¡Zapatero Forever!
Llevo dieciséis años con mi marido, aunque casados sólo siete. El mismo tiempo que el TC ha tardado en dar un veredicto positivo para nuestra causa al recurso que presentó Rajoy. En diciembre podremos celebrar nuestro séptimo aniversario como matrimonio.
En 2005, el mismo año que Zapatero decidió apostar por una ley igualitaria, mi novio y yo nos casamos. En España por fin era posible. Sin embargo países como Gran Bretaña, Francia, Alemania o Italia carecen de una ley tan avanzada como la nuestra o simplemente no tienen ninguna ley, como es el caso de Italia. Mi marido y yo, tras casarnos, nos fuimos de viaje de novios a Roma y allí nos citamos con algunos activistas gays que nos tocaban casi con veneración. Era la primera vez que tenían junto a ellos a dos hombres gays casados... les admiraba que la católica España hubiera dado un paso del que Italia estaba -y sigue estando- a años luz.
En España, varias semanas antes de casarnos algunas personas heterosexuales cuestionaban nuestro deseo de contraer matrimonio. Ellos, claro está, sí estaban casados y debía irles muy mal para tener de la institución una imagen tan deplorable. Pero en otros casos era porque los gais y lesbianas éramos -y debíamos seguir siéndolo- la quintaesencia de la modernidad y la vanguardia y si nos podíamos casar, como ellos habían hecho, de pronto de ser príncipes a sus ojos pasaríamos a convertirnos en ranas.
Decidimos no hacerles caso y nos casamos. Queríamos tener los mismos derechos que los demás ciudadanos, ni más ni menos, y no entendíamos por qué la Iglesia, las organizaciones ultraconservadoras y el mismo PP se empeñaban sacar manifestaciones a la calle, una tras otra, en contra de la anunciada legalización del matrimonio gay y sobre todo en contra de la palabra matrimonio. La palabra matrimonio les repugnaba. Algunos dentro de PP e incluso dentro de la Iglesia estaban dispuestos a aceptar que nos pudiésemos unir. Pero que nuestras uniones se llamasen como las suyas les parecía algo intolerable.
La mayor parte de esta homofobia tiene su base en motivos religiosos, justificado en las varias citas de la Biblia en la que se critica la homosexualidad. Pero ¿cómo puede valorarse algo con la mentalidad de una persona que vivió hace miles de años? Ahora tenemos aviones, trenes, autopistas, cine, televisión, ordenadores e Internet, democracia, derechos humanos, feminismo... también existen curas para muchos tipos de cáncer y fecundación asistida... ¿cómo puede pretender una institución o un partido político que vivamos de acuerdo a las reglas de personas que vivieron hace miles de años? Y sobre todo yo me preguntaría ¿por qué? ¿Por qué quieren que vivamos de esa manera? ¿Por qué no quieren que vivamos nuestra sexualidad con libertad? Supongo que la respuesta es la misma que nos hace no ser capaces de entender por qué el ministro Gallardón quiere que las mujeres no tengan derecho de abortar en caso de malformación del feto. Nuestros gobernantes, como un residuo de los viejos tiempos de la dictadura, están obsesionados con controlar nuestros cuerpos y a través de ellos nuestras vidas. Y nosotros, los ciudadanos, no estamos dispuestos a resignarnos...
Llevo dieciséis años con mi marido, aunque casados sólo siete. El mismo tiempo que el TC ha tardado en dar un veredicto positivo para nuestra causa al recurso que presentó Rajoy. Este veredicto sin duda nos ha librado de hacer un ridículo de dimensiones galácticas y va a ser de lo poco que el PP va a dejar del legado social de Zapatero. Ha sido una buena noticia para la causa de la democracia y para la causa de la igualdad y los derechos humanos. Al TC le ha costado siete años tomar una decisión y muchos temimos que no fuera capaz de ofrecer una sentencia justa, pero finalmente no nos van a descasar. En diciembre podremos celebrar nuestro séptimo aniversario como matrimonio.