No da igual

No da igual

El nuevo Ayuntamiento ha decidido que una de sus concejalías se denomine de Equidad, Derechos sociales y Empleo, dejando de lado el término Igualdad, que tanto simbolizaba en la lucha de las mujeres. Pero no da igual cómo se llame el área. Los nombres son importantes, aluden a nuestro constructo social, cultural y emocional. Cuando renunciamos a un concepto, el significado y su realidad se van con él.

SERGIO BARRENECHEA

Bien por el Ayuntamiento de Madrid al intentar, con la Ley de Memoria histórica en la mano, eliminar los nombres fascistas de nuestras calles y plazas, bien por esa bandera multicolor que ha pendido durante una semana del Palacio de Cibeles, reconociendo la igualdad LGTB, bien por la partida extra presupuestaria para los comedores escolares y paliar así la desnutrición de muchas niñas y niños. Bien, esto es marcar tendencia. Lástima que la Igualdad no reciba el mismo impulso: lo de las cooperativas de madres limpiadoras, la propuesta del primer consejo municipal sin mujeres y ahora esa área de Equidad, Derechos sociales y Empleo.

Perder el término Igualdad, o Concejalía de la Mujer, de consolidado significado político, en aras de un término más propio de la justicia natural, voluntarista y no reglada, cuando menos inquieta. Las demás áreas mantienen nombres que la ciudadanía conoce y reconoce: Economía y Hacienda; Cultura y Deportes; Medio ambiente y Sostenibilidad; Salud, Seguridad y Emergencias, o Participación Ciudadana, Transparencia y Gobierno abierto, entre otras. Parece que sólo la Igualdad molestaba. Pues no están los tiempos para bromas en esta materia: si no es una mujer degollada por su pareja, es un alcalde que considera que cuanto más desnuda, la mujer va más elegante. Pues toca explicar a quienes quieran escuchar.

Vamos a ver, la equidad es la justicia natural, por oposición a la letra de la ley impositiva. También es la bondadosa templanza habitual, e incluso la disposición de ánimo que mueve a dar a cual lo que es suyo. O sea, el buen rollo. La igualdad es la conformidad de algo con otra cosa en naturaleza, forma, calidad y cantidad. Es un derecho fundamental de ciudadanía que no está consolidado ni en nuestro país ni en el planeta, como tampoco la libertad y la solidaridad, ni la paz mundial, pero eso no significa que haya que arrinconar el principio por añoso, al contrario, hay que revitalizarlo, llevando a cabo políticas adecuadas en los ámbitos locales, nacionales o internacionales. Con firmeza y sin complejos. Naciones Unidas, la Unión Europea impulsan la Igualdad. En España hay una Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, que está en vigor, que hay que seguir desarrollando y con indicaciones para las corporaciones municipales en esta materia.

La Constitución de 1977 reconoce la igualdad para toda la ciudadanía. Sin embargo, los legisladores se dieron cuenta de que en ese momento la sociedad discriminaba por razón de sexo, raza y religión, y lo hicieron constar expresamente en el artículo 14 al decir que no se discriminará por ninguno de esos motivos. Desde entonces, entre otras acciones, se han puesto en marcha, en todas las administraciones, programas y campañas de Coeducación para romper los estereotipos dañinos de género; se han dictado leyes sobre los derechos sexuales y reproductivos que protegen la vida de las mujeres y de las personas LGTB; una ley Orgánica contra la violencia de Género, la de Igualdad o la de Dependencia. Sin embargo, la desigualdad y la pérdida de derechos en las mujeres campea por doquier, pues corifeos machistas están ampliando su poder.

Hay corrientes ideológicas conservadoras que atacan al feminismo y las políticas de Igualdad por sus ataques frontales al sistema, pues su lucha va contra el patriarcado misógino que impregna la sociedad. A la vez, corrientes ideológicas que se dicen progresistas recelan del mismo y lo tildan de interclasista, cuando no de burgués, por reclamar la Igualdad como un derecho humano universal para todas y todos. Y sucede que si hay algo interclasista es la violencia de género y el sexismo. Pues esos cánticos interesados falsean cínicamente la realidad y hay que pararlos.

Parafraseando a la premio Nobel Wislawa Szymborska: "Dicen que el odio [admítase patriarcado] es ciego. ¿Ciego? //Tiene el ojo certero del francotirador // y él, solo el, mira el futuro // confiado." ¡Cuidado, con los francotiradores, no hay que ponérselo fácil!

La realidad es que están matando a las mujeres. La mayoría de las asesinadas por violencia de género no han interpuesto denuncia porque, de nuevo, en las comisarías se las incita a que no lo hagan, y además crece el mensaje de que las denuncias no sirven para nada; o lo más perverso, ¡son falsas! Más del 80% de las llamadas familias monoparentales son monomarentales, con graves problemas económicos y de conciliación de vida laboral y personal.

La mayoría de las niñas y los niños pobres y desnutridos son la prole de madres solas, las más desheredadas, las más vulnerables. La situación de las mujeres mayores y dependientes es un auténtico escándalo por la carencia de medios, y porque estas mismas dependientes, que necesitan ayuda, tienen que atender a familiares más dependientes que ellas. Los llamados recortes, realizados por el Partido Popular en estas áreas han sido ingentes, indecentes e ideológicos, es decir, patriarcales, pero, de alguna manera, consentidos por parte de una sociedad adormecida por interesados cantos misóginos que dicen que eso de la igualdad o no es prioritario o ya está conseguido. Ante este desolador marco, las políticas del Ayuntamiento de Madrid, como son las de Empleo, Salud, Educación, Servicios Sociales deben de ser prioritarias en el fondo y en la forma, y también las de Igualdad.

No da igual cómo se llame el área. Los nombres son importantes, aluden a nuestro constructo social, cultural y emocional. Cuando renunciamos a un concepto, el significado y su realidad se van con él. Esta área genera ciertas inquietudes, pues en palabras de la poeta estadounidense Adrienne Rich : "Vemos lo que vemos, y ver es cambiar". Se cambia para bien y para mal. Si la alcaldesa Manuela Carmena cree en la reinserción, las feministas también, y hasta en la toma de conciencia igualitaria con independencia de la edad y del sexo, ¿acaso no hemos nacido y vivimos en medio del patriarcado?

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