Los que suben y los que bajan
Acudir al sambenito de las mentiras no es a estas alturas, o bajuras, de curso legal.
Sábado al mediodía frente al Ayuntamiento de la Villa de Santa Brígida (Gran Canaria). Ni frío ni calor: 20-21 grados. Sentados bajo un árbol tropical de grandes flores rojas, con evidente falta de agua —debió de fastidiarse el riego por goteo tan habitual en las islas— un grupo de mayores, todos en los ochenta o raspando, discutían sobre las elecciones. A dos metros, la cartelería del Banco de Santander ofrecía sus hipotecas. Uffff. En un momento dado uno del grupo, un poco harto de los rodeos de un amigo, lanza un “¡pero vamos a ver hombre de Dios¡ ¿tu votas a los que suben o a los que bajan?”.
Prestamos atención un poco sorprendidos. “¿A qué te refieres, preguntó el interpelado?”. “Pues, coño, a qué va a ser, a los que te han subido la pensión, y a los que le han subido a tus hijos el salario mínimo, y a los que han subido el empleo, y a los que han conseguido los fondos europeos… ¿O te van más los que hacen lo contrario, los que ya han anunciado que derogarán todas estas medidas con sus recortes habituales?”.
Balbuceando, el hombre miró a sus lados y musitó mirándose a la punta de los zapatos. "... pues habrá que votar a los que suben, digo yo". Pero con gesto de qué le vamos a hacer, ya veremos…
La cosa no amainó pero se nos impusieron las obligaciones pendientes a los libre oyentes, como diría el profe y eurodiputado Juan Fernando López, ‘estupefactados’ por argumento tan sencillo, del tipo blanco, líquido y en botella... Nos esperaba el pan, El País papel…el desayuno en la terraza del Mallow. Y pasar estas notas a una servilleta de papel.
Los pensionistas de derechas de toda la vida lo tienen crudo en esta ocasión. O los ‘asilados’: algunos en anteriores ocasiones se les han revirado a las monjitas que van quedando. Y después del escándalo de las residencias madrileñas, con políticas y segundones con mucha pose y poco corazón y menos cerebro, peor.
El ‘trapecista’ Sánchez, que ha ido cumpliendo todas sus promesas para desespero y angustia de la derecha salvadora de Jesús y de María y del ayusismo de medio hervor… ha logrado que lo bueno conocido, la estabilidad, cierta confianza en el futuro en medio de tanta incertidumbre mundial, haya recibido el apoyo y hasta la admiración de la UE. El presidente Sánchez, a pesar de la orquesta del apocalipsis y el fin del mundo, se ha convertido para la prensa internacional, incluso la conservadora, y para sus pares de ahí afuera, en un estadista de referencia.
Los tres únicos ‘peros’ que fue capaz de poner horas más tarde un antiguo OJE, indignado con la exhumación de Franco y de José Antonio, y anclado en los ‘buenos’ tiempos del desembarco ‘franquistein’ en la Transición fueron la ‘memoria histórica’, ‘las mentiras’ sanchistas, así, en general, del uno al otro confín, y la ‘cuestión’ de las banderas.
Hice una prospección de mesa y cortado. Frente a la emoción que despierta ver a Alberto Núñez Feijóo y a Isabel Díaz-Ayuso con un decorado rojigualda hay una evidencia vital: como dijo uno de los pacificadores de Irlanda del Norte que le dijo a su vez su padre, muy pragmático: “Las banderas no se comen”. Al contrario, estos lances cortan la digestión y primero paralizan y luego enloquecen a las neuronas. Todos los días podemos ver este fenómeno. Gente que pierde el hilo y hasta el sentido del ridículo por creer que una combinación de colores es una garantía de lo que sea. De un potaje de berros o de una ‘vichisuá’. La crónica judicial demuestra que no. Que, al contrario, envolverse en algo tiene siempre un fin oculto, y si no se hace a propósito, sí que sirve como disfraz.
Podríamos hablar, por poner un ejemplo ya de público conocimiento, de la pedofilia y los abusos sexuales en los colegios de curas. La verdad tras aquellas pancartas del nacionalcatolicismo de trampantojo. Lo que parecía una excepción puede decirse a la vista de los hechos denunciados y aceptados por la Iglesia, aunque sea a regañadientes, que ha sido una regla. Me ha sorprendido una cosa: que en cualquier reunión callejera de ex alumnos del Corazón de María, luego Claret, o de los Jesuitas, siempre hay alguno que sube el listón: “Pues claro… ¿o no te acuerdas del tal Moreno al que enviaron a Chile cuando las confesiones….?”.
Sería a principios de los 60 del siglo XX; quizás en 1962. Un grupo de alumnos, de once a trece años, se pusieron de acuerdo para ‘chivarse’ en media docena de tétricos confesionarios de los tocamientos e insinuaciones de un sacerdote, muy empeñado en sacar a los críos de excursión a Bañaderos, costa abrupta llena de cuevas.
Así las cosas, en estos momentos no es apropiado salir con los obispos en manifestación patriótica, sobre todo con aquella oleada de inmatriculaciones de rapiña, que Aznar le facilitó a la Conferencia Episcopal, que dominada por la avaricia dinamitó el poco prestigio que le quedaba en tiempos tan científicos y transparentes en el medio rural.
Acudir al sambenito de las mentiras no es a estas alturas, o bajuras, de curso legal. Hay una que se usa para cualquier circunstancia; pero ya la gente diferencia entre la mentira y la circunstancia. ¿Ha cambiado Sánchez de versiones? Sin duda. Como cuando dijo que con Pablo Iglesias bis no podría dormir tranquilo. Forzado por el viraje hacia la derecha radical de Albert Casado, matrimonió, a la fuerza casan, con Podemos. Y a la vista está cuánta razón tenía en su primera versión.
El ‘gobierno para todos’ con su complejidad y equilibrios constitucionales no cambió el activismo adolescente ni las lecturas descerebrantes de Pablo Manuel Iglesias y de su núcleo duro. Trastornados por las mentiras históricas y la épica del comunismo leninista-estalinista y continuista… hasta Gorbachov, están con las disparatadas teologías del ‘califa rojo’. Ya saben: ‘los comunistas tenemos toda la eternidad por delante’ o ‘somos una cosmovisión’. Y las pensiones y el comercio, y la vivienda particular, y la ayuda a los invadidos y masacrados ucranianos… que esperen, o que se jodan.
Santiago Carrillo —y no sólo él— fue muy duro con el cordobés: “Es como un falangista de primera hora”. En la despedida, con el micrófono cerrado, el ex SG del PCE apostilló que la historia está siempre en movimiento, la historia, vino a recordarnos mientras encendía un cigarrillo con la colilla del anterior, no es un instante, no es un plis plas.
El problema que se le plantea a la derecha es que excepto en cuestiones forzadas por coyunturas adversas de gran fuerza casi todas las promesas socialistas y de la coalición se han ido cumpliendo más o menos ordenadamente, chirriando ciertas aportaciones del infantilismo doctrinario de las ministras de Iglesias. La ferrolana Yolanda Díaz es otra cosa; ella asume el ‘eurocomunismo’, que acabó reembarcado en la socialdemocracia, y las enseñanzas profilácticas de la Transición.
Todo ello, a la vez que el PP y VOX han ido avanzando también ordenadamente su proyecto de país. Al principio, con disimulo, y evito con esfuerzo el pareado conversacional. Pero la soberbia y los intereses creados son poderosos psicotrópicos. “El sueño de la razón produce monstruos”, dejó grabado Goya con uno de sus Caprichos. La explicación filosófica de la escueta frase trata de explicarlo ‘Google’ mediante. ‘Cuando la razón deja de estar atenta a la lógica y se deja llevar por las pasiones, o los instintos, genera ‘monstruos’, es decir, puede llegar a concluir ideas irracionales y peligrosas”.
Así que por una parte se han ido definiendo los perfiles europeos, o mejor, europeístas, de la España que va bien, que sube, que aumenta el empleo y la afiliación a la SS con récords históricos, que está inmersa en la revolución digital, que a pesar de los impuestos especiales, bancos e industrias ganan más, y sí, con el sarpullido del podemismo primaveral, un grano tan molesto e infectado, que la pus tapa la uña que quiere estallarlo, que sube en las tablas de clasificación del Eurostat en tiempos mundiales tan convulsos.
Y luego está la otra España, la que quiere bajar, la que añora la tijera, la que promete recortes, la de privatizar la sanidad pública. La que sigue manipulando descaradamente a la justicia. La que conspira con jueces adictos para la prórroga ilegal del CGPJ o con fiscales ‘azules’ para el gran expolio pendiente y vuelta atrás. Elijan.