Trump, Biden y Kraven el cazador
No sé si alguna vez en la historia los electores votaron motivados por las virtudes del candidato elegido, pero desde hace mucho se vota únicamente bajo la furia obsesiva contra los defectos del candidato rechazado.
¿De verdad, en serio, los dos partidos políticos más importantes del mundo, que forman el régimen bipartidista del país más importante del mundo, en el planeta con el mayor desarrollo político de todo el Sistema Solar, no tienen mejores candidatos para la presidencia que Joe Biden y Donald Trump? Nadie vea en esta frase la menor equidistancia. Como dice mi adorado Bill Maher, ante la disyuntiva Trump/Biden defendería votar a Joe aunque lo que se presentase fuese únicamente su cabeza metida en un frasco lleno de líquido azul. Pero eso no quita para que, antes que a Biden, votase con los ojos cerrados para la presidencia demócrata de los EE.UU. a cualquier concejal de cualquier pueblo de menos de 2.000 habitantes de cualquier Estado de ésos que tienen formas geométricas.
¿En serio no hay nadie mejor? De los 25.000 cargos electos del Partido Demócrata, ¿los otros 24.999 se desorientan más veces que Biden? De los 23.000 cargos electos del Partido Republicano, ¿Trump tiene menos condenas que los otros 22.999? No sé si alguna vez en la historia los electores votaron motivados por las virtudes del candidato elegido, pero desde hace mucho se vota únicamente bajo la furia obsesiva contra los defectos del candidato rechazado. A lo que sea. A quien sea. Como si es a Alvise Pérez. Como si es a Javier Milei. Como si es a Yolanda Díaz. Lo que en su momento fueron dos posturas que se confrotaban entre sí, ahora son dos posturas cuya única razón de existir es dicha confrontación. Antes era condicional. Ahora es esencial.
Por eso no cabe el acuerdo. Amparo Rubiales, histórica militante socialista, declaró anteayer: “Yo soy patriota de partido por encima de cualquier otra patria. Mi patria es el PSOE porque es mi elección personal”. A su lado, sonrisa biliosa en ristre, María Jesús Montero asentía mecánicamente con un permanente vaivén, más propio de los muñecos de perritos que hace unos años se ponían en el salpicadero de los coches que de alguien que estuviera escuchando lo que se decía. El problema es que toda patria necesita un territorio, y todo territorio sólo puede corresponder a una patria. Si los partidos son organizaciones políticas que defienden diferentes formas de organizarnos legalmente, cabe la negociación y el pacto. Si los partidos son patrias, sólo cabe la guerra contra el invasor.
Todos sabemos que Vox le hace las campañas al PSOE y que el PSOE le hace las campañas a Vox. No necesitan haber acordado en ningún callejón oscuro esta perversa simbiosis por la que cada uno, como expertos judokas, aprovechan a su favor la fuerza del otro. Ante la tumba de Spiderman, Kraven el Cazador —uno de sus archienemigos más contumaces— llora amargamente su pérdida, aceptando que jamás podrá sentir por alguien amado la unión existencial que se siente ante al enemigo de tu vida. La única fortaleza de Biden está en Donald Trump, y la única fortaleza de Trump está en Joe Biden. Sólo son alguien gracias a su alianza, es decir, a su enfrentamiento. A solas, privados el uno del otro, representan la peor clase política que jamás conocimos en el Imperio Estadounidense.