La industria cárnica bloquea el intento del IPCC de recomendar una alimentación vegetal
Es un escándalo que ante la evidencia científica, el lobby de la carne interfiera de esta manera.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) es una entidad global creada para analizar y condensar la información clave en torno a la crisis climática, sus efectos y también las posibles soluciones. A través de la colaboración de expertos internacionales, este organismo se dedica a informar a los líderes políticos y a la sociedad en general sobre los avances en la comprensión del cambio climático y cómo abordarlo de manera eficaz.
El pasado 20 de marzo publicaron el informe de síntesis (el sexto desde 1990), que recoge y sintetiza el trabajo e informes realizados en los años previos y contiene las líneas de actuación y recomendaciones principales para los líderes políticos.
Y en este informe podemos constatar cómo la presión del lobby de la carne en los últimos años ha surtido efecto.
En uno de los informes previos del IPCC, en 2021, supimos, gracias a la filtración del borrador, que países productores de carne pidieron cambios para proteger sus intereses económicos contradiciendo la evidencia científica.
Delegados de Brasil y Argentina lograron eliminar menciones a los efectos negativos de la carne en el medio ambiente. También suprimieron recomendaciones para que los habitantes de países ricos reduzcan su consumo de carne e incrementen la ingesta de alimentos de origen vegetal . Concretamente, en el borrador filtrado del IPCC se incluía este texto:
«Un cambio hacia dietas con una mayor proporción de proteínas de origen vegetal en regiones con exceso de consumo de calorías y alimentos de origen animal puede llevar a reducciones sustanciales en las emisiones de gases de efecto invernadero [...] Las dietas basadas en plantas pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en un 50% en comparación con la dieta occidental promedio, intensiva en emisiones».
Gracias a las filtraciones, supimos que Argentina y Brasil pidieron cambios:
Rodrigo Rodríguez Tornquist, secretario de Cambio Climático de Argentina, pidió que se eliminara por completo el párrafo en el que se recomendaban las dietas basadas en plantas. En un comentario, escribió que «no hay base científica para tal afirmación sobre las dietas basadas en proteínas vegetales». También pidió que se eliminara del texto final cualquier referencia a las dietas basadas en plantas.
Los delegados de Brasil hicieron peticiones similares y apoyaron los comentarios de Argentina.
Ahora, en esta síntesis que publica el IPCC, la recomendación ha quedado así:
«Dietas sanas, equilibradas y sostenibles que reconozcan las necesidades nutricionales».
Es un escándalo que ante la evidencia científica, el lobby de la carne interfiera de esta manera. Llevan utilizando todo su poder e influencia durante los últimos 20 años para sacar del debate público y político las evidencias científicas que cada día son más abrumadoras respecto a la relación entre la industria ganadera y la destrucción del planeta; así como sobre la necesidad de una transición en el sistema alimentario hacia modelos que prioricen la proteína vegetal frente a la animal, tanto por cuestiones de eficiencia energética, como de sostenibilidad y protección animal.
Al igual que el lobby del tabaco, que hizo (y sigue haciendo) todo lo posible por combatir la evidencia científica que perjudicaba sus intereses económicos e intentaba detener cualquier regulación en su contra, el lobby de la carne aplica el mismo método: financiar estudios y a instituciones para relativizar la evidencia científica en su contra, ejercer presión a nivel político para bloquear cualquier regulación que perjudique sus intereses económicos y, como hemos visto en este último informe del IPCC, bloquear las líneas de acción que priorizan y reclaman un cambio de modelo alimentario hacia dietas vegetales como una de las formas más necesarias y urgentes para combatir el cambio climático.
70.000 millones de animales terrestres son masacrados cada año para consumo, encerrados en granjas factoría y condenados a una vida miserable para ser convertidos en carne barata. Este sistema es insostenible y tenemos que actuar, tanto a nivel individual como colectivo.
Como consumidores, tenemos no solo la responsabilidad sino la posibilidad de construir un mundo más compasivo, donde toda la violencia y maltrato que padecen los animales no tenga lugar. Tenemos la oportunidad de contribuir a que haya un planeta y un futuro mejor para las nuevas generaciones. Pero toda esa responsabilidad no puede recaer solo en nuestras decisiones individuales. Es hora de reclamar políticas audaces que dejen de estar supeditadas al lobby de la carne promoviendo sus intereses, y que hagan precisamente lo contrario: impulsar una transición hacia un modelo alimentario que priorice la alimentación vegetal, como indicaba el informe del IPPC antes de ser contaminado por el lobby cárnico.