El regreso de Carles Puigdemont a la presidencia de Junts: Waterloo manda
El expresident, a pesar de asegurar que abandonaría la primera línea si no era investido, se convierte de nuevo en líder oficial de una formación que cada vez se parece más a la antigua Convergència.
No será el primero ni el último en haber anunciado que dejará la primera línea política para después encaramarse a ella. Carles Puigdemont será, desde este lunes, de nuevo el presidente de Junts per Catalunya. Vuelve el que en realidad nunca se fue. Porque es cierto que el expresident legó la Presidencia de su partido en 2022, pero Junts nunca dejó de ser Puigdemont. Como Puigdemont nunca dejó de ser Junts. Presidente o no, las decisiones políticas determinantes tenían sede en Waterloo.
Si en 2022, antes del Congreso de Junts en Argelès-sur-Mer, en Francia, Puigdemont abandonó su cargo como presidente tras llegar “a la conclusión" de que el partido precisaba a una persona “más implicada”. “Es necesario, a mi entender, que el partido tenga una nueva presidencia. Que participe permanentemente de las reuniones ejecutivas, que participe a fondo de las decisiones políticas que sea preciso adoptar. Por eso, no presentaré mi candidatura a la renovación de la presidencia del partido”. Entonces, la formación inició una bicefalia con Laura Borràs como presidenta y Jordi Turull, persona de confianza del expresident, como secretario general.
En dos años, la cosa ha cambiado. “En el Congreso que Junts celebra este fin de semana en Calella presentaré mi candidatura a la presidencia, con la voluntad de contribuir desde esta responsabilidad a la nueva etapa política que se abre para nuestra organización y por nuestro país”. ¿Por qué este cambio? Fuentes cercanas a Puigdemont aseguran a El HuffPost que si ha variado su posición es porque “quiere liderar una alternativa al Gobierno de Salvador Illa y recuperar la Generalitat para el independentismo”.
Aunque nadie ha rivalizado con el eterno líder de Junts, lo cierto es que su decisión deja si acaso una gran damnificada, Laura Borràs, la hasta ahora presidenta de Junts. Este miércoles, ambos se reunieron en Waterloo, donde Puigdemont le comunicó su voluntad de presentarse como candidato a presidente, un movimiento que exigía su paso al lado. Aunque acordaron que Borràs asumiría un papel relevante al mando de la fundación de Demòcrates, ahora integrado en Junts, esto supone de facto una pérdida de poder obvia dentro de la formación.
Poco después de que el partido anunciase este encuentro, Borràs citaba en su cuenta en X a Winston Churchill: “¿Tienes enemigos? Bien, eso quiere decir que has defendido alguna cosa con convicción en algún momento de tu vida”. Antes, se hacía eco del mensaje que le había enviado una seguidora. “Me cuesta entender este movimiento y me produce mucha tristeza pensar que te quieren apartar. [...] Creo que será una gran pérdida, de peso político y de incidencia social, para el partido”. Pese a este y otros mensajes velados, fuentes de Junts afirman que la “situación es de tranquilidad”, negando conflictos futuros. “Hay unidad y un cierto conjuro en que hay que tirar adelante en esta nueva etapa”, señalan.
Durante estos dos años, Junts ha lidiado, aunque sin demasiado taquígrafo, con una batalla interna entre Borràs y el oficialismo representado por Turull y la antigua Convergència, una disputa en la que ha terminado imponiéndose quien con toda seguridad seguirá como secretario general de la formación independentista. Al final, todo tiene que ver con una normalización del final del procès, con la asunción de que ya no estamos en 2017. Al menos así lo explica el politólogo y director del Institut de Ciències Polítiques i Socials, Oriol Bartomeus. “Cuando Puigdemont dejó la presidencia de Junts, se pensaba que podía erigirse como un líder independentista más allá de los partidos, y por eso crearon todo lo del Consell de la República. Que incluso en ERC entendieran que también era su líder. Ahora ya se sabe que no será así, sobre todo a raíz de lo sucedido en las últimas elecciones y la investidura de Illa, que Puigdemont ya no es el president legítimo de todos. Se normaliza, si se puede usar esa palabra, que es tan solo el líder de Junts”, explica.
Para Bartomeus, hay tres motivos que explican el porqué del regreso de Puigdemont a encabezar de manera oficial el partido cuando dijo que abandonaría la primera línea si no era president. “En primer lugar está la amnistía. Si sigue, le sirve para seguir apretando y que se la apliquen. Luego está el cálculo electoral, es decir, Junts es consciente de que sin Puigdemont van a ir mucho peor y, por último, claro, está lo personal, el factor humano. Solo él sabe por qué decide quedarse”, arguye Bartomeus.
Como presidente, Puigdemont tiene el reto de situarse como figura principal de la oposición a Salvador Illa en Catalunya, sobre todo en un contexto en el que el socialista gobierna en coalición con una ERC en plena batalla por el control del partido, aquí sí que con la sangre a punto de correr. Fuera, a nivel estatal, Junts seguirá siendo clave para la estabilidad de una legislatura que achica agua. Hasta ahora, se sabía que gran parte de las decisiones debían negociarse con Puigdemont, aunque fuera de manera informal. Ahora no, ahora ya será de nuevo el presidente del partido.
La clave, una vez más, está en Waterloo.