¿Y tú me lo preguntas? Corrupción... eres tú
Mírate al espejo y ponte en modo Bécquer. Trata de definir corrupción. Ese concepto que hay que redefinir, según Martínez Maillo, aspirante a suceder a Cospedal al frente del partido y de quien hereda la capacidad para acuñar grandes frases. Mírate fijamente a los ojos y repite a la vez que tiras el diccionario de la RAE a la papelera antes de enmendar la plana a los académicos: "Corrupción es robar". Ya está. El PP ha logrado así meterte en el mismo saco.
Foto: EFE
Mírate al espejo y ponte en modo Bécquer. Trata de definir corrupción. Ese concepto que hay que redefinir, según Martínez Maillo, aspirante a suceder a Cospedal al frente del partido y de quien hereda la capacidad para acuñar grandes frases. Mírate fijamente a los ojos y repite a la vez que tiras el diccionario de la RAE a la papelera antes de enmendar la plana a los académicos: "Corrupción es robar". Ya está. El PP ha logrado así meterte en el mismo saco. Quién no se ha quedado con un boli que le habían prestado, piensas disculpándoles como si entre los Bárcenas y los Granados y tú no hubiera diferencia.
¿De verdad vas a tener en cuenta la corrupción cuando el 26 de junio tengas que depositar la papeleta?
Esos jóvenes 200.000 nuevos votantes que han cumplido 18 años en estos seis meses, ¿saben lo que es la corrupción? ¿Les influirá más o menos que a sus padres y a sus hermanos mayores?
"Frente a esos jóvenes, hay 9,3 millones de pensionistas, y el PP va a ser el partido de la seguridad que les garantice seguir cobrando su pensión. En estos cuatro meses, cada partido se ha retratado. Nos conocemos ya las caras. Vamos a tener una presencia muy activa en las calles, sin intermediarios. Los 2,3 millones de euros que vamos a ahorrar en campaña los vamos a suplir acercándonos a la gente". Así resume un destacado diputado popular su estrategia para lograr que los votantes vuelvan a ellos. Volcarse en los más mayores, a quienes según los demóscopos les influye menos la corrupción a la hora de votar, es el objetivo.
"En los estudios que conozco, no hay una diferencia generacional destacable en cuanto a la corrupción. Por ejemplo, si son jóvenes que han trabajado en la construcción o en la recalificación de suelo, no ven tan mal los casos de corrupción. Sin embargo, perdonan menos la corrupción que se lleva el dinero a Panamá o a los paraísos fiscales. Esa corrupción sí que la castigan. Pero hay que tener en cuenta un dato: a los jóvenes les interesa más la calidad de la democracia que a los mayores de 55 años, que perciben la democracia como un instrumento y su voto es más tolerante con la corrupción". El politólogo Ignacio Urquizu habla con conocimiento de causa. Acaba de enviar a imprenta su próximo libro, La crisis de la representación en España (Ed. Catarata), donde aborda este asunto y el resultado es esclarecedor.
La preocupación por la corrupción. Autor: Ignacio Urquizu
Combatir la corrupción vendiendo las cifras económicas con las que el Gobierno saca pecho de esta legislatura es el mejor antídoto contra la corrupción. Además de insistir en que no queda ni rastro de corruptos en las listas populares. Vende Mariano Rajoy a los británicos a través del Financial Times que el PP "no es un partido corrupto", aunque "había algunas personas que hicieron lo que no deberían haber hecho" y "fueron forzados a salir". Está claro, el concepto de corrupción tiene millones de interpretaciones, dependiendo de quien lo maneje; las sedes embargadas, los primeros espadas imputados, los tesoreros recaudando sin pudor... Qué habrían ingerido los miembros de la Academia de la Lengua cuando en la cuarta acepción de corrupción decidieron que se refería "en las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores".
El presidente de Transparencia Internacional España, Jesús Lizcano, recuerda que "es conocida la elasticidad del votante con respecto a la corrupción. Aunque no tenemos datos sobre esos 200.000 nuevos jóvenes que se incorporan a ejercer su derecho el 26-J, la experiencia demuestra que el joven es menos tolerante con la corrupción que los mayores. En el estudio sobre España que presentamos en enero de este año con respecto al 2015 , el Índice de Percepción de la Corrupción, volvimos a perder puntos". Cada año se nos ve un poquito más corruptos que el anterior.
Decía Platón: "Si quieres conocer la naturaleza del hombre, otórgale poder". El psiquiatra Benito Peral, experto en conducta grupal, dice que "nos tendrían que dar poder a cada uno de nosotros para saber hasta qué punto somos capaces de corrompernos o no", y echa mano de una anécdota. La de Cordell Hull, secretario de Estado de los Estados Unidos durante la presidencia de Franklin D. Roosevelt, quien acuñó la conocida frase, referida a Rafael Leónidas Trujillo, dictador de República Dominicana, y que hasta Pablo Iglesias ha utilizado en el Parlamento Europeo: 'Puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta". Según Peral, sirve para explicar la actitud del voto mayor a los partidos con más corruptos (PP y PSOE): "Son sus hijos de puta, y ese es el primer punto; el segundo, para la psicología del votante con experiencia es que saben que el poder corrompe".
La psicología del votante no deja de ser un misterio, por mucho que los estudios de intención de vota traten de desvelarla. Cuando estalló la crisis, la preocupación por la corrupción era prácticamente igual entre los pobres y los ricos. "A partir del 2013, tras el estallido del caso Bárcenas, la corrupción preocupa más entre las clases altas y los ricos que entre las clases bajas y los pobres. Es un poco aquello de 'Aunque sea un ladrón, queremos a Perón'. A las clases bajas y más afectadas por la crisis lo que les preocupa es el paro. Ahora la corrupción preocupa al 70% de las clases altas y solo en un 30% a las bajas. Por eso un partido como Ciudadanos se centra tanto en la corrupción, porque sabe que es el nicho en el que puede seguir quitando votantes al PP", apunta Urquizu.
Sobre cómo luchar contra esa corrupción que tanto van a manosear los políticos durante esta campaña, dan alguna pista las diferencias entre Dinamarca y España. Al primero se le considera el país menos corrupto y el segundo ocupa el puesto 36, según el Índice de Percepción de la Corrupción: "Los países en las primeras posiciones presentan características comunes que son clave: altos niveles de libertad de prensa; acceso a información sobre presupuestos que permite al público saber de dónde procede el dinero y cómo se gasta; altos niveles de integridad entre quienes ocupan cargos públicos; y un poder judicial que no distingue entre ricos y pobres, y que es verdaderamente independiente de otros sectores del Gobierno", como señala el informe de Transparencia Internacional.
Son los votantes quienes eligen a sus gobernantes. El 26-J tenemos una nueva oportunidad de combatir la corrupción en las urnas. La frase con la que Carlos Arniches remató su obra Los Caciques hace casi un siglo de "Los españoles no seremos felices hasta que no acabemos de una vez para siempre con los corruptos" está hoy de plena actualidad.