'Mamma Mía! El musical', no sé cómo resistirme

'Mamma Mía! El musical', no sé cómo resistirme

Líos que dan oportunidad para encajar canciones de ABBA como si hubieran estado pensadas para esta historia.

Fin de fiesta de Mamma MíaJavier Naval

Si no recuerdo mal, decía la periodista Maruja Torres que cuando le daba el bajón se enchufaba la película Mamma Mía! Viendo la nueva producción teatral de este musical que se estrenó a principios de temporada en el Teatro Rialto, en plena Gran Vía, donde va estar todo el verano y, con este éxito, seguramente seguirá la temporada que viene, se entiende porque este musical da tan buen rollo. ¿Cómo lo consiguen? Gracias a las canciones de ABBA, por supuesto, pero también a su historia. Donna, una mujer liberal y liberada al estilo de los años setenta, vive en Grecia a finales de los noventa, en una isla, donde regenta un hotelito. Madre soltera con una hija que a sus veinte añitos ha decidido casarse de blanco y por la iglesia para disgusto de su madre, que lo acepta porque la nena lo quiere y ella la quiere.

Pues bien, la hija quiere invitar a su padre y no se le ocurre otra cosa que cotillearle el diario a su madre. En el mismo encuentra tres posibles relaciones seguidas y con diferentes parejas en fechas en las que su progenitora podría haberla concebido. Y, ni corta ni perezosa, decide buscarlos e invitarlos a la boda para ver cuál de ellos podría ser el padre de la novia.

Y allí que llegan los tres, para sorpresa de una madre que no se lo espera. Y ya está el lío montado. La hija tratando de sondear quien será el padre. Los posibles padres, asumiendo su posible responsabilidad desde distintas posturas sin que lo note la madre. Y la madre reviviendo pasadas aventuras, no todas tan agradables como las contaba en sus diarios.

Líos en los que, por supuesto, intervienen las amigas de la madre escuchándola y dándole consejos. Dos mujeres de edad similar, pero prototipos de otras formas de estar en el mundo. También los antiguos novios que tienen sus (re)sentimientos y sus secretos. Y, por supuesto la hija, confundida a más no poder porque los tres le parecen buenos candidatos para padre, su novio y sus amigos.

Donna - Mamma MíaSOM produce

Líos que dan oportunidad para encajar canciones de ABBA como si hubieran estado pensadas para esta historia. Y es que, en cuestiones amorosas, los suecos parecen que lo bordaron en cantarlas y relatarlas, al menos, de una manera que gusta y comparte la mayoría y de una manera universal que atraviesa generaciones.

La verdad es que la cosa funciona. Seguramente porque como en el original que se estrenó en el West End londinense, hay detrás un director de escena que sabe lo que se hace. Juan Carlos Fisher  que en España ha entrado por la puerta grande dirigiendo a Vicky Luengo en el éxito Prima Facie y luego ha dirigido a Aitana Sánchez Gijón en La madre.

Un director que se ha encontrado con un elenco protagonista que entiende las necesidades y objetivos de los personajes. Que entiende que no solo están allí para cantar y bailar unas canciones, sino que todo eso se hace desde unas emociones y unas ideas sobre el mundo que condicionan comportamientos, acciones y reacciones que influyen en lo que cantan y como lo cantan. Y, por supuesto, cómo lo bailan, aunque quizás las coreografías sean el eslabón más débil de esta producción, y que sin embargo han recibido el Premio de Teatro Musical.

A lo que le viene de perlas lo bien microfonadas que están las voces en las canciones. Y el trabajo que se ha hecho para que se entiendan las letras de las mismas. Pues, como todo director de escena sabe, si uno o varios personajes las cantan, las cantan para expresar algo, más allá de hacer música o una tonada.

Se consigue así que cuando tanto los cantantes como los bailarines se pongan a bailar y a cantar parezca que no se podría hacer otra cosa en ese momento. Sobre todo, Verónica Ronda, la mamma del título, de la que es difícil no hacerse fan y salir de la función pensando que no habrá que perderse cualquier otro musical en el que aparezca su nombre.

Aunque, en general, es un elenco muy bien ajustado. Lo que se puede decir más allá del primer reparto. Está crítica pertenece a un día que mayoritariamente estaba el primero, pero había covers que parecían no serlo. Entre estas Ylenia Baglietto, que esta vez hacía de Rosie, la amiga escritora de Donna que le sale sarpullido con solo oír hablar de la institución del matrimonio y todo lo que conlleva. Y que es capaz de transmitir muy buena onda en lo que hace y crear una química muy especial en sus juegos de seducción con Joan Olivé, que interpreta al periodista aventurero Bill un posible padre de la novia.

Llevando al altar a la hijaSOM produce

Un trabajo que está acompañado de una escenografía bonita, que permite ver el mar Egeo sin verlo y, si se apuran, hasta olerlo, con sus preciosos anocheceres. Al que le pone música una orquesta que suena fuerte, pero, al menos desde la butaca de patio, no suena estridente, quizás por estar situada en el anfiteatro. Excepto al comienzo del segundo acto, aunque tal vez eso tenga que ver con que este acto se inicia con una pesadilla.

El hecho de que esta producción esté pensada tan teatralmente, le quita esa idea de karaoke/sing along con la que siempre se la relaciona y con la que empezó su éxito en Londres y después en el mundo. Aunque hay intentos entre el público, estos se paran y no son seguidos porque en escena sucede una historia contada con interés, sobre todo, desde un punto de vista popular.

Titania
Titania
Santander

Un embrollo amoroso y de relaciones, que decae un poco en su segundo acto, una vez que se ha planteado el conflicto entre los personajes y hay que hacer avanzar la trama hacia su desenlace. Pero que vuelve a las buenas andadas iniciales a medida que se va acercando el final de la función. Para terminar con un fin de fiesta, esta vez sí, para que los que fueron a cantar y a bailar, canten y bailen. Y para los que fueron a ver un musical, los acompañen y salgan todos contentos. Y con ganas de repetir la próxima vez que tengan un bajón, como la periodista que se citaba al principio, lo que explica que este musical haya cumplido veinticinco años.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.