¿Hay quien desea muchos muertos en el parking de Bonaire? Sí, ¿pero por qué? La respuesta la advirtió hasta el rey Felipe
Los agitadores y propagadores de bulos quieren tan solo un caos transitorio, un momento de antipolítica que termine aupándoles a los más altos cargos de la política.
¿Alguien quiere o quería que se descubrieran centenares de cadáveres en el parking de Bonaire? La pregunta es cruel, sí, pero la respuesta puede ser todavía más brutal. Hasta ahora, la Policía no ha encontrado fallecidos en los coches inspeccionados, una noticia sin duda positiva que, sin embargo, puede que no haya sentado tan bien en algunas cabezas. Nadie quiere ser visto como un vaticinador espantoso, y desde luego estos días han salido unos cuantos Nostradamus de la morgue. Claro que lo hacen con un objetivo, una meta de la que hasta el mismo rey advertía este domingo. “Hay mucha intoxicación informativa y muchas personas interesadas en esto. ¿Para qué? Para que haya caos”, decía el monarca a quienes protestaban por su visita junto a Sánchez y Mazón.
En los últimos días han sido muchos los mensajes de los ultras, agitadores y propagadores de bulos habituales que, más que vaticinar, casi codiciaban el mayor número de muertos posible en el mencionado parquin. Como si los fallecidos ya contabilizados no fueran suficientes, como si una sola persona fallecida en Bonaire no fuera ya bastante. ¿Cuántos muertos es capaz de asumir una persona? ¿Cuál es la cantidad de fallecidos en un desastre que podemos soportar? Si un muerto enfada, imaginen miles. Por eso los abanderados de la desinformación intoxican.
Días atrás, una cuenta en la red social X (dónde si no) con casi medio millón de seguidores publicaba un vídeo de un supuesto amigo de un “buzo de los GEAS”. “Me acaba de informar que el parking de Bonaire es un puto cementerio. Los buzos salen y no quieren ni volver a entrar”, decía. Mientras, The Grefg, uno de los streamers más famosos y seguidos de España, aunque habite en Andorra por aquello de los impuestos, espetaba en directo: “Se me han puesto los pelos con el comentario [y leía]: ayer un amigo que es de la Guardia Civil fue uno de los doce buzos que bajaron al parking de Bonaire. Y lo que dicen es que hay tanto niños como adultos muertos, con los ojos abiertos ahí en los coches, y estimaba que en la primera planta había más de mil muertos. Y cuatro de sus compañeros y él nada más salir del parquin potaron de todo lo que vieron ahí abajo”.
The Grefg, entonces, aunque advertía de que el comentario podía “estar exagerado o no”, lanzaba una pregunta: “¿Vosotros creéis que las noticias y los medios están reflejando realmente la cantidad de fallecidos que hay o quizás cuando están levantando las cosas, limpiando las zonas, están saliendo más cadáveres de los que se creían?”
Otros perfiles también conocidos en redes, como Rubén Gisbert o el presentador Iker Jiménez, amplificaban de igual modo el fatídico pronóstico. Mientras Gisbert hablaba de “700 muertos” en relación con el bulo de los tiques de entrada que no habían registrado su salida (el parquin es gratuito y no funciona con tiques), Jiménez auguraba “muchos cuerpos, muchos cuerpos, muchos”. “Va a ser una tragedia inimaginable”, detallaba.
La desinformación siempre tiene un objetivo, y el rey lo dejó bien claro, sembrar el caos. Uno no miente con la intención de descubrir únicamente si alguien le cree. Lo hace para eso, sí, pero también para generar desconfianza en las fuentes en las que cualquiera debería encomendarse. ¿Si no puedo confiar en mi Gobierno, en los servicios públicos que están ahí para defenderme y protegerme, entonces qué? La alternativa es siempre el caos. Pero los alborotadores de la verdad quieren tan solo un caos transitorio. Esto es, un momento de antipolítica que, en definitiva, les eleve a los más altos cargos de la política. Si propagan que el Estado ha fallado no es para terminar con el Estado sino para ponerse al frente del mismo. Es y ha sido siempre el método elegido por los regímenes fascistas, como el de Mussolini en Italia. Transformar el descontento en su sillón.
Esta manera de actuar, además, no sería posible si las redes sociales no estuvieran enfocadas a amplificar el odio. Antes era el algoritmo el que te ofrecía aquello que estimaba te interesaba. Ahora no. En la X de Elon Musk eso ni siquiera importa. Leerás lo que él quiera. Y lo que Musk quiere es el caos.