Los idiotas útiles de la extrema derecha
“Tontos útiles”, “bobos útiles”. Depende de las traducciones.

Se enteraron de que Iván Espinosa de los Monteros iba a dar una charla ese jueves en su campus, e inmediatamente se lanzaron a whatsappearse a través de sus móviles. Mensajes individuales. Mensajes a grupos. Varios días por delante. Tiempo de sobra para organizar la liada. Cuando se vieron por Somosaguas al día siguiente había tanta emoción disimulada como indignación afectada. Si hablamos de detener al fascismo y formar un grupo antifascista no está claro qué es causa y qué es efecto. Si no hay actuaciones regularmente no hay forma de crear movimiento. Y la épica, sobre todo el juego de la épica de pacotilla: mantienen conversaciones entre ellos por Telegram, con Gramsci, Sandino o Pablo Iglesias como fondo de pantalla. Danny el Rojo, no, por favor.
Además, saben que son los que mandan en Somosaguas. Se les nota en la forma de saludarse, de usar el mobiliario, las paredes, las instalaciones. Son suyas. Si las directivas de los equipos de fútbol tienen a sus júligans, los decanatos y el rectorado les tienen a ellos. Criaturas. Y Espinosa de los Monteros se aproxima al campus deseando encontrarse con un escrache al que sacar rédito mediático. Es una situación de ganancia doble. Perdón, triple. Y de falsa moral. Perdón, doble. La extrema derecha se indigna mientras está encantada con lo que ocurre. Los agitadores celebran su misa donde la causa es sólo la excusa. Y el rector saca un comunicado suspendiendo el acto por motivos de seguridad, sin que al lector se le aclare si lo que amenazaba la seguridad era una nevada, una grieta en la pared o una panda de matones.
“Tontos útiles”, “bobos útiles”, “idiotas útiles”. Depende de las traducciones. “Tonto” proviene de “atónito”, en referencia al estado de aturdimiento que puede aparecer tras un sonido muy fuerte. “Bobo” es el que balbucea, el que no sabe terminar una frase por simple que sea. Admitiendo que puede ser la palabra adecuada dado el nivel de expresión verbal de esta gente, creo que el término “idiota” se ajusta mejor: el que está atrapado en sí mismo, el que no puede ver más allá de su nariz, el ensimismado al que todo lo que ocurre le confirma en sus falacias. Se dice que la expresión “idiotas útiles” proviene de Lenin, pero al menos en sus escritos no se encuentra. El líder soviético sólo se refirió en una ocasión a los capitalistas que le venderían a crédito la soga de la que les colgarían los comunistas.
En un universo paralelo, Espinosa de los Monteros llegó esa tarde al Campus de Somosaguas sin despertar el menor interés. Se dirigió junto a una docena de simpatizantes a la sala, en donde, ya sentados, le esperaban otros quince o veinte asistentes. Y allí, en un aula desangelada, con más asientos vacíos que ocupados, habló durante cuarenta minutos, tras lo que respondió durante unos minutos más a alguna pregunta. Salieron tan desapercibidos como entraron, por las siempre insípidas instalaciones de los campus de las afueras, mientras cientos de estudiantes antifascistas leían, dormían, charlaban o fumaban porros. Ni un suelto en un periódico. Ni un voto más para Vox. Ningún burgués vendiéndole la soga a los que le van a ahorcar. Pero, lamentablemente, no es éste el universo en el que vivimos.
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