¿Tenemos que sacrificar también la alimentación?
Con el agua al cuello. En las casas españolas disponemos de 2.700 millones de euros menos respecto a lo que podíamos gastarnos un año antes. Nuestra renta disponible ha adelgazado un 1,6%.
Con el agua al cuello. Así encaramos los españoles una cuesta de enero que amenaza con perdurar todo el año. En las familias entra menos dinero y como ya no se sabe de donde arañar, se ha comenzado a escatimar en la comida de todos los días. Según datos del INE, en el tercer trimestre del año, en las casas españolas disponemos de 2.700 millones de euros menos respecto a lo que podíamos gastarnos un año antes. Nuestra renta disponible ha adelgazado un 1,6%, debido a la bajada de salarios y de la rentabilidad del ahorro.
Tiene gracia que a pesar de estas cifras, haya aumentado casi dos puntos el gasto en impuestos sobre la renta y el patrimonio. Ingresamos menos, pero el Estado se queda con más, exigiéndonos sacar de donde no hay. Ya nadie llena el carrito de la compra sin mirar. Nuestros hábitos han variado a la velocidad de la luz. "Un cambio que detectamos es que se compra en menor cantidad y para menos tiempo. Ya no consentimos que la verdura, u otros productos perecederos, se nos pongan malos en la nevera. Volvemos más veces a la tienda o al super", explica Pedro Barato, presidente de ASAJA, la asociación de jóvenes agricultores. En septiembre pasado entraron un 2,3% menos alimentos en los hogares y en octubre un 1,8% menos, según el Ministerio de Agricultura.
Normal, hay que sacar a flote al sector financiero. De los 190.000 millones de euros que el Estado ha inyectado a los bancos, hay 45.000 millones que no se van a recuperar y con los que los ciudadanos tendrán que apoquinar a través del déficit público. España tiene el récord en tasa de paro, un 26,6%, de toda Europa, y supera incluso a Grecia, con un 26% -ese país cuyo deterioro económico Rajoy consideraba tan alejado de la realidad nacional cuando desembarcó hace un año en Moncloa-, según datos de Euroestat que corrigen los del INE. Parece lógico que los españoles se sientan superados por el pánico y la desesperanza.
Se resiente el menú doméstico y ya se percibe su efecto sobre la salud. Los médicos están anotando síntomas que no aparecen en las estadísticas. "Comentamos entre compañeros cómo han aumentado los casos de herpes zoster, algo anormal en esta temporada. Pues bien, creemos que se debe a una bajada de defensas, además de a otras enfermedades como puede ser el estrés, también originado por la crisis. La caída en el consumo de antioxidantes -y el aceite de oliva es uno de ellos- acelera ese descenso de defensas, que se observa sobre todo en problemas de piel y de cabello. Son síntomas que no detectamos en una analítica, pero que cada vez se presentan más y que nos resultan superficiales cuando los pacientes vienen a pedirnos unas vitaminas, pero la tendencia es preocupante", asegura la doctora generalista y experta en nutrición, Mª José Martínez Caballero.
En un ambulatorio del barrio de Arguelles, en Madrid, también han notado la crisis en las consultas. "Hay problemas que no son graves, pero asociados a deficiencias en la alimentación que estamos detectando con mayor frecuencia. En este barrio, en el que tradicionalmente vivía mucha tercera edad, han repuntado los niños, que nos cuentan que se han venido a casa de los abuelos. El euro por receta se está notando bastante, te piden menos recetas porque las pensiones no dan", relata un médico que prefiere mantener el anonimato.
Los estereotipos funcionan al ir al mercado. Las familias se guían por el recuerdo histórico a la hora de comprar. Se produce un contagio en el cambio de hábitos. Así ve el panorama Javier López, gerente de Asoprovac, la asociación de productores de vacuno: "Si vas al súper, es fácil comprobar que el filete de 1ªB está a un precio similar a la pechuga de pollo. Sin embargo, la gente opta antes por el pollo porque cree que es más barato. Hay un efecto psicológico claro en esta elección aunque ha disminuido también la venta del despiece y ha aumentado el pollo entero porque sale más barato. En el caso del vacuno se comen menos piezas nobles, como solomillos o chuletas y más carne picada. Las familias están ajustando el gasto todo lo que pueden".
Percepción que constata también Pedro Barato: "Crece el aumento del consumo de pollo o de cerdo, mientras cae el de ternera. Aunque esto es un asunto de mentalidad, de veras. Entre el filete de ternera y el de pechuga de pollo hay poca diferencia, pero perdura la idea de que la ternera es más cara. Cuando de la ternera prácticamente se aprovecha todo y en el pollo, hay huesos y algunos desechos". Los productos básicos regresan a las ollas. La operación kilo navideña se traslada a las propias cocinas. "La gente vuelve a consumir productos básicos, como la patata, las lentejas o los garbanzos y se estabiliza el consumo de productos de cuarta gama, como las ensaladas mezcladas, lavadas y envasadas, por ejemplo".
Que en la cadena de la alimentación los consumidores miren tanto la peseta afecta, y mucho, a los productores y a la industria, cosa que en casos como el de la leche, les tiene a punto del colapso, como explica Luis Calabozo, de la Federación de Industrias Lácteas (FENIL), porque las cadenas de distribución mandan: "Hay una tendencia clara a sustituir las primeras marcas por marcas blancas. En volumen no estamos notando una gran caída, baje o suba la leche, se seguirá consumiendo igual, pues la demanda es inelástica. Desde hace unos años la tendencia es que disminuya la compra de leche líquida, que se traslada a postres lácteos y quesos. Lo que sucede es que los ganaderos lo están pasado mal porque los piensos han subido más de un 30% y la leche se está banalizando. La grandes cadenas de distribución usan las ofertas en leche para atraer al consumidor y fomentar la compra de otros productos. Si el litro de leche se paga al ganadero a 32,70 céntimos y en el super se vende a 49 céntimos, ¿qué beneficio obtiene la industria? El sector lácteo está intervenido en la producción pero liberalizado en el resto de la cadena. Esta sujeto a un sistema de cuotas, que solo se mantienen para el azúcar, hasta el 2015".
Claro, que no todos los países protegen igual a sus productores. Para comprobarlo basta con teclear una dirección web. Por ejemplo, la de Carrefour en España, donde se puede adquirir un litro de leche por 50 céntimos mientras que en la web de Carrefour en Francia no es posible comprar un brick por menos de 65 céntimos. Lo cual evidencia la intervención del Estado vía competencia. Pedro Barato de ASAJA, estuvo esta misma semana tratando con Arias Cañete, ministro de Agricultura, sobre la PAC (Política Agrícola Común) y los excesos que se producen en la cadena de valor, de los que culpan al Ministerio de Luis de Guindos y a Competencia "por no querer sancionar estos comportamientos".
Algunos, sin embargo, logran hacer de la necesidad virtud. "El problema es que a los productores ya no se les puede apretar más el precio porque estamos en la segunda crisis de materias primas, con los cereales y la soja en máximos históricos. Al vacuno le está salvando las exportaciones de animales vivos desde hace dos años a Líbano, Libia y Argelia. En 2011 se exportaron 20.000 animales y en 2012, han sido 100.000. La exportación de cerdo a países asiáticos también ha supuesto un desahogo para ese sector. Solo con el mercado interno, la presión a la baja obligaría a cerrar explotaciones", explica Javier López de Asoprovac.
Con este panorama y quebradero de cabeza del ama de casa que compara precios, del ganadero que tendrá que cerrar la explotación o del agricultor que no se siente protegido en la cadena de valor, quieren que tengamos más paciencia para el peor 2013 y soportemos la desfachatez de nuestras élites, da igual que sean empresariales, bancarias o políticas.