Una botella lanzada en Mallorca aparece en Nápoles con un misterioso mensaje
El aleatorio receptor que encontró por accidente la botella, no lo olvidará jamás.
En un mundo donde la inmediatez, las pantallas, las redes sociales y la hiperconectividad durante 24 horas al día y siete días a la semana, es más importante que nunca pararse a pensar, recapacitar y disfrutar de una de esas historias que nos retrotraen en el tiempo varios años o incluso décadas.
Una de esas historias ha salido a la luz por lo peculiar y excepcional de su razón de ser en pleno 2024, donde las principales herramientas para comunicarnos se limita a un dispositivo luminoso conectado a internet y que nos mantiene en contacto con el resto de la humanidad cumpliendo una función similar a la de un respirador con una persona enferma se tratase.
Pero por suerte no todo el mundo -especialmente los niños y jóvenes- se han visto atrapados por esta vorágine que exige el 'todo, rápido y ahora' a la que estamos acostumbrados y que acaba con cualquier resquicio de la humanidad más pura que durante siglos nuestros antepasados forjaron.
Este relato está protagonizado por un pequeño alemán de 11 años y que, al menos durante un tiempo, estuvo residiendo en Mallorca y que, ajeno a todo lo que rodea al mundo actual, decidió escribir en un papel quién era, cómo eran sus vivencias en la isla, cuáles son sus hobbies o en qué invierte el tiempo con su padre, para posteriormente introducirlo en una botella y dejarla en el mar, con el objetivo de que a alguien, algún día y en cualquier lugar, le llegara su botella. Y así ocurrió.
Concretamente, la botella acabó en Nápoles, donde un ciudadano de Bacoli, llamado Darío Grande, lo encontró atónito en la playa de Miseno, y que, tras mirar el papel de arriba a abajo -y leer la fecha "noviembre de 2022"- intuyó que la botellas habría estado viajando durante más de un año a merced del mar Mediterráneo.
La carta, como ya hemos señalado indica lo siguiente: “Querido desconocido, en este hermoso día soleado confío este mensaje en una botella a su viaje y tengo mucha curiosidad por saber quién lo encontrará”, al tiempo que destacaba su amor por la lectura, los Legos, el fútbol, la naturaleza, la historia o la astronomía, todo ello escrito en alemán.
Tras lograr traducirlo, Darío, de 38 años y estratega digital de profesión, decidió responder, aún sabiendo que las probabilidades de que su texto algún día pueda llegar a Tillmann, es de una entre billones. Pese a ello, Darío le puso fe y ganas y se abrió por completo: “Querido Tillmann, mi nombre es Dario, vivo en Bacoli y tenemos muchos intereses en común. Tu mensaje es lo mejor que me ha pasado últimamente", señala.
"Hoy aquí es un día gris y lluvioso. Hay un fuerte viento siroco con olas muy altas. Es verdaderamente cierto que las tormentas a veces traen mensajes esperanzadores que desafían al mar a llegar a quienes buscan respuestas. Imaginar esta botella, con un mensaje en su interior, viajando durante meses y atravesando todo el mar Tirreno hasta llegar a la playa de mi ciudad, es lo más mágico y verdadero que puede existir estos días y es en sí mismo un mensaje", continuó.
"¿Cual? Verás, Tillmann, ¡hoy todo se ha vuelto tan inmediato y superficial! Ya no nos miramos a los ojos e incluso los sentimientos se transmiten a través de las redes sociales. Saber que pequeños soñadores como tú están creciendo en el mundo es esperanza para el futuro. Mañana por la mañana, de la misma manera, enviaré un mensaje utilizando tu botella, esperando que llegue a un soñador como nosotros. Espero encontrarte algún día en Mallorca". Esta fue la emotiva réplica de un Darío al que jamás se le olvidará el día en el que conoció a Tillman y que, pese a estar a cientos de kilómetros de distancia, pudo considerarla una de las relaciones más efímeras y puras de su vida.