¿Hay realmente borrado de las mujeres? Por qué la ley trans es un avance feminista
El colectivo LGTBI no supone una amenaza para la lucha de las mujeres cis, sino una suma de derechos.
Este 8-M, al igual que ha ocurrido en los años anteriores, las marchas feministas por la igualdad de las mujeres se han visto empañadas por una supuesta polémica transexcluyente. Una contramanifestación se celebrará de forma paralela a la oficial convocada desde los años 70 por la Comisión 8-M. ¿Las diferencias? Una discrepancia con respecto a la abolición de la prostitución, la ley del solo sí es sí y, principalmente, la ley trans. Sin embargo, el enemigo es común: el cisheteropatriarcado.
Uno de los argumentos más repetidos por este sector del feminismo radical, conocido popularmente como TERF (Trans Excluyent Radical Feminist), es que el reconocimiento de los derechos de las personas trans trae consigo el borrado de las mujeres cis.
Esto no es más que un reflejo de la transfobia y de lo que en el sector TERF llaman "conspiración queer", es decir, pensar que las mujeres trans quieren robar todo derecho a las mujeres cis.
Nada que ver con la realidad, tampoco con las críticas al Ministerio de Igualdad, al que achacan que centre su campaña en el colectivo LGTBI frente al feminismo "tradicional" y la lucha contra la violencia de género. En los presupuestos del Ministerio de Igualdad para este 2023, la mayor partida, un 56% del total, se dedica a la lucha contra la violencia machista, un total de 320 millones de euros. Es decir, por aprobar la ley trans y la protección a otros colectivos no se está perdiendo la protección a las mujeres víctimas de violencia machista.
En un análisis histórico, las luchas LGTBI y la feminista han ido de la mano (salvo pocas excepciones como lo sucedido en los años 70 en EEUU con la exclusión de las mujeres lesbianas en cierto sector del feminismo). También en España, donde desde sus inicios en la Transición la lucha LGTBI ha acompañado a la lucha de las mujeres en sus protestas. Pablo Morterero Millán, presidente de la Asociación LGTBI andaluza Adriano Antinoo, cita en un artículo en El Plural algunos ejemplos en dicha comunidad autónoma.
"Las acciones de la Unión Democrática de Homosexuales (UDH) de Málaga en 1977 contaron con el apoyo de la Asociación Democrática de la Mujer Andaluza (ADMA) y en Sevilla, y el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (MHAR) en 1978 y 1979 contó con el apoyo no solo de ADMA 'María Pineda' sino también con la de la Organización para la Liberación de la Mujer (OLM) y la Organización Autónoma para la Liberación de la Mujer 'Prímula", recalca.
El borrado de las mujeres cis de la historia es un hecho, lo dijeron autoras como Virginia Woolf en su célebre cita "anónimo era una mujer". Basta con ver un libro de historia para comprobar que no se habla de mujeres y que, en el caso de que se haga, también se encuentran atravesadas por la clase y la raza. Es decir, siempre son mujeres de clase media-alta y blancas.
En el lado contrario, las mujeres trans apenas han existido a nivel histórico. Hasta hace relativamente poco se desconocía a la que se conoce como la primera mujer trans de la historia Lili Elbe, en la que se inspiraron para la película La chica danesa, o no se ha reconocido que el inicio de la lucha LGTBI en el famoso Stonewall fue con una mujer trans negra como Marsha P. Johnson.
Tampoco aparece en los libros de historia ni en los estudios formales de antropología ni sociología los ejemplos de personas no binarias en culturas ascentrales como las personas mahu y bardache en Hawaii, las quariwarmi en Perú o las personas lhamanas o two spirits en la cultura india estadounidense.
Mujeres trans, víctimas de transfeminicidios y precariedad
Del mismo modo que sucede con las mujeres racializadas y las mujeres de clase baja o trabajadoras, las mujeres trans son víctimas de una violencia específicas por ser mujeres y por ser trans.
Aunque no hay estadísticas oficiales, tal y como recoge Servimedia, el Observatorio de Personas Trans Asesinadas contabilizó desde 2008 y hasta septiembre de 2018 un total de 10 asesinatos en España. Con estos datos, España se convirtió en 2019 en el segundo país europeo, junto a Reino Unido, con más asesinatos a transexuales. El primero es Italia, que cuenta 37 víctimas mortales ‘trans’ en el mismo periodo. Siendo, en el caso de España, todas ellas mujeres trans.
A nivel global, las cifras son aún más escalofriantes, según datos del proyecto de investigación Transrespeto versus Transfobia en el Mundo (TvT), se han asesinado 4.042 personas trans entre 2008 y septiembre de 2021. Según este mismo proyecto, esta violencia se ha incrementado en los últimos años, entre octubre de 2020 y 30 de septiembre de 2021, se han dado 375 asesinatos. Los países con mayor incidencia fueron Brasil (125), México (65), Honduras (53) y Estados Unidos (53).
Los transfeminicidios son solo la punta del iceberg y el extremo de la discriminación, también viven discriminación en el sistema sanitario que se refleja en un rechazo a acudir al médico. Según el informe de 2019 de FELGTB Las personas trans y el sistema sanitario, un 27,5% de las personas trans encuestadas solo acudían al médico en caso de que hubiera algún problema.
A nivel laboral, también se encuentran discriminadas, la organización Médicos del Mundo Cataluña señaló en 2020 que el 80% de las mujeres transexuales están excluidas del mundo laboral. Además, la organización destacó que, en caso de acceder a un empleo, consiguen uno de carácter precario, al igual que las mujeres cis racializadas o de clase baja, relacionado con los cuidados y la limpieza.
Un movimiento para todas y todes
Con el mismo afán interseccional con el que nace el feminismo antiracista, anticapacitista y de clase, la escritora y activista Trujillo citaba en un reportaje de El HuffPost a la escritora feminista, afro y lesbiana Audre Lorde para ejemplificar lo que debería ser el feminismo. “El feminismo es la casa de todas, de todes, o no es. Los discursos de odio contra colectivos vulnerabilizados como el de las personas trans, que les alejan de alcanzar derechos y libertades y lo hacen en nombre de ‘el feminismo’, no pueden tener cabida aquí”, explicó entonces.
Tal y como señalaba la autora, esta perspectiva nos permite, a su vez, cuestionar nuestros propios privilegios de blanquitud, clase, nivel educativo o ciudadanía. "No es cierto que los planteamientos teóricos queer, o los activismos, estén alejados de las cuestiones materiales. Es una lucha anticapitalista, antirracista, autónoma, de base”, añadió.
Trujillo también incluía a las mujeres trans en lo que la autora Virginie Despentes calificaba como "proletariado del feminismo". "Esas ‘otras’ incómodas, son hoy en día las migrantes, las racializadas, las gitanas, las trans, las putas, las kellys, las trabajadoras de la fresa... Dejémonos de debates estériles sobre el sujeto político del feminismo, y arremanguémonos, que hay mucho que batallar todavía", recalcó.
La paradoja de la teoría queer
Entre los argumentos más teóricos y de las feministas más académicas se encuentra aquel que trata de enfrentar la teoría queer como un enemigo de la lucha feminista, algo totalmente equivocado pese a que, si bien esta teoría contiene elementos a debate, su impulsora fue Judith Butler, una de las feministas más reconocidas de la tercera ola del feminismo, aunque amplió el movimiento en una lucha colectiva por la igualdad en la que también participen los hombres.
Esta teoría queer, como la sintetizaba en un post de El HuffPost el presidente del Observatorio de la diversidad en medios audiovisuales Jorge Gonzalo, "es un campo de estudios de la teoría crítica que analiza las estructuras de poder que surgen a partir del género, la sexualidad, la racialización o la clase, entre otras".
Las mujeres cis y trans suponen la mitad de la población mundial, en España a finales de 2022 había 23.499.430 mujeres. Las personas trans —tanto mujeres como hombres— suponen apenas, según datos de la OMS, entre un 0,4 y un 0,5% de la población mundial. En España a diciembre de 2022 se traducía a entre 14.000 y 25.000 personas. Es prácticamente imposible que las mujeres sean "borradas" de nuevo. Una ampliación de derechos a una minoría, que no deja de ser feminista, no acabaría con una lucha global como es la feminista que cada vez cobra más fuerza.