La serpiente venenosa más temida de octubre aparece de manera repentina en España
El aumento de su actividad en zonas rurales este otoño pone en alerta a los amantes de la naturaleza.
Con la llegada del otoño, la víbora hocicuda, una de las serpientes más frecuentes y una de las más venenosas que se encuentran en España, según La Gaceta de Salamanca, ha vuelto a hacerse notar en algunas zonas rurales y montañosas de la provincia salmantina y otras regiones de Castilla y León. Este reptil, que aprovecha los últimos días de calor de verano para alimentarse y prepararse para hibernar antes de que llegue el invierno, es un visitante frecuente de los campos durante los meses de septiembre y octubre.
La víbora hocicuda, de hocico prominente y cabeza triangular, incrementa su actividad en los meses de otoño para estar lista para su período de brumación, nombre con el que se conoce a la hibernación de los reptiles. Este fenómeno natural, lógicamente, coincide con una mayor presencia de las víboras en áreas soleadas, donde busca refugio y alimento, lo que aumenta los encuentros sorpresa con personas que practican actividades al aire libre.
Aunque generalmente no es agresiva y evita el contacto humano, la víbora puede morder si se siente amenazada o es pisada accidentalmente. Sus picaduras, aunque no suelen ser mortales para adultos sanos, provocan un dolor intenso, hinchazón y, en casos graves, mareos o dificultades respiratorias. Las personas más vulnerables son los niños, ancianos y quienes padecen problemas de salud previos.
Ante el aumento de la actividad de este reptil en otoño, los expertos recomiendan tomar medidas de precaución reducir significativamente el riesgo de mordeduras de víbora: así, recomiendan el uso de calzado adecuado, como botas altas; evitar meter las manos entre piedras o matorrales y también estar atentos a las mascotas. Recuerdan también que si se avista una víbora, lo más prudente es alejarse con precaución sin molestar al animal.
A pesar de su fama, la víbora hocicuda juega un papel crucial en los ecosistemas donde habita. Su capacidad para controlar poblaciones de roedores la convierte en una especie valiosa, protegida por las autoridades medioambientales. Aunque su población no está en peligro de extinción, la pérdida de hábitat y la fragmentación de sus territorios hacen que su protección sea fundamental para el equilibrio natural.