Juan Márquez: pa-acá, pa-allá
¿Qué tienen en común 'Porque te vas', de Jeanette, o 'Mi tierra', de Gloria Estefan? Detrás de ambos éxitos está Juan Márquez, un excelente músico cubano que pasó en España cinco años.
Antes de que Jeanette cante el primer verso de Porque te vas, los metales y la batería atrapan la atención del oyente. El equilibrio entre un texto teñido por la tristeza y una melodía desenvuelta conferirán a la canción un sello único que, casi medio siglo después, la mantiene fresca. El artífice de ese prodigio es Juan Rafael Márquez Urbino, un músico cubano que había llegado a los estudios Hispavox, en Madrid, a finales de 1971. Por entonces, el tándem entre el productor Rafael Trabucchelli y el compositor Waldo de los Ríos, que había convertido a esa discográfica en la más importante de España, daba síntomas de agotamiento.
De los Ríos, famoso ya en medio mundo gracias al Himno a la alegría, pretende concentrarse en su carrera, lejos de las orquestaciones que tantos éxitos han brindado a Mari Trini, Alberto Cortez, Los Ángeles o Karina. "Quiero ser algo más que el pianista de Raphael", llega a decir a un periodista argentino.
Trabucchelli aprovecha la crisis para intentar revitalizar el Sonido Torrelaguna, la etiqueta con la que la crítica suele referirse, con mejor o peor intención, a muchos de los discos que salen de Hispavox, y convoca a algunos arreglistas jóvenes, como Eddy Guerín. También llama a Juan Márquez, que se presenta avalado por una impresionante carrera musical en su país. Con poco más de veinte años dirigió varias orquestas de la isla, algunas de sus composiciones habían triunfado en las voces de Omara Portuondo o Elena Burke e, incluso, una década antes de instalarse en Madrid, había popularizado un ritmo, el pa’cá, inspirado en el merengue venezolano.
En la primavera de 1969, Márquez aterriza en la capital española aunque tiene la intención de establecerse en Miami en cuanto le sea posible. Como un principiante, durante algunos se ve buscando trabajo hasta que su compatriota Tito Duarte le avisa para que ocupe una vacante en el grupo que acompañará a Raphael en uno de sus conciertos.
"El orden de las cosas para mí en España fue primero como guitarrista ‒contó en una entrevista a la periodista Mercedes Eleine González, en el portal Cubaencuentro‒, realmente nadie me conocía como arreglista ni como compositor, después me empezaron a llamar. En esa época Madrid era un centro de grabaciones enorme, iban a grabar allí cantantes de Italia, de Francia, de Inglaterra, era la meca de la grabación".
El primer encargo importante que Trabucchelli hace a Juan Márquez son algunos de los arreglos del álbum Tiempo al tiempo de Karina, en el que también interviene Waldo, pero también trabaja con muchos de los artistas del sello, como Los Payos, Tony Landa o Los Ángeles. Incluso publica un álbum con composiciones propias, Pa-Cá, con colaboraciones de otros músicos españoles de prestigio, desde Manuel Gas a Jesús Gluck:
Márquez no tarda en convertirse en la mano derecha del productor que le presenta a su estrella favorita, Mari Trini. Juntos compondrán Un hombre gris, incluida en el disco Ventanas. Al año siguiente, en ¿Quién?, el guitarrista realiza una emocionante versión de Ne me quitte pas de Jacques Brel, quizás la mejor de las cuatro que grabó la cantautora a lo largo de su carrera:
En 1974, la colaboración entre el productor y el arreglista alcanza su cumbre. Márquez ha arreglado todas las canciones que un cantautor desconocido, José Luis Perales, entrega a Trabucchelli. Una de las primeras fue Palabras, promesas que registró Jeanette, cuyo contrato con Hispavox está a punto de expirar. La compañía no pasa por su mejor momento y se da por hecho que, como ha ocurrido con otros artistas, no habrá renovación. En primavera, y con alguna resistencia, publica un último sencillo.
"Jeanette vuelve a la carga ‒informa La Vanguardia‒, con su pequeña voz mimosa de siempre, en Porque te vas, un tema trivial, bien arreglado (todo lo que se puede) por Juan Márquez".
El disco pasa inadvertido hasta que Ana Torrent lo hace sonar en una escena de Cría cuervos, de Carlos Saura. El premio cosechado por la película en el festival de Cannes hace el resto.
Juan Márquez se adapta al frenético plan de trabajo que Trabucchelli ya había seguido con Waldo de los Ríos. De la mañana a la noche, los artistas, desde Paloma San Basilio a Raphael, de Maya a Elsa Baeza, entran y salen continuamente del estudio. Productor y arreglista también sacan tiempo para proyectos más personales, como reunir a la mayoría de los músicos que suelen participar en sus grabaciones en un álbum que titularán Sonido Torrelaguna, o rendir un homenaje a The Beatles, Bee-Gees o Monkees y en el que el cubano llega a utilizar siete guitarras diferentes. Si, con el beneplácito de Trabucchelli, Waldo coqueteó con los clásicos en Sinfonías, Márquez lo hará también en Valses y polkas.
Aunque no le falta el trabajo y se ha aclimatado a la vida "un poquitico más calmada" de Madrid, varios músicos amigos le animan a mudarse a Estados Unidos en 1976. Aun así, no pierde el contacto con la industria española que le pide colaboraciones con Miguel Gallardo, Moncho o María Veranes. Desde mediados de los ochenta, Márquez colabora con Emilio y Gloria Estefan. Tres de sus canciones estarán en Mi tierra, el apoteósico álbum de Gloria del que se venderán más de 13 millones de copias.
En cierta forma, el destino de Juan Márquez estaba escrito: su padre, también guitarrista y director de orquesta, inculcó la vocación musical a sus seis hijos. Todos acabaron tocando algún instrumento.
"He estado haciendo toda mi vida lo que a mí me gusta, ¿qué más se puede pedir? -se preguntaba en Cubaencuentro‒. Desde muchacho me he dedicado a la música y sigo haciéndolo ahora, no se puede pedir más. Es muy bonito dedicarse a hacer lo que a uno le gusta, porque eso no es entonces trabajo sino algo placentero. Y yo he tenido esa suerte. La dicha más grande de un ser humano es hacer de su hobby una carrera, hacer lo que a uno le gusta, entonces trabajar no es un sacrificio".
La larga carrera, el hobby, de Juan Márquez, Juanito, al que todo el mundo describe tan honesto como poco vanidoso, está llena de melodías que mucha gente tararea cada día sin conocer siquiera el nombre de su autor.