De 'Isabelita' a azote de Sánchez: el ascenso imparable de la 'matarreyes Ayuso'
Ni las ayusadas ni los "asuntos de familia" han logrado destronar al último gran fenómeno de la política española, que ahora aspira a la mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid
Un día, Esperanza Aguirre se hartó de Isabelita. La 'baronesa' madrileña del PP, que según sus cercanos "era de amores y odios", decidió de buenas a primeras apartar de su equipo a aquella joven simpática que había comenzado en 2006 como asesora de comunicación de Alfredo Prada, consejero de Justicia de Madrid, y que después se había sumado a su gabinete.
Isabelita, como así la llamaba la lideresa, era en realidad Isabel Díaz Ayuso, una licenciada en periodismo por la Universidad Complutense que desde muy pronto había empezado a subir peldaños dentro del PP. Trabajó de forma muy directa con Aguirre, pero al final ella se cansó y la dejó colgada. Tuvo que ser Lucía Figar, secretaria de comunicación del partido, quien salió en su rescate para ofrecerle a posteriori un puesto de trabajo en Génova al cargo de las redes sociales.
Tres lustros después, Isabelita es la presidenta de la Comunidad de Madrid y una de las figuras políticas más destacadas del panorama nacional. La candidata del PP a revalidar su cargo en las elecciones autonómicas del próximo de 28 de mayo ha forjado a sus 44 años su propia leyenda. Hija de Nuevas Generaciones, consiguió poco a poco ascender dentro de la organización para acabar convirtiéndose en la apuesta personal de un Pablo Casado que, a la postre, sería engullido por su propia criatura. Azote del gobierno liderado por Sánchez, su arrollador carácter, el tono belicoso que emplea ante sus contrarios y la fuerza de sus discursos - con cierto hondo populista - la han encumbrado como la líder de la oposición en la sombra y la principal valedora de las nuevas corrientes liberales que coquetean de forma inequívoca con la ultraderecha.
De hecho, según la confesión del periodista Eduardo García Serrano - que la trató durante su etapa de tertuliana en Radio Intercontinental - los orígenes políticos de Ayuso la dibujarían como una "falangista de rompe y rasga". El círculo próximo a la dirigente madrileña siempre ha negado esa conexión, aunque desde su etapa universitaria no ha dejado de mostrar hostilidad hacia el "movimiento podemita". "Yo los conocí hace veinte años y ya eran lo mismo", aseguró en una entrevista.
Ayuso pasó horas en la emisora de la radio y en los sótanos de la universidad hasta sus primeras experiencias en el mundo laboral. La primera fue en el año 2000, siendo aún estudiante, en Ecuador. Allí trabajó en una agencia de marketing. Después, en el año 2002, se mudó a Dublín (Irlanda) para trabajar en una emisora como productora de un programa de radio fórmula. Su experiencia en el ámbito privado la completó como monitora de inglés en Malta y unos meses más de trabajo en Radio Marca.
Su aterrizaje en la política y en el PP se produjo finalmente en 2005, cuando se afilió al partido. En ese tiempo, comenzó siendo becaria de la fundación FAES, después fue nombrada a dedo asesora del gobierno regional y acabó recalando en Madrid Network, una asociación formalmente privada pero creada bajo control y financiación del gobierno madrileño. En esta última etapa su sueldo ya era de 4.219 euros, mientras en paralelo llevaba la cuenta de Twitter de Aguirre y la comunicación online del PP de la capital "de manera voluntaria".
En mayo de 2011, gracias a Aguirre, entró en la lista del PP para la Asamblea de Madrid como número 74, aunque los populares sólo consiguieron en las elecciones autonómicas 72 escaños. Díaz Ayuso se quedó a las puertas, pero las carambolas del destino hicieron que Engracia Hidalgo renunciara y ella pudiera acceder al cargo público. Fue en aquella campaña cuando Ayuso se inventó la cuenta de Twitter que ha opacado su curriculum desde entonces: el perfil de Pecas, el perro de Esperanza Aguirre. Desde siempre se ha dicho que fue ella quien creó y gestionó dichas publicaciones, algo que la propia dirigente acabó desmintiendo. "Sé que la mantuvieron, la actualizaron y escribían, pero no tuve mucho que ver", señaló en LaSexta.
En 2015, Cifuentes también la sumó a su equipo, llevando su campaña electoral en las redes sociales. Ya era indudable que era una persona importante en el PP de Madrid, por lo que volvió a ser elegida diputada autonómica por segunda vez y portavoz adjunta del grupo parlamentario popular en la Asamblea de Madrid. En septiembre de 2017, saltó al Ejecutivo autonómico como viceconsejera de Presidencia y Justicia. Pero sólo duró ocho meses porque acabó mal con Ángel Garrido.
Mientras, Ayuso y Casado siguieron estrechando lazos. Los dos amigos de Nuevas Generaciones tenían una forma similar de ver el futuro del partido, sentían absoluta pasión por la nueva política y conocían la enorme influencia de las redes sociales. Poco después de que Ayuso saliera por la puerta de atrás del gobierno regional, Casado confió en ella para ser la candidata autonómica del partido. En aquellas elecciones de 2019, siendo desconocida para muchos de los electores, Ayuso quedó segunda con el 22,23% de los votos. La suma con Cs y Vox le abrió las puertas de Sol y dio origen a su leyenda. Dos años después, en la nueva cita con las urnas, la candidata doblaría resultados hasta el 44,73% de los apoyos y 65 escaños, a sólo cuatro de la mayoría absoluta.
Su ahora disparada popularidad no ha quedado en ningún momento mermada por los "asuntos de familia" que han manchado su carrera política ni por las ya conocidas ayusadas, afirmaciones extravagantes, disparatadas y provocadoras que forjan el supuesto carácter espontáneo de su figura. Desde el "los atascos son seña de identidad de Madrid" hasta "en Madrid no te puedes encontrar con tu ex" pasando por "la gente de Serrano vive igual que la de Pan Bendito", "si te llaman fascista estás en el lado bueno de la historia" o las mujeres "que aspiran a llegar solas y borrachas a casa". Aunque la oposición ha cargado contra estos discursos simplistas, en el particular acervo popular se impostan como gracietas propias de una dirigente política diferente, accesible y más mundana.
Una forma de ser acentuada con un vestuario próximo a la elegancia, pero alejada de la sofisticación. Correcta, pero no ostentosa. Y es que si en algo Ayuso ha sabido dominar a la perfección ha sido en presentarse al electorado como una ciudadana más y no como la típica candidata pija de derechas. "Ayuso es más de calle y eso es muy bueno para un político. La ciencia lo llama 'sentido de pertenencia a la tribu', que consigue que las personas que visten de una manera parecida a la tuya te vean como un igual. El ser humano, por naturaleza, venimos diseñados para confiar en nuestros iguales", asegura a El HuffPost José Luis Martín Ovejero, experto en comunicación no verbal.
Desde su punta de vista, Ayuso es una mujer que cuida mucho su apariencia pero adaptándolo a un perfil cercano. "Cuando fue a El Hormiguero se puso una chaqueta de cuero, y eso no fue casual. En actos oficiales suele vestir mucho de rojo, por los colores de la bandera madrileña, pero también porque es un color que transmite liderazgo. Y eso tampoco es casualidad", señala el experto.
En lo que se refiere a la oratoria, en Ayuso cohabitan dos perfiles comunicativos totalmente opuestos. "En los momentos en los que se intenta autocontrolar, se convierte en una estatua parlante. No gesticula y tanto el volumen de su voz como su entonación son planos. Sin embargo, cuando se sitúa en un perfil alto, es más emocional y está más convencida de lo que está haciendo porque a ella le gusta intervenir en publico desmelenándose. Es entonces cuando vemos miradas muy intensas y una gestualidad de manos que denotan convencimiento. De hecho, cuando se remanga sabemos que va a entrar en acción. Este perfil le funciona porque es más natural ya que necesita ser explosiva, pero también consigue que la gente empatice con ella", asegura el experto. En lo que no cabe duda, según Martín Ovejero, es que si hay una persona en el PP que puede movilizar a la calle "esa es Ayuso". "A nadie le resulta indiferente, que es lo más importante para un comunicador. O la amas o la odias. Algo muy parecido a lo que ocurre con Iglesias, quien precisamente nació el mismo día que Ayuso", señala.
Esa capacidad de liderazgo y empatía arrolladora le han permitido pasar de puntillas sin apenas desgastarse por algunos de los escándalos de ámbito personal y de su gestión durante estos últimos cuatro años de gobierno. Por ejemplo, la oscura donación de una vivienda que recibió de sus progenitores tras el impago de un crédito otorgado a una empresa de la que sus padres eran propietarios a un 25%. Dicha deuda acabó siendo asumida por la bolsa común de la ciudadanía, ya que el préstamo había sido avalado por AvalMadrid, cuya presidencia ostenta la administración madrileña. La sospecha de que lo sucedido con la donación del piso podía constituir un delito de alzamiento de bienes planeó de inmediato sobre la escena política. La oposición exigió la puesta en marcha de una comisión de investigación, que acabó en nada.
De igual manera, tampoco la destruyó la famosa comisión de casi 300.000 euros para su hermano por la adquisición de unas mascarillas en el peor momento de la pandemia o los denominados "protocolos de la muerte" que prohibían derivar a un hospital a personas con cierto grado de dependencia o alzhéimer. En la práctica, dicha directriz supuso excluir de la atención hospitalaria durante el covid-19 a la mayoría de residentes de geriátricos.
Pero, ¿cómo ha podido salir indemne Ayuso de tales capítulos? Alicia Gutiérrez, periodista de Infolibre y autora del libro "Porque me da la gana: Ayuso, la nueve lideresa", cree que la izquierda tiene parte de "responsabilidad" en esto. "La oposición no ha conseguido trazar su propia senda. Más bien, es Ayuso y su equipo quienes marcan la agenda y los que deciden de qué se habla", asegura. En su libro, Gutiérrez detalla esta estrategia como el arte de la guerra librada por el jefe de gabinete de la presidenta, Miguel Ángel Rodríguez: "Decir lo que mucha gente quiere escuchar y desviar la mirada de quienes observan".
Pero aunque muchos quieran ver a Ayuso como una títere del exportavoz del Gobierno, la autora tiene claro que la dirigente madrileña define y modula su estrategia sin ningún tipo de coacción o inseguridad. "Hay un concepto clásico que es parresia y que se dedica a las personas que hablan con audacia y franqueza. Ayuso ha conseguido precisamente eso, aparentar que habla de una manera firme. Lo cual no la exime de ser pendular y adaptar su mensaje a las circunstancias o a sus intereses", asegura Gutiérrez. Como prueba, sus diferentes posturas con Vox, su cambio de discurso sobre temas de gran debate como el aborto o haber contratado sin rubor alguno a un organismo catalán independentista para elaborar el documento oficial de la Comunidad de Madrid sobre la reforma tributaria. "Ayuso posee una gran inteligencia y una gran capacidad de mando. Puede tener un buen gurú detrás, pero calificarla de señora que sólo dice tonterías, al final tiene un efecto bumerán para la oposición", destaca la autora.
Su fachada de mujer dura y firme se ha venido públicamente abajo en muy contadas ocasiones. "Yo la recuerdo muy triste en el congreso extraordinario del PP en el que dimite Casado y se entroniza a Feijóo. Después de que él le diera el famoso beso, Ayuso dejó caer el brazo completamente muerto y su expresión facial era de tristeza y mirada perdida. No estaba enfadada, estaba hundida", asegura por su parte Martín Ovejero.
Un momento de vulnerabilidad que se atisba como un espejismo en la carrera de una dirigente que parece no tener horizonte o metas impuestas. Tras cargarse a todo un presidente nacional de su partido, Ayuso aguarda el asalto a la mayoría absoluta en este próximo 28-M para avanzar en su hoja de ruta. "Ella siempre ha dicho que su rival es Sánchez, con lo cual se está equiparando a Feijóo. Dependiendo de lo que ocurra el 28 de mayo, veremos si hay un giro en su carrera o mantiene su camino. Pero no se va a contentar con ser sólo una líder regional. De hecho, esa idea nunca la ha ocultado", concluye Gutiérrez.