La recomendación de mayo: Juana Dolores y su furia en TV3
Ella es un símbolo ahora mismo. De cosas que a mí me gustan.
No conocía de nada a Juana Dolores, la actriz y poeta de 30 años que ayer reventó las costuras de lo correcto en un programa, de Més 324, de TV3, la tele pública catalana, pero desde ahora está en mi altar de gente cuya lengua afilada, cuya valentía, cuyo coraje me habría gustado tener en mi vida.
La empecé a seguir en Twitter en el minuto uno y puedo decir que es mi descubrimiento de la temporada. Había ido a promocionar su libro, Rèquiem català, (que también os digo, nunca me habría despertado la curiosidad, pero en cuanto acabe este post, me voy a comprármelo), pero pasó de todo, porque estaba airada, furiosa, y se saltó las normas, y el protocolo, y dijo todo lo que piensa de verdad, sin temores, sin remilgos, sin filtros.
Es mi recomendación del mes porque creo que escucharla en ese contexto, es reconfortante, más por cómo y dónde lo dijo, que por lo que dijo, (que seguro que provocó sarpullidos, que seguro que fue hiriente para algunos que no lo merecen y que estaban en el mismo saco de boxeo, pero no importa. Seamos francos por una vez). Es un soplo para los que no nos atreveríamos jamás, y para los que sí. Para los que sabemos ya cuántas concesiones hay que hacer para seguir estando y dónde no nos podemos meter. Juana Dolores es una DIOSA ahora mismo en mi casa y en mi entorno, entre buena parte de los usuarios de redes, y en casa de otro deslenguado inteligente, mi amigo Bob Pop, que la ha calificado así en su cuenta de Twitter.
Fue un grito de ‘me importa una mierda el libro, tengo ahora mismo otras prioridades’, como protestar con brío por las palabras huecas e inconcebibles para ella, de la tertuliana anterior, Iolanda Batallé, que se mostró a favor del resultado electoral municipal. Y a partir de ahí, la gloria televisiva, esa es la verdad. Te sientas en un programa serio y le dices al presentador serio 'con corbata', Xavier Grasset, todo lo que piensas del mundo después de las elecciones, lo que piensas de las estructuras férreas de las televisiones, de la burguesía que todo lo puede, de los tertulianos de derechas, de las campañas mediáticas infames contra la exalcaldesa Ada Colau. Y del mundo en el que vive en general.
Apenas 20 minutos, en directo, de frases letales, que no sólo se dirigían contra la cadena pública (como ejemplo de estructura de poder), eran también dardos contra el sistema, contra la establecido:
"¿Qué quieres que te diga, la verdad o la mentira?", para arrancar.
“Me parece vergonzoso lo que hacéis”, por la cobertura de las elecciones de la tele catalana.
“He venido aquí a cagarme en todo, Me siento extraña de estar en la televisión pública, que valida a Junts y valida a Trias, la verdad”.
“Ojalá le caiga un meteorito al puto viejo de Trías. A ver si me invitas a hablar de política y tomando partido, que siempre son de derechas los que vienen. A ver cuándo invitáis a un marxista y no sólo los que votan a Junts”.
“Que las clases trabajadoras de este país se organicen y pete todo de una vez”, reclamó.
“A ver si dimite el director y la cúpula de viejos de TV3”.
“Yo no entiendo cómo un presentador de TV3 no le dice a los políticos que espabilen. Me parece vergonzoso lo que hacéis. Todo suavecito, como si hablarais de la compra del Mercadona”, le espetó a Graset, cuya actitud fue la que tocaba: la dejó hablar, incómodo, claro, se rio nervioso ante la sorpresa… y le recordó algo evidente: que como trabajadores de la televisión pública están sometidos a un control… Las concesiones de las que hablaba.
Hoy, en otro programa de la cadena, Planta Baixa, (en el que colaboro felizmente y en el que he dicho siempre lo que me ha dado la gana, la verdad), el propio Graset explicaba cómo se sintió y aseguraba que no se esperaba en absoluto esta tormenta. Hay un dato curioso además, Xavier Graset fue un periodista de la factoría de El Terrat, con quien trabajó en varios programas de entretenimiento. La sátira, la ironía, y un cierto desclasamiento, eran su imagen de marca.
El caso es que Juana Dolores es un símbolo ahora mismo. De cosas que a mí me gustan. De mujeres que me gustan. De gente que grita bien y con enjundia, que observa y clama. De personas cuya piel de rinoceronte para aguantar la oleada de improperios que le van a caer por sus palabras, me gustaría tener.