'Jurassic Park' en los Pirineos: el día que científicos españoles "resucitaron" una especie extinta
Una resurgimiento que, sin embargo, solo duró 7 minutos.
Como en Jurassic Park, la película de Steven Spielberg en la que los dinosaurios volvieron a la vida, pero en los Pirineos y con una especie, también extinguida, pero más local: el bucardo, una subespecie de cabra montesa que desapareció del planeta por culpa de la caza indiscriminada y la consanguinidad.
Codiciado por su carne, piel y cuernos, el bucardo se desvaneció lentamente de los Pirineos que, pese a la prohibición de cazarlos en 1913, no pudo evitar el colapso genético y la desaparición de la población del valle de Ordesa. Fue en el año 2000, después de problemas de consanguinidad, cuando la última hembra, Celia, exhaló su último aliento.
Sin embargo, la ciencia, se aferró a una tenue esperanza. Diez meses antes de la muerte de Celia, el veterinario Alberto Fernández-Arias extrajo varias células de la cabra y las congeló con la técnica de la criogenización. Una muestra genética que, según Computer Hoy, se convirtió en el elemento clave para la puesta en marcha de un intento sin precedentes: resucitar al bucardo.
José Folch, coordinador del equipo encargado de volver a la vida al bucardo, manipuló los núcleos de las células criogenizadas e introdujo su material genético en óvulos de cabra. Este proceso dio origen a 57 embriones, de los que solo siete llegaron a prosperar y dar a luz un clon de la cabra. El 30 de julio de 2003, por primera vez en la historia, un animal extinto cobró vida, aunque fugazmente, porque solo vivió 7 minutos.
Esta gesta científica, equiparable al asombro de 'Jurassic Park', proyectó al bucardo como el único animal en enfrentar dos veces la extinción. Paradójicamente, el impacto global de este logro quedó relegado. Mientras en otros países este evento habría sido difundido a nivel mundial, su divulgación se demoró seis años y se minimizó en España.
A pesar de este renacimiento efímero, las enfermedades potenciales en el ADN de Celia, resultado de décadas de consanguinidad, disuadieron volver a intentarlo. El bucardo, símbolo de los Pirineos, se despidió de manera irrevocable, dejando un legado singular: el ser el único animal en renacer para volver a extinguirse.