Los expertos se unen para no dar por válida la resurrección de un lobo extinguido hace 13.000 años
Resaltan varios detalles que son claves para desmentir la noticia.

El impacto que ha provocado el último anuncio de Colossal Biosciences es considerable. Muchos hablan ya de un Jurassic Park real después de que la empresa estadounidense de biotecnología e ingeniería genética, la misma que intenta desextinguir el mamut lanudo, el tigre de Tasmania, el rinoceronte blanco del norte o el pájaro dodo, asegura que ha sido capaz de recuperar al lobo gigante, una especie que desapareció de la Tierra hace más de 12.500 años y que sirvió de inspiración para crear el símbolo de la Casa Stark de Juego de Tronos, la novela río de George R.R. Martin y que HBO adaptó en forma de serie. Pero el parecido con una película de Spielberg no es solo estético porque, al aparecer, también se habría pasado de frenada, al menos, en cuanto a la ciencia.
Según ha informado el medio italiano GeoPop, hay muchos detalles que consideran que son suficientes para desmentir que se trate de una desextinción. Aseguran que no ha devuelto a la vida a ningún lobo huargo. Defienden que analizaron ADN extraído de dos fósiles de lobo huargo, un diente que data de hace unos 13.000 años y un hueso del oído interno que tenía unos 72.000 años.
Justifican que la herencia genética de los cachorros, que hoy corren y juegan en su reserva protegida, sigue siendo en gran medida la del lobo gris, con solo pequeñas inserciones de ADN de lobo terrible.
"Más bien, se centra en modificar variantes genéticas que ya existen en las especies vivas más cercanas para mejorar o suprimir rasgos que se parecen a los de las especies extintas", asegura el citado medio.
En España, la encargada de pinchar el globo de la empresa estadounidense ha sido la catedrática de Genética de la Universidad de Barcelona, Gemma Marfany, que en una entrevista para el programa El Món, de RAC1, no se ha andado con rodeos y ha dejado claro que aquí no se ha resucitado a ningún lobo gigante, ni siquiera a medias. “Es una cosa tuneada”, ha dicho. Traducido: no han traído de vuelta al animal extinto, sino que han montado una copia basada en el ADN de su primo hermano, el lobo gris.
Marfany ha explicado que lo que ha hecho Colossal es meterle mano al material genético para que el resultado se le parezca lo justo: han modificado el pelaje, la forma del cráneo y el tamaño. Todo muy estético. Después, lo han clonado con una técnica similar a la que se usó con la oveja Dolly. ¿Impresionante? Puede. ¿Realmente una desextinción? Según la genetista, en absoluto: “No han desextinguido ningún animal”.
Lo que sí parece que saben hacer es venderse. Y no les va mal: entre los que han puesto dinero para que la cosa siga adelante están el director Peter Jackson y la inagotable Paris Hilton. Marfany lo tiene claro: esto va más de espectáculo y recaudación que de salvar al planeta. La empresa defiende que quiere recuperar especies desaparecidas por culpa del ser humano, pero la científica desmonta también esa narrativa: “Ni el lobo gigante ni los mamuts se extinguieron por culpa nuestra”.
Más allá del marketing, hay preguntas de fondo que no se pueden esquivar. La experta ha puesto sobre la mesa los dilemas bioéticos que levanta este tipo de experimentos y ha soltado una frase que lo resume todo: “Es más importante dedicar los esfuerzos a intentar que no se extingan las especies que están ahora en peligro de extinción”.