Una especie de bambú florece por primera vez en 120 años y avisan de un desastre ecológico
Su ciclo de vida preocupa a los científicos por sus consecuencias ambientales.
Una variedad de bambú negro, conocida como Phyllostachys nigra var. henonis, ha florecido por primera vez en 120 años en Japón, un fenómeno tan raro como alarmante. Aunque podría parecer algo fascinante, los expertos han advertido que esta floración podría desencadenar un importante desastre ecológico, según Jeuxvideo.
El henonis, presente en algunas zonas de Japón, florece una vez cada siglo y después se muere en masa, lo que deja vastas áreas de terreno sin vegetación. Este ciclo tan largo, sin embargo, ha generado preocupación entre los científicos, que temen que la muerte masiva pueda causar un desastre ecológico, ya que muchas especies que viven en estas áreas dependen de la planta para sobrevivir. Su ausencia podría desestabilizar los suelos, elevar el riesgo de erosión e inundaciones, que ya se agravan con el cambio climático.
La última vez que floreció esta especie de bambú fue en 1908, y aunque esta variedad es solo una fracción de los 170.000 hectáreas que cubre la planta en Japón, su impacto es significativo. Lo más preocupante es que después de su floración más reciente, en 2020, los científicos detectaron que el 80% de las plantas no produjo semillas viables, lo que podría indicar que no depende solo de la reproducción sexual para perpetuar su especie.
La falta de regeneración del bambú en estas áreas implica no solo un impacto visual, sino un grave problema ecológico. Los bosques de bambú actúan como barreras naturales contra las inundaciones y proporcionan refugio a muchas especies. Con la inminente desaparición de grandes zonas de esta planta, los científicos advierten que es necesario estar preparados para gestionar las consecuencias de este “desastre natural”.
En un contexto donde los fenómenos meteorológicos extremos son más comunes, la falta de barreras naturales podría hacer que los desastres como inundaciones sean más frecuentes y devastadores. A pesar de los avances en la comprensión de este ciclo de vida único, la ciencia todavía tiene mucho que aprender sobre cómo mitigar sus efectos.