La primera persona que alertó de los 'pellets': "Cuando le vieron las orejas al lobo era demasiado tarde"
Rodrigo Fresco explica a 'El HuffPost' cómo vivió aquel 13 de diciembre en la 'zona cero' del vertido de microplásticos.
En la mañana del 13 de diciembre, Rodrigo Fresco se desplazó hasta la playa de Balieiros en la parroquia de Corrubedo (Ribeira, A Coruña), como hace con frecuencia para comprobar el estado del mar, dada su afición a la pesca submarina. Allí charló con algunos mariscadores a la faena pero no "vislumbró nada". Al final de aquella jornada, ese "nada" se habría convertido en 58 sacos de pellets de plásticos del vertido que asola las costas gallega, cántabra, asturiana y -a falta de confirmación- la vasca.
Este hostelero se convertía así en la primera persona que alertó a las autoridades de la llegada de microplásticos a la 'zona cero' del episodio de contaminación ambiental causado por la pérdida de contenedores de un carguero en aguas portuguesas ocurrido el 8 de diciembre. Y sí, también se convirtió en uno de los primeros en bajar a la playa y comenzar a retirarlos.
Preguntado sobre si se imaginaba los problemas de coordinación para hacer frente al vertido, el enfrentamiento entre Administraciones o el tiempo de respuesta de estas, Fresco reconoce que "di por hecho que [tras la alerta] estaba todo movilizado para actuar, no pensé que el día 5 de enero estuviese el plan [contra contaminación marina] sin activar".
Sobre qué ha podido fallar, señala que cree que el problema que hubo fue que "pecaron de conformismo", "debieron de pensar que no iba a pasar de eso, de unos simples sacos en la playa". También apunta a que "cuando le vieron las orejas al lobo era demasiado tarde". Y él fue el primero en vérselas.
"Olía a gasoil... y eso no es cosa buena"
Aquel 13 de diciembre, cuando este hostelero terminaba la jornada en su bar, llegó el padre de un futbolista al que él había entrenado -Fresco es una persona muy conocida en la comarca de O Barbanza por su papel como entrenador deportivo- y le preguntó qué hacía por allí. Le dijo que venía de sacar unos sacos que habían aparecido en la playa con algo blanco en su interior, pero que quedaban más en las piedras y no era capaz de acceder a ellos.
"¿No será coca?", le preguntó preocupado Fresco, puesto que en Ribeira se han dado distintos casos de llegadas de fardos con cocaína a playas, tras ser arrojados por narcotraficantes a la huida de las fuerzas policiales. "No, son como bolas blancas", le detalló el hombre. Rodrigo no se imaginaba de qué podría tratarse. Sí sospechó que podría ser "algún producto químico de los que vienen en bolas", pero le resultaba extraño que "al estar en contacto con el agua no se hubiera diluido".
Cuando regresó al arenal, este vecino vio los sacos apilados que había retirado el hombre que le dio el aviso y se encaminó "tranquilo" hacia ellos, a punto de comprender la magnitud de lo que había ocurrido. "Cuando llego a la altura de los sacos veo que toda la zona intermareal está llena de bolas, al cogerlas olía como a gasoil... y eso no es cosa buena", relata Fresco, quien se dijo que eso tenía que ser contaminante. No se quedó con la duda y buscó en internet lo que rezaba una de las etiquetas del saco: "Eran aditivos de plástico y esto no es bueno, porque como se deshaga puede contaminar aún más".
Tras contactar con el servicio del 112, se puso a sacar sacos de las piedras, pero a medida que iba avanzando se percató de algo más. "Cuando levanté la cabeza, vi que había varios puntos blancos en dirección a la playa de O Corgo [a cerca de un kilómetro de la otra] y me dije: 'Voy para allí'", rememora Rodrigo, de lo que hizo antes de llamar a su esposa para avisarla.
Cuando llegó, ella ya estaba sacando sacos y él se dispuso a ir a por otros, pero se encontró una zona "muy llena de bolas, que el agua ya estaba formando una película blanca", lo que le hizo preocuparse aún más. Así que decidió contactar con el Seprona, pero le dijeron que la competencia era de la Policía Nacional. Finalmente, acabó llamando al 091, desde donde le pusieron en comunicación con la Policía Autonómica.
En cinco minutos recibió la llamada y les pasó fotografías y geolocalización: "Les dije que había sacos con plásticos en formas de bolas, que debían de haberse roto varios y que esto huele mucho a gasoil y creo que es contaminante". Cuenta que le confirmaron que Salvamento Marítimo y el Concello de Ribeira habían sido informados y que ya se estaba organizando la retirada.
Lejos de quedarse ahí, Fresco contactó con Greepeace y con el alcalde ribeirense, Luís Pérez Barral, quien le confirmó que enviarían al servicio de emergencias municipal. Al día siguiente se sumó a las tareas de limpieza y sacó e identificó otros 15 sacos entre la playa de O Espiñeirido y la zona del faro de Corrubedo.
"Limpiar esas playas va a costar más que cuando el 'Prestige'"
Fresco recuerda que su preocupación por la extensión del vertido ya prendió desde un inicio. "Los que hemos trabajado en descargas de atún sabemos que esos contenedores suelen venir hasta arriba de todo para aprovechar el espacio", indica, valorando que "debía de venir lleno a reventar".
No tardó en echar cálculos a medida que comenzaban a salir las primeras informaciones con las cifras de la pérdida que sufrió el Toconao. "Serían unas 40 bolas por cada gramo, estamos hablando unos 1.080 millones de bolas sueltas por el mar adelante", lamenta de un incidente que ya le puso en guardia y que motivó que no dudase en contactar con quien hiciese falta. "Limpiar esas bolas va a costar más que cuando el Prestige", expone de la dificultad de retirar las minúsculas bolitas.
Sobre lo que queda por delante, el dispositivo de recogida y limpieza, tiene claro que "la gente se está volcando, pero el problema es que faltan medios". Y sentencia: "Van a estar años recogiendo bolitas".