Las últimas 48 horas de la vida política de Errejón: un post en Instagram y una reunión para forzar su salida
Una denuncia anónima en el perfil de Instagram de la periodista Cristina Fallarás puso en alerta a Sumar y Más Madrid. El miércoles, el diputado ya sabía que estaba sentenciado.
El pasado martes en el Congreso de los Diputados, Íñigo Errejón se escurría por los pasillos defendiendo ante los medios de comunicación el pacto con el PP para sacar adelante dos votaciones a espaldas de su socio de Gobierno. "Quiero decirlo muy claro, no es una cosa por otra. Es bueno acabar con los abusos de la banca a las familias hipotecadas con cláusulas que han podido ser viciadas, y es bueno que los gobiernos tengan que rendir cuentas ante el Congreso cuando quieren enviar tropas al extranjero", aseguraba ante los medios.
Lo que prácticamente nadie conocía en ese momento es que Sumar ya estaba trabajando en la dimisión de su portavoz en la Cámara Baja después de que la periodista Cristina Fallarás publicara un día antes en su cuenta de Instagram un mensaje anónimo de una mujer que denunciaba haber sufrido episodios de violencia machista a manos de "un político muy conocido que vive en Madrid", al que después definía como "el indignado social" que "nunca saca la cabeza los días del 8M". "Es un maltratador psicológico, un verdadero psicópata, un monstruo", añadía al respecto.
La denuncia fue posteriormente eliminada de la red social y el mensaje volvió a recuperarse parcialmente el martes por la mañana. Para entonces, usuarios de esa y otras redes sociales comenzaron a especular con la identidad del político. Y todos apuntaban en la misma dirección.
Según las fuentes consultadas por El HuffPost, la dirección de Sumar se hizo eco de esas especulaciones y pidió explicaciones a Íñigo Errejón al respecto. Algunos medios, incluso, aseguran que ya ese día Yolanda Díaz habló con su portavoz para exigirle la dimisión. Paralelamente, la vicepresidenta segunda del Gobierno puso en marcha una denominada "investigación interna" para conocer la profundidad del caso.
La situación se desbocó el miércoles, cuando Errejón rehuyó las cámaras y accedió a la sesión de control al Gobierno por una zona diferente a la habitual. Sólo hizo unas breves declaraciones sobre la comparecencia de la ministra de Vivienda y grabó un breve vídeo para hablar sobre polarización que se emitiría al día siguiente en el programa 59 segundos.
Errejón sabía que estaba señalado tras la publicación de Cristina Fallarás y que estaba sentenciado. La dirección de Más Madrid también tomó la decisión de que el tiempo de Errejón había terminado y que Sumar debía tomar cartas en el asunto cuanto antes. Varios dirigentes contactaron con él para corroborar las informaciones. Lejos de negarlo, Errejón admitió que las denuncias anónimas contra él eran ciertas, pero argumentó que no había cometido ningún delito.
El jueves por la mañana, Yolanda Díaz tuvo una nueva llamada telefónica con él en el que le trasladó que si no dimitía iba a ser cesado. Errejón aceptó irse. La vicepresidenta, de viaje oficial en Bogotá, no volvía a pronunciarse al respecto hasta pasadas varias horas, cuando la noticia ya era pública reiterando el compromiso contra el machismo de Sumar, del que decía, es “firme y sin excepciones”.
Paralelamente, y consciente de que no podía garantizar que no habría más testimonios como los publicados, Errejón redactó la carta de dimisión y la presentó en la reunión de la ejecutiva urgente que había convocado Movimiento Sumar. Allí, por unanimidad, se aceptó la decisión de su dimisión y se le pidió que no hiciera público el comunicado hasta que acabara la reunión. Errejón hizo caso omiso y a las 14:30 horas publicó su carta.