Menospreciar la memoria, derogar la dignidad
"El PP de hoy es arrastrado por el VOX que anhela el ayer más oscuro, y juntos han vuelto a convertir la memoria democrática de nuestro país en un tema divisivo".
«Entré a los campos, y lo único que sabía es que la gente que conocí no podía escapar, y buscaban maneras de al menos sacar a sus hijos» —Nicholas Winton.
Le llevaron engañado a un plató de televisión en los 80 para hablar de su historia durante la II Guerra Mundial, pero todo el mundo a su alrededor comenzó a levantarse en señal de agradecimiento: el público del programa eran personas a quienes Nicholas Winton (interpretado por un siempre magistral Anthony Hopkins en la película actualmente en cartelera “Los niños de Winton”) había salvado siendo niños de los nazis en campos de refugiados en Checoslovaquia décadas atrás. Una heroicidad de un hombre común para el que aceptar aquella realidad no era suficiente; tenía que hacer algo y acabó salvando a 669 menores de una muerte segura trasladándolos en trenes que partían de Praga a Londres. Tras la visita a aquel plató de televisión, el bueno de Winton pasó en unos días del anonimato más discreto a héroe nacional indiscutido, condecorado entre otros por la Reina Isabel II como Sir y Caballero por sus servicios a la Humanidad.
En aquella misma época, 23 resistentes contra la invasión nazi de Francia fueron fusilados por el Tercer Reich en Paris. De ese grupo de combatientes formaba parte el español Celestino Alfonso, que sufrió primero la Guerra de España y después la Guerra Mundial en el país vecino, luchando siempre con valor por defender las Repúblicas contra el fascismo. Desde este pasado mes de marzo, Celestino figura por siempre junto a los grandes personajes de la historia de Francia, al entrar en el Panteón de Hombres Ilustres de Paris como combatiente, resistente y defensor de la libertad.
Y mientras Reino Unido o Francia, por poner los dos últimos ejemplos recientes, reconocen a quienes dieron su vida por la Democracia, en España hay determinados territorios en los que Nicholas Winton o Celestino Alfonso no solo no tendrían un reconocimiento público, es que una vez obtenido les sería retirado. Creo inconcebible la existencia de ninguna fuerza política (incluido el lepenismo) que en Francia o Reino Unido pudieran defender tamaña deshonra contra sus compatriotas, pero lo cierto es que en España no solo lo defienden si no que están gobernando y lo están aplicando en territorios como Aragón, Comunidad Valencia, Cantabria, Castilla y León o Extremadura, donde ya han empezado a derogar sus leyes de memoria democrática.
Y que un partido como VOX legisle contra las víctimas y la dignidad no es nuevo; de hecho, lo vemos a diario porque ese es precisamente su ideario. Pero del PP, ese partido que se autodefine a cada rato como de Estado y “constitucionalista”, lo cierto es que deja bastante que desear el hecho de no mostrar tacha alguna a este ataque frontal contra la memoria colectiva de nuestro país. Es verdad que nunca han creído en las políticas memorialistas, por eso cuando gobiernan las dejan sin dotación presupuestaria o las recurren al Tribunal Constitucional; pero de ahí a derogarlas, a borrar el honor de quien defendió nuestro país con su vida por la Democracia, a equiparar la II República con el Franquismo, a decir por ley que éste no fue una dictadura, a negar a tantos familiares su derecho a encontrar a los suyos para poderlos enterrar con dignidad, o a desproteger los lugares de memoria frente a los ataques de los que en 2024 niegan los derechos humanos o la Agenda 2030, deja -insisto- mucho que desear del principal partido de la oposición. Pero supongo que este también es un comportamiento coherente con el ideario de Tellado y compañía: es lo que tiene ser la excepción de su familia democristiana en Europa, olvidándose de las fuentes de donde nació su ideología y rindiéndose a los designios de la extrema derecha aceptando su postulado más nuclear. El PP de hoy es arrastrado por el VOX que anhela el ayer más oscuro, y juntos han vuelto a convertir la memoria democrática de nuestro país en un tema divisivo cuando lo cierto es que por separado no lo hizo ni lo hace. Así se corrobora en los lugares donde el PP goza de mayoría absoluta, donde la normativa autonómica en materia de memoria ni se deroga ni se sustituye por ningún eufemismo. Y es que España ya tiene una ley de concordia elevada al estatus más alto y con el máximo nivel de protección: se llama Constitución.
Así que antes de que todo el ala moderada del PP desaparezca por abrasión de VOX, espero que ahí alguien pueda lanzar un aviso importante: se empieza menospreciando la memoria y se acaba por derogar la dignidad. Y de ahí a cambiar la Democracia solo hay un paso que sus socios parecen empeñados en dar sin la más mínima objeción del principal partido de la oposición.
Raúl Díaz Marín es portavoz socialista de Memoria Democrática en el Congreso de los Diputados.