"El hombre más deseado"
La cumbre de Santander concluye como se presagiaba, sin acuerdos, mientras Sánchez retoma sus contactos con Junts para intentar atar la legislatura. Moreno defiende hablar con el partido de Puigdemont.
Le costó pero, finalmente, Pedro Sánchez convocó la ansiada conferencia de presidentes. Se la reclamaron durante meses los barones tanto del PP —algunos incluso le llevaron a los tribunales— como buena parte de los del PSOE, escamados por la financiación propia para Cataluña. Si bien, también sobre el cupo, el tiempo ha ido edulcorando lo que a un lado y a otro se denunció como un ultraje a la igualdad de los españoles, aunque a día de hoy aún no se ha concretado. Sí hubo revuelo, por supuesto, pero controlado a ojos del Ejecutivo. "Profunda decepción", resumieron los líderes populares.
Como gran titular, el Ejecutivo anunció una próxima reunión en enero para negociar la quita de la deuda. También, la propuesta por parte de Sánchez de un pacto de la vivienda que incluya blindar el precio de las casas de construcción pública. Enfrente, los presidentes populares, monolíticos en las cuestiones clave pero con cada uno de ellos dedicando un apartado a sus reclamaciones propias.
"No hablaría buen rollo aunque en ningún momento se se ha perdido el respeto institucional", en palabras de un líder territorial, sobre el desarrollo de la cumbre. Quizá el momento más tenso fue entre dos socialistas. Emiliano García-Page sobrepasaba los diez minutos tasados y Sánchez le apremió para que concluyera, lo que enfadó al castellano-manchego. Las críticas al formato fueron generalizadas. También por el escaso trabajo previo. El saludo del presidente con Isabel Díaz Ayuso fue gélido aunque "podría haber sido peor", resumió otro barón popular.
Superada la cita en Santander, Gobierno y PP vuelven a su tarea. El primero, en intentar sacar de una vez por todas unos presupuestos esta legislatura, lo que le permitirá llevar la legislatura hasta 2027. El segundo, poniendo el foco en las múltiples polémicas que rodean al presidente. Y, ambos, teniendo muy presente a Carles Puigdemont, tal y como avanzó El HuffPost. "El hombre más deseado", decía con pesar un líder territorial socialista. Quien tiene "el mando a distancia" de la gobernabilidad, como describió Page.
Este viernes ha habido una nueva cita en Suiza para reactivar las negociaciones de cara a las cuentas públicas. En los corrillos de la tradicional copa de Navidad de Moncloa, Sánchez declaró: "Estamos en minoría. Estamos dispuestos a sudar la camiseta, y más". Y, aunque no esté en agenda, volvió a mostrarse proclive a reunirse con el líder fugado. "Si hablamos de pasar página, ningún problema", dijo. "Es un paso de coherencia", añadió, después de sacar adelante la la polémica ley de amnistía.
El presidente intenta así insuflar ánimos de puertas para adentro, consciente del cansancio en sus filas por vivir permanentemente en el alambre. "Habrá Presupuestos", contestan de manera automática en la Moncloa. En teoría, se presentarán tras las fiestas, en el primer trimestre de 2025. Si algo quiso dejar claro el presidente ante los periodistas, sin micrófonos encendidos, es que no tiene ninguna intención de adelantar los comicios. "No nos interesa a nosotros, no le interesa a Junts y tampoco a ninguno de nuestros socios parlamentarios. Y eso en sí ya es un punto de unión", según uno de sus asesores.
En el PP también se acercan a Junts. "Tenemos que tener las mejores relaciones posibles con todas las formaciones políticas democráticas. Junts está ahí. Es democrático y, por tanto, hay que tener relaciones institucionales con ellas", afirmó Juanma Moreno públicamente, en una entrevista en TVE. Es, exactamente, lo que en privado dicen algunos miembros de la dirección nacional. "Con este statu quo actual, no gobernamos", desliza este alto cargo.
Feijóo es prudente en este sentido. No descarta seguir sumando los votos con Junts en cuestiones económicas, como en fiscalidad o energía, pero rechaza hablar de un pacto con Puigdemont. ¿Por qué? Porque sabe de las reticencias de destacados sectores del PP —Isabel Díaz Ayuso fue clarísima al respecto— y teme que Vox pueda verse beneficiado en términos electorales. "Parece que también hacemos nuestro eso de que el tiempo lo borra todo. Hace pocos meses, estábamos manifestando contra los pactos de Sánchez con Puigdemont", rememoran desde la estructura madrileña.
Sánchez y Feijóo harán en los próximos días sus balances del año más distanciados que nunca. Sin ningún tipo de interlocución y con las espadas en alto. En una especie de permanente campaña electoral. Y así seguirá, prevén unos y otros, no sin cierto hastío. Al menos, hasta que se aprueben los Presupuestos, si es que esto finalmente ocurre.