La huelga de alquileres y la lucha por la vivienda: desde la Antigua Roma a 2024
Hace más de 2.000 años ya había problemas entre inquilinos y rentistas que desataron revueltas por los elevados precios del alquiler y la condición de las viviendas. En septiembre, huelgas de alquileres tuvieron éxito en Canadá.
Que la historia es cíclica, el eterno retorno, llámenlo como quieran, pero lo cierto es que la idea de una huelga de alquileres, eso que algunos ven como algo totalmente disparatado e inaudito no lo es tanto, o al menos no debería ser tan increíble. Huelgas de alquileres ha habido tantas como historia tiene el alquiler, y vaya si la tiene. En National Geographic hablan de las desigualdades que ya existían en Roma entre rentistas e inquilinos en el siglo III antes de C. Hace más de 2.300 años, vaya. Poca cosa. Más de dos mil años y aunque todo es distinto, todo sigue también un poco igual.
Desde que el Sindicato de Inquilinas de Madrid anunció que preparaban una huelga de alquileres, la pregunta más escuchada y leída ha sido la de si se puede dejar de pagar el alquiler en España. Se ha interrogado más sobre si es legal y poco acerca de si es posible seguir pagando los alquileres tal y como están los precios. ‘Ya, bueno, ¿pero lo es? ¿Es legal dejar de pagar? ¿Es legal una huelga de alquileres en España?’, podría preguntar alguien. La respuesta rápida es no. Pero claro, tampoco la huelga laboral lo era antes de serlo. Obvio. Si fuera por ello, ni siquiera los partidos políticos eran legales en España hace unos años. “El derecho a huelga se consigue haciendo huelgas”, decía hace unos días Víctor Palomo, portavoz del Sindicato, a El HuffPost citando a Marcelino Camacho.
La huelga de alquileres que quiere hacer el Sindicato, sin embargo, no es por dejar de pagar y ya, no, sino un modo de presión para rebajar los precios. “La huelga de alquileres es una acción colectiva en la que decidimos no pagar la parte del alquiler que consideramos ilegítima. Ante el bloqueo institucional y la falta de soluciones, somos nosotras quienes vamos a bajar los precios. Las inquilinas no podemos esperar más, plantemos cara al rentismo”, explican desde el Sindicato. Esta huelga guarda similitudes con la que tuvo lugar en la Barcelona de 1931. Como cuenta Manel Aisa en su libro La huelga de alquileres y el Comité de Defensa Económica citando a Xavier Díez, aquel paro fue más un acto de “insumisión colectiva” que una “huelga convencional”.
La huelga en Barcelona, para el Sindicato, "demostró que la organización colectiva puede hacer frente a la especulación", señala Assiatou Diallo, una de sus portavoces. "Aunque el contexto sea distinto, para nosotras es importante rescatar de allí la unidad de las propias inquilinas, la creación de redes de apoyo mutuo y la capacidad de presionar a las instituciones", defiende.
A su vez, la huelga de aquella Barcelona, en la que participaron unas 100.000 personas, tuvo su precedente en la Unión de Defensa de Inquilinos de Barcelona que se creó en 1919 con unos objetivos que sonarán a más de uno: entre otros, el cese de los abusos de los propietarios, evitar los desahucios por los aumentos en los alquileres, impedir que estos continuaran al alza, reducir los impuestos del inquilinato u obligar a los propietarios a tributar en consonancia con los alquileres que percibían.
Este organismo tuvo su ejemplo en la huelga de los inquilinos de 1907 en Argentina. En Buenos Aires, Rosario, La Plata o Bahía Blanca, cerca de 100.000 personas decidieron también dejar de pagar el alquiler frente al incremento desmedido de los precios. Solicitaban, por ejemplo, una rebaja del 30%, la eliminación de los tres meses de depósito (ay, la fianza) o más flexibilidad en los vencimientos y desalojos. Aunque algunos consiguieron rebajas, el Estado, aquí y en Barcelona, se puso de parte de los propietarios.
Y así podríamos seguir, como decíamos, hasta la Antigua Roma. Qué incredulidad, ¿no? El arqueólogo y divulgador Mikel Herrán, más conocido como Puto Mikel, lo explicaba hace unos días en El Intermedio. Era un problema tan grande que provocó revueltas armadas”, explicó a El Gran Wyoming. ¿Cómo se llegó hasta ese punto? Herrán lo explica en conversación con El HuffPost. “En los años 40 a. C. Roma había crecido de forma exponencial que la demanda de vivienda era mucho menor que la oferta, por lo que comenzaron a levantarse bloques de vivienda, los insulae, en su mayoría construidos o comprados por los patricios, por los nobles. Aunque la costumbre decía que vivir de las rentas no estaba bien visto, a nivel real, muchos vivían de eso”. El historiador pone como ejemplo a Ciceron: “Ganaba 80.000 sestercios solo por sus rentas urbanas”.
El problema ya no era solo el elevado coste de las viviendas, sino también su mala calidad. Al final, prosigue Mikel Herrán, “los tribunos de la plebe, que eran los encargados de velar por sus intereses, llevaron sus quejas al Senado. Uno de ellos propuso una condenación de las deudas y el Senado, que estaba formado por patricios y, por tanto, rentistas, terminó expulsándole de Roma. Su sucesor también propuso lo mismo y terminó habiendo un enfrentamiento armado entre sus tropas y las de Marco Antonio”. La tensión, al menos en parte, se calmó con el regreso a Roma de Julio César, que terminó limitando el alquiler. “El máximo sería de 1000 sestercios en Roma y 500 sestercios en el resto de Italia, aunque solo fue un parche”, explica Herrán.
Lo que nos enseña la Antigua Roma es que, al final, el tema de la vivienda es casi un incunable. El porqué nadie ha sido capaz de abordarlo es sencillo. La respuesta está en el bolsillo. En el de algunos, claro. “Es un problema eterno desde que un bien de primera necesidad como la vivienda se concibe como un lucro. Aunque depende de en qué sitios y en qué períodos históricos, la vivienda siempre ha sido un motivo de aprovechamiento y especulación en las capitales. Si en su momento era por el crecimiento demográfico, ahora puede serlo por el turismo masivo. Vivir de las rentas siempre ha dado seguridad además de situarte en un determinado escalón social”, zanja.
¿Y hay ejemplos más recientes de huelgas de alquileres? Sí, tampoco hace falta irse a los años previos a C. Los hay de hace poco, y además exitosos. Es el caso de Toronto, donde desde mayo de 2023 cientos de inquilinos han retenido el pago del alquiler. Como en Roma, son muchos los bloques de viviendas en las que los arrendatarios han decidido ponerse en huelga tanto por las subidas del alquiler como por las malas condiciones de los pisos. Y hace unos días, los inquilinos del 1440 y el 1442 de Lawrence Ave. West celebraron su victoria después de una huelga que iniciaron en octubre de 2023. Con su lucha lograron que se obligase a la propietaria de los inmuebles a realizar el mantenimiento y las reparaciones necesarias sin que ello repercutiera en los inquilinos. “Cuando los inquilinos como ustedes se unen, se organizan, celebran juntos, comen juntos y trabajan juntos, ganan”, declaraba una de estas arrendatarias al Toronto Star.
La huelga de alquileres en Madrid
Aunque todavía no hay una fecha definida, Assiatou Diallo, portavoz del Sindicato de Inquilinas, avisa de que está "muy cerca". "Cada día se suman más inquilinas", explica. En estos momentos, trabajan en diferentes Asambleas para dar forma al paro. "Estamos evaluando distintas estrategias. Una de las cosas que hemos pensado es dejar de pagar las cláusulas abusivas como el IVI, el seguro de impago o la comunidad, que son conceptos que debería pagar el propietario. También estudiamos la posibilidad de dejar de pagar toda la renta del alquiler cuando sea posible, dependiendo de las condiciones de cada inquilina pero siempre contando con una estructura en el Sindicato y una red de apoyo que pueda sostener a todas las personas que hagan la huelga. Lo más importante ahora es que todas puedan sumarse a esta huelga de forma segura", detalla Diallo.
Respecto al miedo a la hora de participar, Diallo reconoce que es comprensible, pero opina que es justo lo que se pretende. "Este sistema rentista está hecho para ello, para que todas nos sintamos solas e indefensas", denuncia: "Lo más importante y lo que constatamos en las Asambleas es que cuando nos organizamos somos mucho más fuertes. No es lo mismo que una persona haga huelga sin acompañamiento o respaldo a que sean cientos de personas. Por eso estamos preparando esas redes de apoyo, ofreciendo asesoramiento legal y acompañamiento".
"Para ganar estas batallas", zanja Diallo, "es importante unir fuerzas para que los buitres vena que no estamos solas".