero en medios de comunicación no tanto. Había una decisión de que no había que darle bola y no se daban cuenta de que se estaba convirtiendo en alguien popular por él solo.
Eso no ha sido con el apoyo de los medios. Ha habido una confusión entre lo que es desmontar las mentiras de alguien peligroso y apoyarlo. Sirve para hacer que mucha gente que empieza a confiar en él, se dé cuenta de lo que hay detrás y que puede cometer prácticas delictivas, como la que se va a investigar en breve en relación al dinero que ha recibido para su partido.
En el libro también hablas de Juan Carlos I o Felipe González. ¿Crees que España siempre ha vivido rodeada de bulos?
Los bulos han existido desde que el hombre se comunica. Otra cosa es la viralización del bulo. El gran problema es la intencionalidad. El tema de Juan Carlos I y Felipe González, se trata de los bulos institucionalizados. El hecho de que se presentara al rey Juan Carlos I como un tipo honesto que nos había traído y salvado la democracia, y Felipe González, como un señor de izquierdas y socialista. Desde luego, que socialista tenía poco y de izquierdas, como se está viendo hoy en día, poco también.
Ahora hay una potente maquinaria de bulos que busca llevar al poder a ultraderechistas y provocar recortes de derechos sociales en aquellas minorías más desfavorecidas.