Ayuso insiste en confrontar con Sánchez en un debate marcado por la falta de contraste entre candidatos
El casi nulo intercambio de ideas desluce el debate 'a cinco' entre aspirantes a la Comunidad de Madrid.
Un debate sin apenas debate. Así se podría resumir el enfrentamiento 'a cinco' entre los distintos candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid el próximo 28 de mayo. El todos contra Ayuso que se barruntaba antes del debate se ha convertido casi en sólo Mónica García, candidata de Más Madrid, contra la presidenta madrileña. Y ella... contra Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno.
El resto, hieráticos y bastante nerviosos, se han dedicado en general a mirar a la cámara, especialmente el socialista Juan Lobato, que no ha girado el rostro hacia la dirigente del PP en prácticamente dos horas. Tampoco ha mirado a sus contrincantes la propia Ayuso, quien ha llegado a no darse por "aludida" cuando le hacían preguntas directas, anulando cualquier posibilidad de debate, e incluso a preferido "esperar" y no tomar su turno de palabra.
Un debate marcado por los discursos propios y medidos, casi sin desmarcarse del guión preestablecido. Un carril del que los candidatos sólo se han salido en dos momentos muy concretos. Primero, cuando Rocío Monasterio, candidata del partido de ultraderecha Vox, ha vuelto a criminalizar a los menores migrantes no acompañados, lo que ha generado la protesta del resto de aspirantes salvo de Ayuso.
Después, cuando Jacinto se ha dirigido a la presidenta madrileña para reprocharle la gestión de las residencias durante la pandemia de coronavirus y se ha acercado a dejarle en su atril el libro de Alberto Reyero, exconsejero de Asuntos Sociales de la propia Ayuso. "No invada mi espacio", ha contestado la dirigente regional, que se lo ha devuelto. El momento ha estado cargado de tensión.
García y Monasterio son las que más han salido del discurso centrado en mirar al espectador. Especialmente la candidata de Más Madrid, que ha roto la costumbre dirigiéndose en el primer minuto de intervención a Ayuso y preguntándole por el número de ciudadanos en exclusión social.
La dirigente madrileña, centrada en su discurso, tardó apenas 49 segundos en citar a ETA y la okupación, en la línea que ha venido manteniendo en los últimos días, que no ha abandonado durante el debate.
Pero sobre todo, Ayuso ha insistido en confrontar con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al que ha mentado en numerosas ocasiones durante el debate. Primero, al hablar de impuestos, acusándole de querer imponer el impuesto de Patrimonio en la región. O cuando ha dicho que se negará a aplicar la futura ley de Vivienda.
Frente a su discurso, insistente en conceptos ya trillados por la dirigente madrileña como el de "libertad", una Mónica García que era la única que se dirigía frontalmente a la presidenta regional y un Juan Lobato (PSOE), que se empeñaba en mirar a la cámara tuteando al espectador y llegaba a hacer preguntas a Ayuso sin dirigirse directamente a ella.
Se habló de economía, vivienda, sanidad, educación y pactos. Sobre el primer tema, Ayuso defendió el modelo de atracción turística de la región, frente a las críticas de Más Madrid y Podemos por la falta de calidad de vida de los ciudadanos, y la exigencia del PSOE de que no se exprime lo suficiente las posibilidades de la Comunidad. Vox, en su línea, criticó el gasto superfluo.
En el capítulo de servicios sociales, Ayuso aludió a las drogas, la pornografía, la juventud sin futuro, el mal uso del móvil, la bulimia y la salud mental. Todo a la vez. Y acusó a la izquierda de proponer medidas basadas en el "desincentivo" y en "igualar a la baja", frente a su apuesta por "el ascensor social, basado en el contenido y no en la ideología". "Todo lo que sea gratis, regalado, es miseria, servidumbre".
García, de Más Madrid, se quejó del cierre de las urgencias y del estado en general de la Sanidad. Y le dio la vuelta al lema que usó Ayuso en las últimas elecciones, asegurando que el 28 de mayo se elegía entre "Ayuso o Sanidad". También Jacinto criticó el estado de la sanidad pública, acusó a la presidenta madrileña de ser una "comercial del grupo Quirón" y le recordó que muchos ciudadanos han tenido que contratar seguros privados ante el deterioro de la sanidad pública.
Este ha sido el bloque más tenso, con Ayuso visiblemente nerviosa ante los ataques por su gestión de la pandemia y de las residencias. "No puede haber una política más miserable que utilizar la pandemia. Resulta que la pandemia ha matado a millones de personas pero en la Comunidad de Madrid ha sido Ayuso", se ha quejado.
La izquierda olió sangre con este asunto. "Usted dejó morir indignamente a los mayores en las residencias", le ha reprochado García a Ayuso, a quien ha mostrado fotografías de comida en mal estado en las residencias de mayores. "No solamente les dejaron morir indignamente sino que ahora no les dejan vivir de manera digna", ha agregado.
No ha habido tanto dinamismo en un tema candente y que preocupa como es la vivienda, aunque sí hubo tiempo para las propuestas.
Ayuso ha apostado por desregularizar, por la colaboración público-privada y ha prometido que no va a aplicar la futura ley de Vivienda.
Frente a esto, García, que ha leído varios anuncios de Idealista, ha prometido limitar la vivienda vacía, regular los alquileres y decir adiós a los fondos buitre. En el mismo sentido, Jacinto ha apostado por la regulación de los precios del alquiler y ha recordado que un alcalde del PP, Albiol, en Badalona, aplicó esta fórmula con "éxito". Lobato, por su parte, ha reiterado su propuesta de apoyar con 300 euros a jóvenes y familias con ingresos de hasta 35.000 euros.
Modelos, estos, que Monasterio, de Vox, ha tildado de "cubanos" y basados "en la expropiación".
Ayuso, en su respuesta, ha asegurado que hay municipios de la región donde "se están levantando viviendas de gran calidad", ha criticado el modelo de Cataluña donde, dice, "baja la oferta porque se señala a los propietarios" y ha dejado una frase lapidaria: "La vivienda es sagrada".
Una Ayuso que, al final del debate, en su minuto de oro, no ha desaprovechado la ocasión para, de nuevo, cargar contra el presidente del Gobierno. "Nos hemos cansado de Sánchez, de tanta frivolidad, de él y de sus socios, de escándalos, de superioridad. 1.100 violadores beneficiados, asesinos de ETA que son aliados de Sánchez. Muchos mayores nos dicen preocupados, que no quieren vivir en un país de enfrentamientos", ha dicho. Consciente de lo cerca que está de la mayoría absoluta, ha pedido "un Gobierno sin zancadillas, sin más impedimentos", en alusión a Vox, su socio durante estos últimos años.