Doñana pasa la prueba de fuego con la sequía

Doñana pasa la prueba de fuego con la sequía

La EBD-CSIC, teniendo en cuenta la situación del Parque Nacional califica de "positivas" las últimas lluvias, pero cree que aún es "pronto" para valorar sus efectos.

Crece nivel de inundación de la marisma de Doñana, llegando a zonas secas hace una semanaJulián Pérez

El paso de la borrasca Nelson por España dejó a buena parte de la población española sin procesiones de la Semana Santa tan importantes como las de la Madrugá de Sevilla. Sin embargo, a 35 kilómetros de la capital andaluza, en el Parque Nacional de Doñana, la lluvia le ha sentado como agua de mayo ya que, después de dos años, todo apunta a que se superará la media anual de precipitación acumulada: 520 litros por metro cuadrado.

Después de las abundantes lluvias que dejó la borrasca Nelson en Semana Santa, la cifra de precipitaciones acumuladas este año hidrológico (que abarca desde octubre de 2023 hasta el final de septiembre de 2024) se ha sitaudo, en estos momentos, entre los 400 y los 490 litros por metro cuadrado.  

Lagunas permanentes como las de Santa Olalla, la laguna Dulce y la del Sopetón tienen ya una buena parte de su superficie inundada y la marisma del parque nacional ha visto aumentada su extensión. Además, zonas como el Lucio del Caballero o la de Marismillas también han recibido agua. La Junta de Andalucía, que subraya el efecto "muy positivo" que ha tenido la borrasca en la situación general del espacio natural, también espera que el efecto de las lluvias active el Caño del Travieso y se deje notar, también, en la zona de Las Nuevas y Los Caracoles, en la marisma nororiental.

La Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) ha realizado una valoración "muy positiva" de las precipitaciones caídas en Semana Santa, aunque advierten de que es "pronto" para valorar sus efectos en el Parque Nacional porque "hay que esperar a que llegue toda el agua a la marisma". En declaraciones a Europa Press, el director de la EBD-CSIC, Eloy Revilla, ha manifestado que el hecho de que llueva en medio de una situación de sequía intensa es "siempre positivo", toda vez que en el espacio protegido "hay miles de lagunas, sobre todo temporales, y las hay de todo tipo", por lo que "habrá algunas que hayan cogido algo de agua con la propia precipitación, pero en la mayor parte se inundan, sobre todo, del agua que viene de abajo hacia arriba, no de arriba hacia abajo".

"Las que están en las zonas más bajas, y que tienen una vocación de ser permanentes, y el acuífero están en buen estado, esas ya han mejorado mucho. Por ejemplo, la laguna de Santa Olalla está en mucha mejor situación ahora. El resto es muy difícil hacer una predicción de cuál va a ser el estado dentro de unos meses, habrá que esperar a verlo. A la que sí que está entrando agua de manera importante es a la marisma, que sí que depende de la escorrentía y es mucho más directo el efecto", ha detallado.

Dos personas observan la fauna en las marismas de El Rocío (Huelva) junto al Parque Nacional de Doñana.Julián Pérez

En este sentido, ha subrayado que un proceso de sequía tienen "dos componentes", por un lado el "el coyuntural, que es el que se ve aliviado de manera importante con la lluvia", por ejemplo, "la mejora en el estado de la vegetación, que está muy seca, aunque el invierno ha sido bastante mejor que los anteriores", o "la reducción de la mortalidad de los árboles, aunque los que han muerto no los vamos a recuperar".

Por otro lado, está "el componente estructural", que tiene que ver con "un exceso de demanda de agua que hacemos con respecto a la disponibilidad a medio y largo plazo". "Ese no se ve aliviado por la lluvia de una semana y tiene que ver más con el cambio en los patrones de uso de agua que hacemos", ha agregado.

Titania
Titania
Santander

Las precipitaciones máximas en el Parque Nacional de Doñana se registraron en 1995, cuando se alcanzó un total de 1.170 litros por metro cuadrado, mientras que en 1996, la estación meteorológica de El Rocío registró un máximo de 1.016 litros / metro cuadrado. Otros años también se caracterizaron por precipitaciones considerables, como en 2009, cuando se alcanzaron los 870 litros; en 2010 con 840 y, en 2018 con 780.