Así es Luis Argüello, nuevo presidente de los obispos: de la pederastia en la Iglesia a la ley de amnistía
La línea conservadora se impone en la Conferencia Episcopal Española a la rama más aperturista y cercana al Papa Francisco.
Uno de los primeros políticos en felicitarle ha sido el vicepresidente de Castilla y León y miembro de Vox, Juan García-Gallardo: “España necesita una Iglesia católica que vuelva a ser faro espiritual e incómoda para el poder, que no tenga miedo a nadar a contracorriente, a atacar a la industria de la muerte y la Agenda 2030. Estoy seguro de que será ese líder que necesita la Iglesia”.
García-Gallardo se ha expresado así tras conocerse el nombramiento de Luis Argüello como nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE). El candidato de la línea más conservadora se ha impuesto al que llaman el hombre del papa en España, José Cobo, desde este martes vicepresidente de la CEE.
Pese a que Cobo es la figura referencial del papa en el país, para Argüello la adhesión a Francisco “es grande en España”, aunque no se esconde al reconocer que, “con sus maneras, sus comentarios, nos deja a veces con el pie cambiado”.
Pederastia en la Iglesia
Argüello no es una figura nueva en la Conferencia Episcopal. Fue su secretario general desde 2018 hasta 2022, un periodo no exento de polémicas en el que, entre otros asuntos, tuvo que enfrentar una de las cuestiones más difíciles para la Iglesia: los abusos sexuales a menores.
El nuevo presidente del CCE comenzó su andadura restando importancia a la pederastia en el clero. En abril de 2019 avisó de que no realizarían ninguna investigación: “No realizaremos ningún informe. Investigaremos los casos que nos comuniquen, pero no iremos con una lupa. No hay datos. ¿Qué hacemos? ¿Coger un túnel del tiempo?” Más adelante, en noviembre de 2021, dijo que únicamente existían “pequeños casos” y quiso desviar la atención preguntando por qué no se prestaba la misma atención a la FIFA o al Comité Olímpico Español.
Con el paso del tiempo, Argüello y la CEE fueron modificando su postura, viéndose obligados a reconocer, aunque con cierto disimulo, que los casos de pederastia en la Iglesia española quizás no eran tan escasos, sobre todo después de que El País comenzase la única contabilidad existente en España sobre esta materia, que contabiliza ya 2.608 víctimas.
El túnel del tiempo ya no parecía tan insensato, hasta el punto de que, nombrado nuevo arzobispo de Valladolid, señaló que los casos de abusos eran lo que “más dolor” le producía. En una entrevista con la cadena pública de Castilla y León fraccionó el dolor: el de la víctima y el de la “sospecha generalizada”: “Hay también una víctima indirecta, el de quien cuando sale a la calle tiene que escuchar que es un pederasta".
Con el objetivo de culminar el giro, esta mañana, poco antes de su primera rueda de prensa como presidente de la Conferencia Episcopal, se acercó a saludar junto a José Cobo a las víctimas de abusos que se manifestaban frente a la sede de la institución eclesiástica. Si bien esto podría significar un paso más en su reconocimiento, lo cierto es que, atendiendo a los medios, quiso que fuera solamente Cobo quien contestara a una pregunta sobre este acercamiento.
Del matrimonio homosexual a la ley trans
Además de la pederastia, en su paso por la CEE como secretario general protagonizó varias controversias. Muy poco después de ser nombrado, tuvo que pedir disculpas públicamente al señalar que la Iglesia tenía derecho a poder seleccionar sus candidatos, unos aspirantes que debían ser “enteramente varones y, por tanto, heterosexuales”. En sus disculpas tampoco estuvo muy afortunado, al explicar que lo que buscaba transmitir era que “la Iglesia pide que sus candidatos sean varones, de género y sexo varón, y que su orientación y tendencia no sean por el mismo sexo, que sea lo que la corporalidad pueda llevar consigo”.
Argüello también se manifestó conforme a las terapias para el acompañamiento a homosexuales. Aunque advirtió de que la cuestión médica no es competencia de la Iglesia, sí lo es la “orientación” para “aquellas personas que, teniendo cuerpo de varón o de mujer, tengan una orientación que en principio no les parece que vaya acorde con su propia corporalidad y lo vivan con preocupación o malestar”.
Tampoco comparte la denominación como matrimonio para las uniones entre personas del mismo sexo. Para él, “matrimonio tiene que ver con la transmisión de vida y un matrimonio entre dos personas del mismo sexo es ontológicamente imposible que transmita vida, luego no se le puede denominar de la misma manera”.
Otras de sus líneas rojas son la eutanasia y el aborto. Sobre la primera, cuando se tramitaba la ley en el Congreso, Argüello denunció que “la muerte provocada no puede ser un atajo para ahorrar recursos humanos y económicos en los cuidados paliativos y el acompañamiento integral”. Aprovechó, además, la aprobación de la ley -- “una mala noticia” -- para “promover la objeción de conciencia”.
La ley del aborto también le pareció “una mala noticia”. Argüello defiende que “en el seno de una mujer embarazada existe una nueva vida” y que quienes “exigen el sexo consentido” luego “prescinden del padre al decidir”.
El nuevo responsable de los obispos españoles ha opinado también sobre la ley trans, una norma “absurda” de la que ha dicho que “manifiesta una comprensión antropológica que no responde a la realidad de lo que somos”.
Pese a recordar que la Iglesia no interviene en la vida política, Argüello, que llegó a colaborar en los 70 con una candidatura municipal del PSOE, considera que los partidos políticos, sean del signo que sean, “se han transformado en maquinarias de poder al servicio del liderazgo” y que cuentan con pocos espacios “de debate real”.
Hace pocos meses, admitiendo no querer entrar en “juicios políticos”, se mostró crítico con la ley de amnistía, que achaca a una profunda “crisis espiritual”. En su opinión, la amnistía es la culminación de una “corriente cultural de fondo” que se ha ido “abonando en las últimas décadas: “El elogio desmedido de la autonomía a todos los niveles”. La gente cree, advierte, que “cuanto más autónomo o indeterminado sea, más importante será”.
Para Argüello, que entiende que “los nacionalismos pueden ser vividos como una nueva religión”, “España es una nación importante, asentada durante siglos”, y cuya historia debe “poder abordarse conjuntamente”.
Durante la pandemia, también quiso referirse a la Transición, preocupado por quienes quieren hacer “una enmienda a la totalidad, especialmente en lo que tuvo de concordia, reconciliación y mirada hacia adelante”.
"La Iglesia agradece al general Franco"
En otra ocasión aludió a la exhumación del “general Franco”. En pleno debate sobre si el cuerpo del dictador debía o no extraerse del Valle de los Caídos, señaló que era una situación “complicada” para la Iglesia: “La Iglesia agradece al general Franco el que se hubiera puesto fin a una situación en la que parte de ella sufrió una persecución, con docenas de obispos y miles de sacerdotes y religiosos asesinados”. Aunque observó que a partir de los años 40 comenzó a verse “el régimen nacional católico como una incomodidad para la libertad religiosa”, sí admitió una “inercia inicial de agradecimiento”.
Durante todos estos años, han sido escasas las materias que han escapado a su opinión. El vicepresidente castellano leonés no estuvo desencaminado en su felicitación cuando hizo alusión a la Agenda 2030, un plan que para Argüello “es terreno abonado” para hechos como el “Qatargate”.
El arzobispo valoró incluso el estado de los medios de comunicación, declarando que “las tertulias favorecen a la polarización” y que “el periodismo deportivo lo ha impregnado todo”.
Un defensor del beso de Rubiales
Luis Argüello ha sido elegido por mayoría y estará cuatro años al frente de la Conferencia Episcopal. Este martes, la institución de los obispos ha escogido además a los miembros de su Comisión Ejecutiva.
Entre estos, se encuentran nombres como Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo, quien ha demostrado en varias ocasiones no tener reservas para criticar de manera abierta al Gobierno, el movimiento feminista, la memoria histórica o el ecologismo. Sanz, además, llegó a decirle a una víctima de abusos que "no se podía hacer nada".