La vuelta al cole y la fobia escolar
Puede ser que como padre o madre lo pases mal. Ver al niño patalear y con una perreta enorme, te oprime el corazón y nunca sabes cómo actuar. ¿Me lo llevo otra vez a casa, lo consuelo o dejo que llore pensando que ya se le pasará?
Lo normal es que los hijos quieran volver al cole. Allí se reencuentran con los amiguitos, conectan otra vez con los profesores y recobran la rutina. Las madres y padres respiran y todo vuelve a la normalidad. El primer día es el momento de compartir qué hizo cada uno en verano, dónde viajaron, qué amor de verano les está quitando el sueño, los libros que leyeron... las novedades, las risas y la complicidad de quienes llevan compartiendo toda una vida en el colegio o quienes empiezan a conocerse en su nuevo instituto.
Para muchos será un día lleno de ilusiones: por primera vez entran en primaria, o los adolescentes en la ESO, y los más mayores se preparan para definir ya su carrera profesional en bachiller.
Los padres sobre todo se preocupan por los más pequeños; muchos de ellos lloran el primer día y no quieren separase de las faldas de sus padres, dejar los juguetes de casa y volver a la rutina. Para facilitaros un poquito la tarea de la vuelta al cole, os dejamos mi socia Ana y yo unos consejos que os pueden ayudar a volver al cole con más normalidad:
- Empieza a hablar con tus hijos de la vuelta al cole, pregunta por sus compañeros o por otros aspectos que puedan resultarles gratificantes. Habla del cole en términos positivos.
- Si durante el verano tus hijos abandonaron sus rutinas, haz que vuelvan a retomarlas de forma progresiva.
- Fomenta que finalicen las tareas académicas iniciadas durante el verano. Utiliza el elogio, la comprensión, la paciencia, el afecto y la constancia.
- No recurras al castigo para conseguir que terminen en unos días los cuadernillos que no han tocado durante todo el verano.
- Evita hablar, delante de ellos, de la pereza que da volver al trabajo. Es importante que observen un modelo motivado.
- No asocies la vuelta al cole a una amenaza o miedo ("este año va a ser muy duro, tendrás a un profesor complicado, ponte las pilas, eh!").
- Haz que te acompañen a comprar los libros o prepara con ellos el material escolar. Procura que sea una actividad agradable y divertida.
- Escúchalos para saber cómo se sienten ante este nuevo reto, cuáles son sus miedos, etc.
- Cualquier cambio produce estrés. Dejar las vacaciones para volver al cole es un cambio. Acepta de forma comprensiva este periodo normal de adaptación. En unos días pasará.
- Ayuda a tu hijo desde el principio a planificarse de forma responsable las horas de estudio - deberes y ocio.
En algunos casos en los que los niños ponen más resistencia de lo habitual, puede ser que como padre o madre lo pases mal. Ver al niño patalear y con una perreta enorme, te oprime el corazón y nunca sabes cómo actuar. ¿Me lo llevo otra vez a casa, lo consuelo o dejo que llore pensando que ya se le pasará?
Existen muchas causas por las que un niño no quiera acudir a la escuela: cambio de profesorado, alguna discusión con un compañero de la escuela, problemas de aprendizaje, tener un examen, que alguien haya ridiculizado al niño en clase, que los compañeros no le hagan partícipe de los juegos, la separación de su madre, tener que levantarse temprano, etc.
La forma en que se manifiesta este miedo también es de diversa índole: tener dolor de estómago, dolor de cabeza, mareo, diarrea, sudoración, rabietas, lloros, mal humor, ira, demorar el vestirse, desayunar, etc. El niño utiliza cualquier excusa para no ir a clase.
Imagina esta situación:
Javier tiene 4 años, es un niño alegre, se relaciona bien con la gente, le gusta mucho jugar y estar con su madre. Desde pequeño, la madre dejó de trabajar para dedicarse por completo a la educación de su primer hijo. Javier y su madre se han hecho el uno al otro, de tal forma, que su madre vive en su mundo, en su lenguaje, en sus juegos; ha llegado a dejar de pensar en ella, en sus necesidades y vive para él. Pero ahora se plantea la necesidad de que Javier se relacione con niños de su edad, que reciba otro tipo de aprendizajes, y tras varias conversaciones con la pareja, deciden que Javier ingrese este año en una guardería.
Javier es un hijo primogénito, con las consecuencias favorables y desfavorables que eso conlleva: "Ya ves, te coge de sorpresa, nadie te enseña a ser padre". Muchas parejas no saben cómo reaccionar cuando el niño monta en cólera y su único objetivo es conseguir un caramelo, montar el cochecito, etc. Y esta es la dinámica que Javier ha utilizado cada vez que ha pretendido alcanzar algo: "Yo berreo, pataleo, lloro, grito desgañitadamente, a mi madre le da vergüenza, me amenaza con que ¡ya verás cuando lleguemos a casa! ¡se lo voy a contar a tu padre!, y con tal de que no siga llorando accede a mi capricho". Ella piensa en esos momentos: "¿Qué pensarán las demás madres cuando vean cómo está sufriendo mi hijo en plena calle? ¡Qué mala madre soy!". Y luego llega a casa, no se vuelve a hablar del tema, el padre llega cansado y no se le comenta el acontecimiento, que de todas formas hubiese servido para poco. Así que Javier mañana volverá a las andadas. El chaval es inteligente, ha encontrado un recurso para conseguir objetivos, para salirse con la suya, aunque no sea el recurso más adecuado.
Hoy es el primer día de Javier en infantil. Su madre le ha ido contando durante los días previos al acontecimiento, que iba a comenzar una nueva etapa de su vida, le ha comprado el uniforme, la cartera y le acompaña en este día tan señalado. Y cuál es la sorpresa, que al dejarlo en el aula y pretender salir de la misma, Javier monta en cólera y empieza a llorar y gritar como si lo estuvieran matando. La "seño", acostumbrada a éstas actuaciones manipulativas por parte de los pequeñitos, le dice: "No te preocupes mujer, esto es normal, no pasa nada, dentro de unos minutos se habrá relajado y estará jugando con los demás compañeros, vete tranquila". Pero la madre, que ha vivido durante cuatro años pegada a su hijo, por el que ha abandonado temporalmente el trabajo y los hobbies, no puede soportar ver sufrir a su hijo. Vuelve a entrar en la clase, intenta clamarle, el niño se relaja y al volver a salir por la puerta, empieza otra vez el concierto de gritos y lloros. Después de 5 intentos, la madre pacta con Javier irse a casa los dos y volver mañana para quedarse definitivamente en la escuela. Javier, que hemos dicho que es inteligente, accede, y se va a casa. Pero al día siguiente se vuelve a repetir la escena nada más aproximarse a la escuela.
¿CUANDO SE PUEDE RESPETAR QUE EL NIÑO NO VAYA AL COLEGIO?
Siempre es importante averiguar los motivos por los que un niño no quiere acudir al colegio y establecer claramente las circunstancias por los que sus padres le permitirían no acudir: entre estos se encuentra el tener fiebre (más de 37,8º C) y tener claros síntomas de enfermedad, que la madre tenga que llevarlo al médico por la mañana o algún posible papeleo burocrático.
Si el motivo para no acudir a la escuela no es de esta índole, mantén una conversación con él, animándolo a que diga qué le ocurre en la escuela o qué le produce rechazo. Intenta buscar también puntos a favor de ir a la escuela. Proporciona seguridad a tu hijo frente a sus temores a la escuela.
FORMAS DE ACTUACIÓN
Habla al niño del colegio de forma positiva: asociación entre ir al colegio y hacerse mayor, preséntale al profesor de su clase, visita el colegio por fuera antes de comenzar...
Una vez comience el curso escolar podemos ayudarle de la siguiente manera:
- Saca el tema de conversación del colegio en casa, comentando visitas culturales, excursiones, las clases de ejercicio físico...
- Ayuda a tu hijo a buscar algo especial en el colegio diciéndole que te enseñe lo que ha aprendido.
- Fomenta las amistades escolares. Ayuda al niño a que haga amigos.
- Normalmente la fobia a ir al colegio aumenta cuanto más nos acercamos al colegio. El momento decisivo es el de despedirse. Aquí hay que conservar la sangre fría. Compórtate como si nada anormal estuviera pasando, desde que el niño note que el alboroto culmina con sus objetivos, como llevártelo de allí, abrazarlo, o poner cara de qué ridículo estamos haciendo, tenderá a repetir este comportamiento. El niño tiene que darse cuenta que no sirve de nada alborotar. Deja al niño con alguien de confianza dentro de la clase y vete tranquila pensando que este comportamiento es muy frecuente en los niños y que dentro de un rato relativamente corto, el niño estará jugando con sus compañeros como si nada hubiera pasado.
- Cuando termine por acostumbrarse a ir al colegio y compruebe que con las rabietas no consigue sus objetivos, dejará de hacerlo. Si permites que tu hijo se quede en casa sin un motivo real, como estar enfermo, tu hijo aprenderá a salirse con la suya, no solo respecto al colegio sino también en otros asuntos. Tu hijo necesita sentirse normal, y esto incluye acudir a clase regularmente como los demás niños. Recuerda que evitar una situación temida incrementa más el temor y cada vez se te hará más costoso llevarlo al colegio.
- Refuerce los comportamientos positivos de acudir a la escuela: qué inteligente es mi hijo, cuanto aprende, qué dibujos más bonitos me trae hoy, cuántos amigos tienes, etc.
- Si el problema se vuelve insalvable para los padres, es aconsejable visitar un especialista. Se realizará un análisis pormenorizado del problema, de las causas que lo generan y mantiene, de las situaciones y de las consecuencias desfavorables que tiene para el niño, para su educación y para su familia. El objetivo de la terapia, con un éxito altísimo, es normalizar cuanto antes la vida del niño y la de sus padres. El niño necesita sentirse normal y hacer lo que es normal para su edad.
Con la colaboración de Alfonso Caracuel y Ana Piñar.