'Gaviota', ni la realidad ni la vida son puro teatro

'Gaviota', ni la realidad ni la vida son puro teatro

Esta versión de 'La gaviota' de Chejov se ha estrenado en el festival Temporada Alta.

Actrices de 'Gaviota' mezcladas y rodeadas por el público.Francisco Castro Pizzo

Entre Un matrimoni de Boston, que se queda un paso atrás, y Paisatges Compartits, que se pasa de frenada, la inauguración del Festival Temporada Alta en Girona ha quedado marcada por Gaviota. Versión de La gaviota de Chejov hecha por el argentino Guillermo Cacace.

Una de esas producciones que resultan ser una sorpresa en un festival, incluso de las que justifican el que existan festivales para darles la visibilidad que merecen. De hecho, ha llegado a España con una gira que comienza en Girona, pasará por el FITLO de Logroño, los Teatros del Canal de Madrid y acabará en el FIT de Cádiz.

Producción en la que destacan sus cinco actrices. Ellas interpretan todos los personajes, excepto dos que han sido eliminados, independientemente del género que tengan los mismos. Elenco que, a pesar de llevar un montón de representaciones en su Buenos Aires querido, la interpretan con la frescura de quién la hace por primera vez, aunque con el aplomo de las que de tanto hacerlo han sabido afinar sus personajes como se afina un instrumento musical. De una manera que les permite sostenerlos muy vivitos y coleando en escena.

En un montaje que no permite esconderse tras la técnica actoral. Porque el público está literalmente sentado en la mesa de trabajo, o como mucho a dos filas de distancia en una grada. Una mesa en las que se supone que estas actrices han hecho las lecturas para preparar el montaje, en la que han recibido las indicaciones de dirección.

Superficie sobre la que todavía se pueden ver los restos de vida, de haber vivido, que acompañaron ese trabajo: bolsas de patatas fritas, unos vasos y unas botellas de vino, de agua o de refrescos vacíos o a medio vaciar; los pañuelos usados; y una mesa sucia de tanto usarla sobre la que apoyan sus textos anotados o marcados. Donde se puede ver un mínimo de atrezo, si es que lo usan o han usado en la construcción de sus personajes.

  El personaje de Kostia en 'Gaviota'.Francisco Castro Pizzo

Una distancia tan íntima que permite que a veces busquen la aquiescencia del espectador cercano. Su complicidad mirándolo para que les de la razón con un gesto o solicitando una mirada amable o compasiva con el dolor de sus personajes. De tal manera que a veces cuesta no lanzarse a abrazarlas a ellas y, a través de ellas, a dichos personajes.

Abrazar a ese joven Kostia, que se golpea la cabeza porque le ha dejado la joven Nina para irse a Moscú para ser actriz y la amante de su padrastro. A esa Irina, madre que quiere a Kostia pero más, mucho más, a su pareja, el famoso escritor Boris. A un Boris que, aunque encoñado con Nina, no puede dejar a Irina. A Masha, la dedicada criada, que necesita salir de ese mundo que se desvive por sostener sin ninguna posibilidad de que aquello prospere o cambie.

Sí, es un melodrama. Una tragedia de amores no correspondidos. Necesidades individuales que los otros no pueden cubrir. El tipo de falta que da en la línea de flotación de la autoestima de cualquier ser humano. Abriendo vías de agua que otros triunfos no pueden cerrar. Y menos los literarios o los artísticos y la adulación que viene con ellos. El brillo del éxito.

Personajes que se conocieron, coincidieron y tejieron unas liasons peligrosas en un pueblo. En la casa de Irina, madre, actriz y pareja, situada cerca de un lago. Donde lugareños y turistas pasan el día pescando o paseando. Un mundo que Nina, la gaviota del relato, sobrevuela dando vueltas y vueltas. Como hacen estos pájaros sobre un lago o sobre el mar.

Por tanto, se está ante montaje intenso que deja en suspensión dos preguntas que solo surgen cuando se toma distancia. Cuando se sale del teatro y se ha debilitado el influjo de su magia. Una, la más evidente, es por qué solo actrices para todos los personajes. No hay una respuesta en el montaje. Tampoco en las explicaciones del director, que dice que tan solo quería trabajar con ellas. Se entiende que quisiera hacerlo por su calidad, pero no queda claro qué aporta a la comprensión de la obra o la lectura que hace de la misma.

  Actrices mezcladas y rodeadas por el público.Francisco Castro Pizzo

Otra es más genérica. No tanto sobre el montaje sino sobre el interés que de nuevo parece estar despertando este texto chejoviano entre los artistas. Pues, además de esta producción, en Madrid se puede ver otra de Chela de Ferrari interpretada por actores ciegos y producida por el Centro Dramático Nacional que se estrenó este verano en el Festival d’Avignon. Y en Barcelona se puede ver un montaje en catalán dirigido por Julio Manrique en el Teatre Lliure.

Un interés que también se muestra fuera de nuestras fronteras. De hecho, en París se vio una producción en el Théâtre de la Ville la temporada pasada, y esta temporada que acaba de comenzar se anuncia una nueva en el Théâtre de L’Odeon y otra en La Comèdie Française. Y en Berlín, Ostermeier mantiene en el repertorio de la Schaubhüne la que dirigió en 2023 y anuncia una nueva en el Barbican de Londres con Cate Blanchett y Tom Burke para febrero de 2025, cuyas entradas se ponen a la venta esta semana y es seguro que se agotarán.

No hay una respuesta específica para esta pregunta. Se puede recurrir al comodín de que este interés es recurrente. Que cuando se ha usado y abusado del repertorio de Shakespeare durante varias temporadas, sobre todo de Hamlet, se recurre al de Chéjov.

Sin embargo, no hay duda de que es una obra en la que el teatro forma y condiciona la vida de sus personajes. Unos personajes que entienden la profesión teatral como una forma de vida, de estructurarla, de estar y de ser en el mundo. Que excepto la criada, preferirán una buena ficción, su escritura o su representación, a la realidad.

Y no será por el brillo de la fama, sino por la posibilidad de olvidarse de sí mismos, de sus vidas. Puede que ahí esté la clave del interés de los artistas en esta obra. El ver el riesgo de que se piense que la vida es teatro y vivirla como si se estuviese encima de un escenario, a punto de recibir el aplauso. En esta sociedad en la que sus individuos están perdidos en las ficciones y en el espectáculo como si fueran reales, de verdad.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.