La España cañí y reaccionaria que abandera Feijóo
Adiós a la España que puede mirar de frente a los países de su entorno y que avanza en derechos. Hola a la España que creíamos superada.
Ya no hay que seguir conjeturando con el grado de involución que provocará un posible gobierno PP-Vox. El lobo ha enseñado la patita y está a punto de mostrar el colmillo. Adiós a la España que puede mirar de frente a los países de su entorno y que avanza en derechos. Hola a la España que creíamos superada. La del torero ultra de vicepresidente de Valencia, la de la negación del cambio climático y de limitar las conquistas femeninas. La de la peligrosa permisividad, ya sea con el control de enfermedades animales como la tuberculosis bovina, contagiosa a los humanos, aprobada por PP y Vox en Castilla León o la de señalar como origen de todos los males las medidas medioambientales como en Extremadura y hacer desaparecer por arte de magia la violencia de género de todos los acuerdos.
Que el PP considera a Vox un hermano de sangre al que asume con la indulgencia propia de una familia no es nuevo, pero estos días se está constatando con hechos que Feijóo estaría dispuesto a comulgar con ruedas de molino con tal de sentarse en la Moncloa. Ese ansia de poder que la derecha achaca a Pedro Sánchez, no ha tardado en manifestarse con voracidad en Génova. Un simplista “mucha gente ha votado a Vox” ha servido para autojustificarse y aceptar que se sustituya el concepto de violencia de género por el de "violencia intrafamiliar". Y ya son dos las comunidades, a Castilla León se suma ahora Valencia. No hay que olvidar que en Andalucía hay un teléfono de violencia intrafamiliar, bendecido por el gobierno del popular Juanma Moreno. En breve, puede que en toda España el concepto ultraderechista de "violencia intrafamiliar" se imponga si esa es la llave para abrir la puerta de Moncloa.
De poco sirve que el líder popular diga que sí, que la violencia de género existe cuando está demostrada su facilidad para desmentir a sí mismo. Lo que cuenta es el pacto escrito y rubricado. El uso de la retórica hitleriana del nacionalsocialismo pudo parecer intrascendente en su momento. Total solo eran palabras, pensarían también entonces. Pero esa dialéctica acabó calando hasta convencer a una nación entera. “La violencia machista no existe” dijo el número dos de Vox en Valencia, nada más firmar el acuerdo. La idea va calando, de eso se trata. Lo que no se nombra, deja de ser una problema, una lacra. No hay necesidad de destinar recursos públicos para frenar algo que es inexistente, como defiende Vox y ahora también el PP, que lo suscribe en un documento conjunto. De los 80 millones que destinó Rajoy en 2018 a políticas de género a los 320 millones de euros en los Presupuestos 2023. ¿Mantendrá la cifra un ejecutivo de PP y Vox?
El cambio climático, uno de los principales retos en la actualidad, es otro de los conceptos a eliminar del lenguaje. Que no figura ya en la Comunidad Valenciana. Eliminar carriles bici y zonas de bajas emisiones es también premisa en decenas de acuerdos municipales cerrados entre la derecha y la ultraderecha. Hay dirigentes populares que reconocen en privado que “es un disparate". "Titulares como los de estos días son nefastos para la campaña. Las mujeres que nos votan no admitirían retroceder en los derechos de los que ahora gozan. Tampoco se entenderá que se eliminen zonas que ya están asumidas en las ciudades como de baja intensidad. Nuestro votante está muy movilizado, pero este tipo de mensajes pueden reactivar a un votante de izquierdas que estaba desanimado y al que no nos conviene incentivar”, dice un diputado con experiencia que parte en buena situación en las listas para ser elegido de nuevo.
Se trata de no alterar la sensación emocional de pertenencia a una comunidad que defiende unos valores y principios. "La gente de bien", como ha bautizado el PP a sus votantes, convencidos de que hay que defenderse del resto, que ya no son "gente de bien" por el mero hecho de votar a otros partidos. Repeticiones estereotipadas con el fin de dibujar una realidad paralela en la que un presidente elegido en las urnas es "ilegitimo" o que si el PP no gana las elecciones será porque se ha producido un "pucherazo". El objetivo es evitar argumentar a toda costa para que estos titulares se conviertan en verdades absolutas. Solo hace falta que Vox lo imponga para firmar un pacto de gobierno Abascal-Feijóo para que un radiante ministerio de propaganda, inspirado en el del Reich, sustituya a Igualdad.
La España de los señoritos, el puro y el coñac está de vuelta ahora que lo moderno parece ser volver al pasado.