Votar mal vs. votar a los malos
Ha llegado la hora de que la mayoría de los electores del PP haga una profunda reflexión sobre su papel en el modelo fiscal desarrollado por Ayuso.
No es lo mismo votar mal que votar a los malos. Ha llegado la hora de que la mayoría de los electores del PP haga una profunda reflexión sobre su papel en el modelo fiscal desarrollado por Ayuso en la comunidad de Madrid.
Más allá de no comprender la urgencia de los impuestos como una herramienta imprescindible para la redistribución social, habita en demasiados votantes de esta derecha una ingenuidad vergonzante que aplaude el trilerismo político. Sí, porque de trilero es vender una bajada generalizada de impuestos a la población cuando esta medida, realmente, solo se concentra en las rentas más altas.
Cada uno de los incentivos fiscales importantes que salen de los despachos del Gobierno regional madrileño está destinado a gente adinerada y a empresas inversoras. A la clase media y a las clases bajas se las adormece con migajas mediáticas y con apologías fraudulentas de la libertad y la patria. Si a alguno de estos votantes le interesa comprobarlo —entiendo que rasgarse las vestiduras con Cataluña y resucitar el demonio de ETA ocupa muchas horas— podrá descubrir cómo, por ejemplo, una persona que no supera los 30.000 euros brutos anuales en nuestra comunidad resulta mucho menos beneficiada que otra que gane 100.000 euros en relación a la bajada del tramo autonómico del IRPF.
Hablo de datos objetivos que cualquier individuo podrá descubrir a poco que muestre interés por la justicia fiscal. En el caso de las bonificaciones fiscales a las sucesiones y a las donaciones resulta escandalosa la frivolidad con la que se habla de 300.000 euros y 200.000 euros como punto de partida. Total, a nadie parece importarle, pues ¿para qué disimular? Colocan un titular mediático que ponga “Ayuso anuncia rebajas fiscales” y en el tercer párrafo de la noticia, si acaso, decimos quiénes se van a beneficiar.
“Los nuestros no leen tanto”, pensará MAR. ¿Qué ocurre entonces? ¿Ha enloquecido el votante del PP y entona un “¡Vivan las caenas!”? Una cosa es querer ser rico y otra es perder la cabeza como hiciera Stephen (Samuel L. Jackson) cuando mantiene la siguiente conversación con Calvin J. Candie (Leonardo di Carpio) en la grandiosa Django Desencadenado: "¿Ha visto, amo? ¡Ese negro tiene un caballo!". "¿Y tú quieres un caballo, Stephen?". "¿Para que coño quiero yo un caballo? ¡Lo que quiero es que él no lo tenga!".
A estas alturas de la vida, no aspiro a poder sostener un diálogo constructivo y respetuoso con aquellos que tienen un modelo diferente de sociedad que el mío. Me conformo con que tengan un modelo y no se dejen arrastrar por la frivolidad y el fanatismo. Votar mal y votar a los malos es algo que se paga, es algo que pagaremos todos. Y no habrá manera de aliviarlo. No somos pasajeros de nuestra sociedad, somos su tripulación. Algunos se dedican a destruir el Estado del Bienestar porque otros se lo permiten. La termita reina es alimentada por millones de termitas.