Síndrome de descompresión popular
En política no conviene que se interrumpa el suministro a los diferentes tejidos, en particular, al tejido empresarial y al tejido industrial.
Los que ya tenemos una edad o dos lo veíamos mucho en las películas de submarinos y de submarinistas. Hoy resulta difícil de creer, pero hubo un tiempo en el que las películas de submarinos constituían todo un subgénero cinematográfico del cine bélico. Y en ellas se hablaba siempre de “descompresión”. Robert Michum —pongamos— ascendía demasiado rápido desde las profundidades marinas, y comenzaba a sufrir fuertes dolores e incluso desvanecimientos.
Síndrome de descompresión, nombre que recibe este tipo de embolia gaseosa. El cambio brusco de presión hace que descienda súbitamente la solubilidad de los gases en la sangre y se forman burbujas que pueden ser incluso fatales para el submarinista. Cosas del nitrógeno.
Cuando alguien cambia de localización submarina debe hacerlo lentamente, para que el organismo se vaya adaptando. Lo mismo ocurre en política. Si en el plazo de veinticuatro horas se pasa de “hay que derogar el sanchismo, que nos ha traído la peor legislatura de la historia” a “lo ideal sería llegar a un acuerdo con el PSOE, al fin y al cabo, ambos somos partidos de Estado serios y seguro que podremos llegar a un entendimiento”, entonces es muy probable que el nitrógeno acumulado en los tejidos de Alberto Núñez Feijoo —sin tilde— empiece a formar burbujas que pasen a la sangre y obstruyan el aporte de oxígeno a los tejidos. En política no conviene que se interrumpa el suministro a los diferentes tejidos, en particular, al tejido empresarial y al tejido industrial.
La recién terminada campaña electoral ha tenido como tema protagonista la idea de mentira —y la lona como nuevo soporte de comunicación en la era digital, pero eso daría para otra columna—. ¿Dónde está el límite entre las mentiras y las imprecisiones? ¿En qué se diferencian epistemológicamente las mentiras y los cambios de opinión? A sabiendas de que la mendacidad de un dirigente es tan escurridiza como la intencionalidad de la mano en el área, estaremos de acuerdo en que las imprecisiones que sistemáticamente redondean a favor del que habla, o los cambios de opinión que sin excepciones benefician las ansias de poder del opinante, más merecen la consideración de puñeteras trolas que nos quiere colar el jeta de turno antes que delicadas filigranas en la evolución del pensamiento político de un estadista.
La embolia gaseosa se previene cambiando la presión atmosférica muy lentamente, deteniéndose en momentos intermedios para que el organismo se pueda ir adaptando gradualmente al cambio. Feijoo —sin tilde— podría pasar primero de decir que el PSOE es lo peor a decir que es malo; luego, que es regular; después, que ni tan mal, oye; hasta terminar defendiendo que PP y PSOE son partidos tan cercanos que debieran fundirse en uno. Pero poco a poco, para que Alberto Núñez Michum no se desmaye.
El plusmarquista en mentiras Sánchez está sintiendo ya en su nuca el jadeo desesperado del inestable líder del Partido Popular. La verdad es la verdad, dígala Agamenon o su porquero, La mentira es la mentira, la digan políticos de derecha o de izquierda.