El noble arte de hacer el imbécil (1ª parte)
¿Alguien te dijo de pequeño aquello de: "Niño, deja de hacer el tonto de una vez o no llegarás a nada en la vida"? Pues bien, a nosotros no... Y ese bofetón no dado a tiempo es el responsable de que hayamos hecho de nuestra eterna inmadurez una saludable forma de ganarnos las lentejas.
¿Alguien te dijo de pequeño aquello de: "Niño, deja de hacer el tonto de una vez o no llegarás a nada en la vida"? Pues bien, a nosotros no... Y ese bofetón no dado a tiempo es el responsable de que a día de hoy hayamos hecho de nuestra eterna inmadurez una honrada y saludable forma de ganarnos las lentejas.
Nuestra disparatado plan de vida comenzó a fraguarse en 2008, cuando Don Pedro Valle y un servidor vivíamos honradamente en Madrid, España. Éramos jóvenes, éramos molonguis y teníamos todo lo que un dicharachero chico de provincias puede pedirle a la vida: un trabajo fijo que nutría nuestros bolsillo de billetes de 50€ y una ajetreada vida social que demandaba alocados fines de semana de 4 días. Definitivamente, la vida nos sonreía.
Pero no me digas por qué, un día de esos tontorrones (imagino que un domingo de resaca), decidimos que aquella desordenada existencia había tocado a su fin, que era momento de madurar, de volvernos serios y sentar la cabeza. Así que sin más dilación, ese mismo lunes mandamos a nuestros respectivos jefes al cuerno y nos largamos a dar la vuelta al mundo.
Nos tiramos 9 meses, con sus noches, recorriendo el sudeste asiático y de esa insensata aventura surgió el blog AnchoaFog cuya única misión no era otra que la de despertar envidia, odio y rencor entre nuestros familiares y amigos. Para conseguir este objetivo nos basamos en la infalible formula del: "Mira lo bien que lo pasamos mientras tú pobre mortal estás currando en tu oficina". Nuestra línea editorial queda perfectamente resumida en este vídeo:
Pero amigas, el ser humano es insaciable y de todo se cansa uno... Así que en mayo de 2009, con 10 kilos menos y sin una rupia en el bolsillo, decidimos que era el momento de regresar a casa. Después de tantos meses viviendo como estrellas del rock, el hecho de regresar a la vida real y tener que hacerte la cama, limpiar el baño o hacer una colección de soperas de época nos sonaba como la cosa más exótica del mundo.
Estábamos eufóricos. Después de tantas y tantas aventuras volvíamos a casa sanos y salvos, como guerreros que regresan victoriosos de las cruzadas. Pero nada más aterrizar en Essssssspáña el cielo se tiñó repentinamente de negro, la tierra comenzó a temblar bajo nuestros pies y ante nuestros ojos apareció el personaje más malo entre los malos. Un temido super villano hasta entonces desconocido para nosotros pero que en nuestra ausencia había sembrado el pánico entre la población convirtiéndose en trending topic en toda casa, mercería y supermercado: "La crisis". Y a los pocos días de llegar vimos claro cuál era nuestro fatal destino:
Ante la inabarcable magnitud de nuestro enemigo, decidimos que lo más inteligente sería llevar a la práctica las enseñanzas de Ghandi y practicar la resistencia pacífica, o lo que es lo mismo: dormir por el día y tirarnos al alcohol por las noches. Y fue entonces, cuando todo parecía perdido, cuando nuestra poca cabeza volvió a salvarnos la vida... pero eso te lo contaré otro día.
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