Irene Montero: 'across the Irene-verse'
El final de “Podemos” al que asistimos este viernes fue uno de los desenlaces más apasionantes en la historia de las series televisivas.
Irene Montero se merece un spin-off. No desperdiciemos el increíble potencial que todavía conserva. El final de “Podemos” al que asistimos este viernes fue uno de los desenlaces más apasionantes en la historia de las series televisivas. Tuvo más violencia que Breaking bad, más intriga que Homeland. Dejó el final de Juego de Tronos a la altura de un capítulo de los teletubbies. Los guionistas dosificaron magistralmente los tiempos a lo largo de toda la temporada final de “Podemos”, y manejaron con sabiduría las complejidades psicológicas de los personajes para que todo quedara abierto hasta el último minuto. Esa votación entre los afiliados, ese mensaje de Belarra asegurando que aceptarán un acuerdo que de ninguna manera aceptarán. Connor Roy, en Succession, no lo hubiera superado.
Y el mérito no es sólo de los guionistas. El elenco de actores en su conjunto ha construido un abanico de arquetipos que perdurarán mucho tiempo en el recuerdo de los espectadores. Ese Pablo Echenique, cuyas afirmaciones de tontería natural parecían generadas por inteligencia artificial. Esa Ione Belarra, a la que cuesta tan poco imaginar con la mirada perdida, ausente, intentando encajar la realidad que le rodea en sus cuatro eslóganes. Ese Pablo Iglesias, un personaje nuevo en cada temporada jugando con la ubicuidad del mesianismo, el machismo, la farsa adolescente. ¡Y los secundarios! Pam, protagonizando cualquier escena en donde apareciera. Íñigo y Lilith, nacidos para personajes que aparecen en pequeño y detrás en los pósteres de Star Wars. Y Yolanda. Y Monedero. Y…
La mayoría de ellos ya han dado en pantalla casi todo de sí, y parecerían condenados a la repetición de sus mascaradas. Pero Montero, no. Irene Montero aún puede protagonizar más momentos irrepetibles que Michael Scott en The Office. Un mínimo sentido de justicia narrativa obliga a recuperar el personaje en un spin-off, pero un spin-off como dios manda: un entorno totalmente nuevo, nuevos personajes, quizá uno o dos de los viejos, nueva cabecera, nueva sintonía. Como Frasier respecto de Cheers. ¡O una precuela! Como El joven Sheldon respecto de The Big Bang Theory. “La joven Irene: los años complutenses”. ¡O un cross-over, mezclándose con otras sagas ya existentes! Better call Irene, "Call of duty: Irene & Macarena”, “Irene Montero: Across the Irene-Verse”.
De hecho, la audiencia más fiel ya está presionando a la productora R&I Vision Intl para que el fin de “Podemos” no suponga una fragmentación de las audiencias en varios spin-offs. ¿Por qué no componer una secuela enterita de pies a cabeza? Si un dirigente local de Podemos puede apretar el botón equivocado del móvil y crear por error un nuevo partido que se llame “Juntas Sí Se Puede” con domicilio en la sede oficial de Podemos, entonces no puede ser tan complicado crear toda una nueva temporada de una nueva serie de igual nombre, esta vez ya protagonizada en solitario por la actual ministra de Igualdad. Se equivoca quien dé por eliminada de la política a Irene Montero. Cien, mil Irene Monteros van a cruzar las puertas del multiverso mediático para vengarse ante Yolanda Díaz.