Que siga en Andalucía el espíritu del mejor PSOE
"El trabajo de Juan Espadas ha sido intenso y muy productivo siempre a la búsqueda de la unidad"
La pérdida del gobierno andaluz ha sido sin duda la más dolorosa que ha experimentado el PSOE desde la Transición. Y ello a pesar de que todos los demócratas somos conscientes de que la alternancia es uno de los mecanismos más importantes de regeneración política que tiene el sistema. Pero en este caso, la derrota no fue limpia ya que se produjo a causa del episodio de los famosos EREs, que los tribunales juzgaron con particular dureza y que, a medida que pasa el tiempo, admiten otros análisis más matizados, como los que ha efectuado el Tribunal Constitucional, que ha puesto a salvo el honor de los principales gestores socialistas, que no fueron, ni mucho menos, cabecillas de un saqueo al Estado. Ni mucho menos se beneficiaron personalmente de unos recursos al fin y al cabo destinados a salvaguardar el empleo, aunque por medios poco rigurosos.
El PSOE perdió Andalucía en enero de 2019 siendo candidata la presidenta de la Comunidad, Susana Díaz, quien había sucedido al también socialista Griñán en noviembre de 2013. Díaz —conviene recordarlo— se sumó al golpe de mano contra Sánchez que llevó a cabo la Ejecutiva Federal del PSOE el 26 de septiembre de 2016 y que supuso la defenestración del secretario general; los levantiscos, apoyados por la plana mayor histórica del PSOE, se oponían a que el PSOE formase gobierno con Podemos y con fuerzas nacionalistas.
Susana Díaz fue, además, la candidata del aparato socialista en las primarias a la secretaría general en el 39 Congreso Federal que se celebró el 26 de marzo de 2017… Primarias que ganó holgadamente Pedro Sánchez. Es lógico que la deslealtad de Susana Díaz al líder natural, electo, del partido le pasara factura. Pese a ello, fue candidata a las autonómicas del 2 de diciembre de 2018, en las que resultó derrotada.
El 23 de julio de 2021, en el Congreso de Sevilla, Juan Espadas fue designado secretario general del PSOE andaluz, en sustitución de Susana Díaz. Elegido más tarde candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía, dejó su puesto de alcalde de Sevilla el 20 de diciembre de 2021 para centrarse en su partido y en las inminentes elecciones de 2022, en las que el resultado fue malo. La crisis interna del PSOE, perdida estrepitosamente por Susana Diaz, y el efecto del caso de los EREs explicaban fácilmente aquel naufragio.
Pese a todo, Juan Espadas, fuerte ante los problemas y empático ante la gente, consiguió realizar un trabajo tan intenso como productivo, que finalmente desembocó no solamente conseguir que en todo el territorio haya calado la idea de que el PP andaluz es el mayor enemigo de los servicios públicos, con la sanidad a la cabeza, sino que incluso ha sido capaz de proporcionar reparación a aquellos que fueron injustamente condenados por el caso de los ERE y dar la vuelta a la cacería contra los socialistas llevando ante la justicia a los populares por su desvío de dinero a la sanidad privada. Algo sumamente meritorio por el que debería concedérsele más crédito en un momento tan complicado político para los progresistas.
Pero hay más: el trabajo de Juan Espadas ha sido intenso y muy productivo siempre a la búsqueda de la unidad. Y siendo difícil, ha conseguido que la nave avance firme, siempre alineada con su proyecto federal y con su líder, Pedro Sánchez, pese a haberse atravesado momentos muy convulsos en que la lideresa de entonces confrontó con el oficialismo ortodoxo del aparato central. Hoy en el PSOE andaluz no se ha organizado un verdadero sector crítico, ni la lógica nostalgia personal de Susana Díaz se ha podido plasmar en intento alguno de regresar al pasado. La relación vertical entre el PSOE andaluz y Ferraz son fluidas y directas, y no se ha descubierto en estos últimos años algún liderazgo espontáneo, real, de peso, que pueda apuntar maneras a última hora…
En estas circunstancias, no tiene demasiado sentido pensar en una salida de Juan Espadas. Los valores de lealtad y trabajo son ahora sinónimos de un PSOE andaluz que avanza hacia un cambio de ciclo electoral que puede ser muy halagüeño, considerando que Pedro Sánchez controla la nave de manera también firme pese a las tormentas. Para entender mejor la situación, basta una somera reflexión sobre quién se beneficia de la zozobra del PSOE andaluz: es Juanma Moreno, quien ha publicado de manera inopinada una encuesta, (que haría mal los andaluces en comprar); y es la sombra de la antigua lideresa, presente en todas las informaciones sobre diversas componendas disolventes. Mal recado mandarían Pedro Sánchez y el PSOE a la sociedad y a la opinión pública si se optara por desmontar el trabajo hecho, por comprar un marco tan evidentemente conservador y por bailar una música que en el fondo interpreta el PP para intentar evitar dar cuentas a la Justicia, consciente de que sin Espadas el caso de las corruptelas sanitarias probablemente se diluirá. Por eso están entusiasmados los epígonos de Bárcenas y de la Gürtel.
Decide ahora la militancia y decidirá después la sociedad andaluza, tan madura, que hoy está expectante, y que ciertamente atinará en su elección cuando proceda. Pero, por ahora, ni las provincias ni la militancia parecen demandar otro cambio que no sea el del líder del PP andaluz del poder.
Ferraz, como es lógico, respeta la autonomía andaluza y evita cualquier signo de favoritismo. Y más cuando es evidente que Susana Díaz no ha resignado del todo el afán de recuperar el protagonismo perdido, un objetivo imposible que solo conduce directamente a la melancolía. Pero el hecho elegante de Sánchez de no inmiscuirse en el inminente congreso no debería ser interpretado como una incitación a la polémica. Juan Espadas tiene mucho crédito acumulado en su ingrato papel de jefe de la oposición, y no tendría sentido reabrir viejas heridas ni dejar el futuro a la improvisación. Que siga Juan es que siga la militancia al mando y, por tanto, que siga ese espíritu que Pedro trajo al socialismo español también en Andalucía.