Movilidad sostenible y cambio climático
El Gobierno de España está dando los pasos necesarios, pero la magnitud del desafío es tan grande, que es imprescindible que la mayoría de las fuerzas políticas se sumen al objetivo común.
Estamos inmersos en una época de sequía y de escasez de agua que ha generado una lógica y extraordinaria alarma ciudadana, multiplicada, además, por la vivencia general de temperaturas anómalas en etapa invernal. Los efectos del cambio climático ya nos afectan de forma directa y está teniendo consecuencias en la vida cotidiana. Todas las instituciones se han puesto en marcha para tomar medidas que permitan disponer de recursos hídricos para garantizar el consumo humano de agua y para que la agricultura pueda sobrevivir a este escenario.
La sequía y la escasez de agua es solo un efecto más del cambio climático, pero no es el único y quizás como sociedad debiéramos preocuparnos, además, de cómo solucionar a corto plazo la falta de agua, en cómo modificar las actividades humanas que originan el cambio climático y por tanto revertir sus consecuencias. La movilidad es una de ellas.
Ya no tiene discusión científica que el origen del cambio climático es el exceso de emisiones de gases contaminantes a la atmósfera, fundamentalmente el CO2, y tampoco tiene ya debate que la actividad humana más emisora es la del transporte, fundamentalmente la del transporte por carretera.
Sabemos que cerca del 30 por ciento de las emisiones del CO2 proviene de la quema de combustibles fósiles, y que, de ese porcentaje, aproximadamente el 90 por ciento proviene de coches, camiones, autobuses, furgonetas y motos que circulan por nuestras carreteras y fundamentalmente por nuestras calles
Llevamos muchos años hablando sobre la movilidad sostenible y han sido algunas las experiencias que se han puesto marcha con razonable éxito, pero es igualmente cierto la necesidad de ahondar más en la idea para que los resultados sean efectivos, al objeto de que el total de kilómetros recorridos al año por vehículos de combustión fósil disminuya; semejante esfuerzo debe aunar la mayor de las voluntades posibles.
El Gobierno de España ha tomado medidas desde que el presidente Sánchez llegó a Moncloa en forma de leyes, planes, estrategias, ayudas, subvenciones de todo tipo, actuaciones que inundan la actividad de la Administración General del Estado, en favor de una movilidad sostenible, pero también es cierto que el resto de las administraciones, que tienen las competencias en movilidad, transporte y urbanismo deben acompañar aún más en ese esfuerzo. Queda mucho por hacer y el tiempo apremia.
En estos días, llegará al Congreso el proyecto de Ley de Movilidad Sostenible que ha aprobado el Gobierno de España, y que como ha manifestado el propio ministro Oscar Puente sería deseable concitar el mayor acuerdo posible. Sería la primera norma estatal de movilidad en nuestra historia y supondría un hito para nuestro país, que pasaría a disponer de una herramienta legal para que todos los operadores de movilidad, en todas las esferas económicas e institucionales, dispusieran de un marco por el que dirigir sus actuaciones.
En España se pueden llegar a realizar cada año cerca de 400.000 mil millones de kilómetros/pasajero en nuestras calles y carreteras a bordo de de vehículos movidos por gasolina o gasoil. Con un marco general legislativo y con todas las instituciones, empresas y ciudadanos implicados podríamos conseguir que, de ese total, derivemos kilometraje recorridos a desplazamientos a pie o en bicicleta, al transporte público, a viajes compartidos y a vehículos movidos por energías no contaminantes, y así alcanzar el objetivo de cero emisiones a la atmósfera, y con ello colaborar a que el futuro sea más habitable para nuestros hijos y nietos. De eso va el proyecto de Ley de Movilidad Sostenible.
La Unión Europea se ha propuesto llegar al objetivo de cero emisiones en 2050. Para alcanzar esta meta es indudable que el parque automovilístico de Europa va a sufrir un cambio profundo, cuya velocidad irá acelerándose conforme podamos disponer de un mercado automovilístico eléctrico más asequible al ciudadano y un mayor despliegue de las infraestructuras de recarga eléctrica, pero a la par nuestras ciudades y entornos metropolitanos deben acometer también un cambio profundo en su morfología urbana, para permitir formas de moverse más activas a pie o en bicicleta y contar con unas redes de transporte público que satisfaga satisfactoriamente las necesidades de movilidad de los ciudadanos. Todo ello en un proceso de metropolización de la vida colectiva que supone un enorme reto de gestión pública.
Las sociedades contemporáneas hemos llegado a ser lo que somos, en parte gracias a las posibilidades de transporte en vehículos movidos por combustibles fósiles. Pero la terrible paradoja, es que el secreto del éxito es a la vez el principal origen del desafío más enorme al que se enfrenta nuestra sociedad, el cambio climático. La movilidad sostenible consiste precisamente en hacer compatible la continuidad del desarrollo económico colectivo e individual con desplazamientos limpios en emisiones de gases contaminantes.
Con la información de la que disponemos debemos partir de una realidad, la movilidad sostenible no es una opción entre varias disponibles, sino la única alternativa para que podamos dejar a las próximas generaciones un planeta habitable. A quienes acusan a los promotores de una economía ambientalmente sostenible y por tanto de una movilidad sostenible de dogmatismo climático, solo puede rebatírsele que es precisamente todo lo contrario a un dogma de fe, la demostración científica afirma que a más emisiones más cambio climático, por lo que el reverso de la ecuación nos aboca rebajar las emisiones hasta cero para ayudar a frenar lo máximo posible el cambio climático que nos acecha.
Hacer de la movilidad un ejercicio ambientalmente sostenible nos concierne a todos, a los responsables políticos los primeros. El Gobierno de España está dando los pasos necesarios, pero la magnitud del desafío es tan grande, que es imprescindible que la mayoría de las fuerzas políticas se sumen al objetivo común. En los próximos meses llegará el momento parlamentario para que la Ley de Movilidad Sostenible pueda ser aprobada y confiemos que pueda hacerse con el mayor respaldo posible, sería una buena noticia, sobre todo, para las próximas generaciones.
Ignacio López Cano es portavoz de Movilidad Sostenible del Grupo Parlamentario Socialista