La naturalidad es cosa de ricas
¿Sabéis qué? A veces el maquillaje iguala y no todas tienen el privilegio de renunciar a él.
Sin que sirva de precedente, voy a citar a Ana Rosa Quintana. Repito, sin que sirve de precedente. "Sara, hija, tú puedes ir sin maquillar", le ha soltado como un cumplido a la protagonista de la polémica de los Goya. Sin embargo, lo que esconde esa inocente frase para echarle el cable a una colega es que no todas podemos ir a una fiesta sin maquillar.
Para quienes tengan prisa y ya conozcan el tema en cuestión, pueden saltarse este párrafo. Para los que no o necesiten refrescar, se trata de una famosa que ha presumido de ir a los premios del cine con la cara lavada para, las cosas como son, generar debate en las redes sociales. Y como no puede ser de otra manera cuando se trata de opinar sobre el aspecto de las mujeres, efectivamente ha causado revuelo en Twitter.
Me voy a sumar a la discusión de la semana, pero tiraré por otro lado, quizás, menos comentado. Y es que la naturalidad es una cuestión de clase, cosa de ricos vaya. Sara Sálamo no ha inventado la pólvora, solo que es muy buena generando polémicas porque sabe que los clickbait aumentan los seguidores y mejoran el engagement -tener tirón en redes- en esta era de la comunicación.
Hablamos de la nueva moda de la “cara lavada” o “clean look”, que en inglés siempre queda más moderno. Esto viene a ser salir sin pintarse o hacerlo simulando que no vas maquillada, porque ahora lo que se lleva es parecer natural. Algo que por cierto no es nada novedoso. ¿Cuántas parejas o amantes os han dicho que les gustáis más sin maquillar? Ay amigas, démonos cuenta de que en esa frase que parece cargada de amor en realidad desprende un tufillo machista. Porque como hace poco recordaba Noemí López Trujillo citando a la investigadora Rhea Ashley, “se espera que las mujeres sean femeninas de maneras inalcanzables, pero deben conseguirlo de forma que parezcan naturales”. En un artículo maravilloso a raíz del estreno del documental de Pamela Anderson, la misma Noemí hablaba del castigo social que ha sufrido la actriz y modelo estadounidense por su hiperfeminidad.
Pero vuelvo al tema de la naturalidad, que me enrollo. Decía que era una cosa de ricos. Y lo digo porque presumir de la belleza natural y recibir aplausos por ello solo funciona y es empoderante cuando se encaja en los cánones de belleza del momento. Y resulta que ni siquiera algo tan subjetivo como la belleza es natural. Sí, la genética juega un papel, pero no es ni mucho menos el determinante.
Qué coincidencia que quienes presumen de salir con la cara lavada son mujeres con alto poder adquisitivo. Porque claro, estar guapas depende de factores económicos. Dormir bien, estar descansadas, la buena alimentación, la precariedad, el acceso a tratamientos caros, a cremas buenas y a tiempo para sesiones de belleza afectan al estado de la piel. Hasta los disgustos afectan a nuestra cara, porque cuántas mujeres envejecen décadas en años por culpa del trabajo duro, del paro y de la ansiedad. Casualmente, la moda de salir sin maquillaje coincide con otra moda, la de los retoques estéticos. Que mira, otra casualidad, promueven las mismas personas que de vez en cuando suben fotos a Instagram sin filtro ni rimmel mientras acuden a clínicas estéticas. Porque la naturalidad es mentira. Al menos el espejismo de presumir de ellas. El último estudio de La Sociedad Española de Medicina Estética ha desvelado datos alarmantes, como que en 2021 se realizaron 871.525 tratamientos estéticos, el 72% en mujeres. Que el 40% de la población se ha hecho algún tipo de operación o retoque estético. También que la media de edad de acceso a la medicina estética ha pasado de los 35 a los 20 años. ¡20 años! No hace falta ser un lumbreras para saber que esta presión que sufrimos especialmente las mujeres viene dada por los estándares inalcanzables de las redes sociales que fomentan las mismas que presumen de ir a una gala de lujo sin base pero con un vestido de Armani.
¿Y sabéis qué? A veces el maquillaje iguala y no todas tienen el privilegio de renunciar a él. Porque los hay caros y baratos, pero todos acaban tapando ojeras en un día de mierda en un mundo en el que las mujeres estamos obligadas a estar guapas y expuestas a un escrutinio permanente sobre nuestro físico.