‘Nada’, el acierto de mantener la voz (narrativa)

‘Nada’, el acierto de mantener la voz (narrativa)

Uno de los estrenos del mes en Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional.

'Nada' en el Teatro María GuerreroBárbara Sánchez Palomero

Después de ver Nada en el Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional, se confirma que es uno de los estrenos del mes. Ello tiene que ver con el material del que se parte, la celebrada novela de Carmen Laforet del mismo título. Un best seller de su época y un long seller desde entonces pues todavía se sigue leyendo. Y también tiene que ver con el tándem que forman el dramaturgo Joan Yago y la directora Beatriz Jaén que la han puesto en escena. Quienes ya triunfaran con la divertidísima denuncia Breve historia del ferrocarril español.

Nada se sitúa en Barcelona. Ha terminado la Guerra Civil y una de sus huérfanas será acogida por su familia en el piso de la calle Aribau. Donde malviven, en la miseria y con los chinches que les ha traído la guerra, vendiendo los muebles, un pasado del que se tienen que desprender, y de la prostitución a la que se entrega la mujer de unos de los hijos para tener dinero. Una vida miserable a la que Andrea, la protagonista, tendrá que contribuir con parte de su exigua pensión.

Sí. El contexto es triste y poco propenso al humor. Sin embargo, Andrea es joven. Y sus amigos, universitarios o artistas también son jóvenes y pertenecen a las clases pudientes, a la burguesía catalana que posiblemente apoyó a Franco, y por eso pueden contarlo y celebrarlo.

Una juventud que se impone a la tristeza, la fealdad, el integrismo católico y la grisura circundantes. Hablan de amor, de arte, de literatura. Tienen sueños. Hasta los tiene Andrea en su relativa pobreza. Aunque sea la menos acomodada de todos ellos, la que deja de comer para ahorrar y poder estar al nivel económico de sus amistades. Niveles que nunca alcanzará, por más que lo intente.

  Escena de 'Nada'Bárbara Sánchez Palomero

Ellos salen, entran, van a la playa o al campo, se zambullen, se besan, son besados o se dejan besar. Sueñan, mucho, con lo que les deparará el futuro. Se imaginan una posible vida. Y disfrutan paseando una ciudad bombardeada con un puerto lleno barcos varados al haber sido destruidos por la guerra. Lo ven, claro que lo ven, pero los conflictos de sus mayores todavía les son ajenos porque no se les han impuesto. Aunque, ya se puede ver como se les comienzan a imponer.

Sí, lo pasaban bien, a pesar de la que estaba cayendo. Quizás el mensaje más subversivo de la obra. El de la alegría en la tragedia o en lo trágico. Que Joan Yago y la Calórica acaban de defender tan bien en Le Congres ne marché pas. Y Almodóvar reivindica en su reciente película, La habitación de al lado. Espíritu de estos tiempos.

Lo anterior se ve y se vive desde la butaca, entre otras cosas, por la inteligencia con la que está escrita la obra. Cuyo autor se ha dado cuenta que la clave de la novela está en la voz. Esa voz narrativa con la que Andrea cuenta el año de su descontento, ese que consideró nada. Y que ha convertido en una voz omnipresente en escena, poniéndoselo difícil a cualquier actriz que asuma el papel durante las tres horas que dura la función.

Reto que Júlia Roch acepta, con el que mantiene un pulso que ella gana por lo que corta las orejas y el rabo de este mihura teatral. Es decir, se lleva el aplauso de sus compañeros y del público puesto en pie. Un éxito al que contribuye mucho la química que hay entre ella y Julia Rubio, que hace de Ena, la mejor amiga y el primer amor de Andrea, un amor inconfesable y ambiguamente correspondido, que, sin embargo, todos ven, aunque no entiendan. Una química que no siempre se da con otros actores. Quizás porque algunos de los personajes están puestos en escena más como una caricatura que otra cosa. O por su presencia fugaz sobre el escenario.

  'Nada' en el Teatro María GuerreroBárbara Sánchez Palomero

Algo que sucede en una escenografía que se podría describir como abstracta-concreta. Al estilo de un collage o una chamarilería del Mercat dels Encants barcelonés. Abstracta para poder acoger los múltiples espacios en los que sucede la historia, a veces superpuestos. Y concreta, por los elementos específicos con los que se connotan los lugares. Que se podrían ejemplificar con muchas escenas, aunque sin duda la mejor para hacerlo es la fiesta de gente bien a la que es invitada Andrea por un compañero rico que está enamorado de ella. Es el mismo espacio de la calle Aribau, pero connotado por lámparas de araña y la iluminación. Y con eso, y la vestimenta y actitud de los invitados, está todo dicho y hecho.

Mención aparte merece la banda sonora de este espectáculo. Porque está bien insertada en el relato y en la puesta. No es intrusiva. Y, sin embargo, contribuye al contexto y a la temperatura de los momentos. Tanto la música original creada por Luis Miguel Cobo, que va camino de convertirse el Alberto Iglesias de las bandas sonoras teatrales, como las canciones populares o tradicionales insertadas.

  Escena de 'Nada'Bárbara Sánchez Palomero

Con todos estos elementos, el Centro Dramático Nacional ofrece un gran espectáculo. De los que se espera de este tipo de instituciones. En la que se nota que hay producción. Y lo programa hasta el 22 de diciembre durante en un tiempo suficiente para que lo pueda disfrutar el mayor número de gente posible.

Algo que sin duda harán, independientemente de lo que diga la crítica que ya la ha coronado en el ranking Tragycom, por el boca-oreja. Puesto que no deja de tener esa consistencia de novelón decimonónico, aunque fue escrito en el siglo XX. Y, a la vez, ese aspecto de telenovela, en el que una huérfana sale adelante por sí misma con esfuerzo y algunos apoyos que se encuentra en el camino. Personaje con el que es imposible no empatizar. Por cómo está escrito, por cómo se ha dramatizado, por cómo se ha puesto en escena, y por cómo Júlia Roch en compañía del resto del elenco lo interpretan. Pero, sobre todo, por esa ingenua juventud con la que se mueve y conmueve al mundo.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.