Un PP que ni está ni se le espera

Un PP que ni está ni se le espera

No se puede contar con la oposición para hacer políticas públicas de calado que mejoren la vida de la gente

El presidente del PP, Alberto Núñez FeijóoEuropa Press via Getty Images

Todo país democrático, si quiere seguir siéndolo, necesita instituciones fuertes, eficaces y, por supuesto, limpias. Y eso incluye al Gobierno, pero también a la oposición. Y por lo que parece, viendo la estrategia de la oposición en España, nuestro país no tiene esa suerte.

Desde el primer minuto de la presidencia de Pedro Sánchez, el Partido Popular, primero con Pablo Casado y ahora con Núñez Feijoó, se ha esforzado en hacer una oposición de acoso y derribo que poco se parece a la imprescindible fiscalización de un gobierno y aún menos a ofrecer una alternativa al mismo, que es lo que se espera de quienes por decisión ciudadana no tienen la responsabilidad de gobernar.

Es evidente que el PP y el PSOE son formaciones políticas con modelos de sociedad muy distintos, incluso opuestos en muchos aspectos. Pero son los dos grandes partidos de nuestro país y de ellos debe esperarse que, por muchas diferencias que tengan, al menos puedan entenderse en los grandes asuntos de estado. Y en eso, bien sea porque Feijoó no quiere o porque a Feijoó no le dejan, el PP ni está ni se le espera. No se puede contar con el Partido Popular para hacer políticas públicas de calado que mejoren la vida de la gente, no se puede contar con ellos para hacer nada que tenga que ver con superar los conflictos territoriales y fortalecer la convivencia entre las distintas maneras de ver y entender España. De hecho, no se puede contar con el PP ni para defender y cumplir la Constitución, a la que llevan pisoteando durante un lustro al negarse a renovar el Consejo General del Poder Judicial.

La estrategia del no a todo, permanente en el tiempo en este caso, no solo no aporta nada bueno para el país, sino tampoco para el propio Partido Popular. El acoso y derribo a Pedro Sánchez y a todo lo que huela a su odiado sanchismo les llevó a creer que estaban cerca de gobernar el país e incluso empezaron a repartirse ministerios antes del pasado 23 de julio. Pero Feijoó fracasó y se dio un batacazo contra sus propias expectativas del que aún no ha salido ni parece que vaya a hacerlo pronto. Siguen en estado de shock y han sustituido su obligación de armar y plantear una alternativa de gobierno por una competición con la ultraderecha para ver quien siembra más odio y más discordia contra el presidente y contra la mayoría de españoles que dijimos no a un gobierno ultra. Y son, de hecho, los perfiles más ultras en sus ideas y en sus formas los que Feijoó ha situado al frente de su grupo parlamentario, como se puede comprobar en las sesiones de control al Gobierno de cada miércoles. Los Tellados, las Gamarras, los Hernando y el resto de rostros visibles del PP, incluyendo a su líder, nos deleitan semanalmente en el Congreso con intervenciones faltonas y airadas con escasez de contenido y abundantes en insultos para caldear el ambiente. No solo no rectifican su fracasada estrategia para el 23J, sino que siguen ahondando en ella. Ellos sabrán, pues aunque resulta bastante triste no poder contar nunca y para nada con el principal partido de la oposición, este país tiene muchos retos por delante y poco tiempo por perder, además de una mayoría parlamentaria que sí seguirá avanzando en la senda del progreso y de la convivencia tal y como las ciudadanas y los ciudadanos nos mandataron en las urnas.

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Arnau Ramírez (Sant Feliu de Codines, 1989) es diputado por Barcelona y portavoz de Cambio Climático del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso. Anteriormente fue primer secretari de la Joventut Socialista de Catalunya (JSC). Es graduado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).